14 de febrero del año 1990. A 6.000 millones de kilómetros de la Tierra, mucho más allá de la órbita de Plutón, la sonda Voyager 1 gira hacia el Sistema Solar para observar, una última vez, el lugar desde el que partió en un viaje que le llevará a vagar, durante miles de millones de años, por la inmensidad de la Vía Láctea…

Una foto de familia

Tras años peleando por ello, Carl Sagan logró que el equipo de imagen de la sonda Voyager 1 (del que él formaba parte) accediese a tomar varias fotografías del Sistema Solar. Le llevó bastantes años (todo parece indicar que debió rondar la década) debido a la preocupación del equipo de que el equipamiento de la sonda pudiese verse afectado de manera irrecuperable. Finalmente, en 1990, después de haber visitado (años antes) los sistemas de Júpiter y Saturno, se pudo hacer realidad el deseo del genial astrónomo americano.

El "retrato de familia" del Sistema Solar hecho por la sonda Voyager 1. Esta imagen consiste de 60 imágenes tomadas por las cámaras de Gran y Pequeño ángulo utilizando los filtros de Metano, Violeta, Azul, Verde y Limpio.

El «retrato de familia» del Sistema Solar hecho por la sonda Voyager 1. Esta imagen consiste de 60 imágenes tomadas por las cámaras de Gran y Pequeño ángulo utilizando los filtros de Metano, Violeta, Azul, Verde y Limpio.

En estas imágenes, aparecen el Sol y seis planetas: Venus, La Tierra, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Mercurio se encontraba demasiado cerca del Sol como para poder ser captado, Marte no pudo ser detectado por la cámara de la Voyager (ya que la luz del Sol, que se encontraba justo detrás del planeta) inundaba el foco, ni Plutón (que en aquel entonces era considerado un planeta) porque su reducido tamaño y su distancia al Sol hacían que fuese demasiado tenue como para ser captado. Si quieres verla a mayor tamaño, puedes encontrarla en la Wikipedia.

Un punto azul pálido

En esta imagen puedes ver La Tierra. Es ese diminuto píxel dentro del círculo rodeado en azul.

En esta imagen puedes ver La Tierra. Es ese diminuto píxel dentro del círculo rodeado en azul.

Pero esta colección de imágenes no llegó a ser la más popular en el imaginario colectivo. Ese honor le corresponde a una única imagen de toda esa compilación. La imagen que acompaña este texto. Un punto azul pálido. Nuestro hogar. La Tierra, vista desde los confines del Sistema Solar, mucho más allá de la órbita de Plutón. En esta imagen, la Tierra no ocupa ni siquiera un píxel, sólo ocupa 0,12 pixeles, y parece estar suspendida en un rayo de luz del Sol. Los rayos de luz son un simple artefacto, producto de la dispersión de la luz en el objetivo de la cámara, por la proximidad de la Tierra al Sol. En realidad, de no ser por ese artefacto, sólo deberíamos haber visto una imagen absolutamente negra, excepto por una pequeña porción blanca… Un diminuto mundo perdido en la inmensidad del universo, suspendido en un océano de oscuridad.

Es una foto evocadora, que nos lleva a pensar sobre nuestra naturaleza, sobre nuestro planeta y sobre nuestro lugar en la inmensidad del espacoi que nos rodea. Tanto es así, que el propio Carl Sagan tituló un libro, publicado en 1994, como Un punto azul pálido: Una Visión del Futuro Humano en el Espacio. En ese libro, también expresó su reflexión sobre la imagen (que también narró en el vídeo que encontrarás debajo).


«Desde este punto de vista distante, la Tierra puede no parecer tener ningún interés especial. Pero para nosotros, es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todas las personas que quieres, todas las personas que conoces, todas las personas de las que has oído hablar, cada ser humano que ha existido, vivieron sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas seguras de sí mismas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada «superestrella», cada ‘líder supremo’, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió aquí. En una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. 

La Tierra es un escenario muy pequeño en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre derramados por todos aquellos generales y emperadores para que, en gloria y triunfo, pudiesen convertirse en los amos momentáneos de una fracción de ese punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas, por los habitantes de una esquina de este píxel, en los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán dispuestos a matarse el uno al otro, cuán fervientes sus odios. Nuestras posturas, nuestra imaginaria importancia, la ilusión de que ocupamos un lugar privilegiado en el universo, se ven desafiadas por este punto pálido de luz. Nuestro planeta es una solitaria mota en la gran y envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay señal ninguna de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo conocido, hasta el momento, que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro cercano, al que nuestra especie podría migrar. Visitar, sí. Asentarse, todavía no. Nos guste o no, la Tierra es el lugar donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia humilde, y que define el carácter. Quizá no haya mejor demostración de la locura de la soberbia humana que en esta distante imagen de nuestro pequeño mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos, mutuamente, con más amabilidad, y nuestra responsabilidad de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que hemos conocido.» – Carl Sagan

Referencia: Wikipedia