En sólo unas horas (en la madrugada del 9 de septiembre), una pequeña sonda se embarcará en un viaje que promete ser de lo más interesante. Viajará hasta el asteroide Bennu, del que algunos medios hablaron hace sólo unas semanas con una buena dosis de alarmismo infundado, y volverá a nuestro planeta con muestras para poder examinarlas.

Una misión complicada

Concepto artístico de la sonda OSIRIS-REx llegando a Bennu. Crédito: NASA/Goddard/University of Arizona

Concepto artístico de la sonda OSIRIS-REx llegando a Bennu.
Crédito: NASA/Goddard/University of Arizona

OSIRIS-REx (por su nombre en inglés, Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, Security-Regolith Explorer) es la misión más reciente cuyo objetivo es traer muestras del objeto a nuestro planeta, las anteriores fueron las misiones Stardust (al cometa Wild 2) y Hayabusa (al asteroide Itokawa). Ambas tuvieron que enfrentarse a muchas dificultades y apenas pudieron traer unos pocos granos de material a la Tierra.

Quizá por eso, OSIRIS-REx utilizará una nueva técnica para recoger las muestras: un brazo robótico equipado con un aspirador. La sonda llegará a Bennu en agosto de 2018, momento en el que entrará en una órbita compleja alrededor del asteroide, en la que mapeará su superficie y medirá su gravedad, lo que permitirá a los científicos comprender cómo está distribuida la masa en el interior del asteroide.

Las observaciones de radar han mostrado que Bennu tiene unos 510 metros de anchura en su punto más amplio, y que seguramente es un asteroide frágil (como si fuese una pila de escombros) en lugar de roca sólida, con una textura muy similar a la del poliestireno extruido. Esto quiere decir que su gravedad es baja, y por tanto es difícil aterrizar, pero también quiere decir que será mucho más fácil para la sonda recoger muestras.

Después de un año de estudio de la superficie de Bennu, y de buscar y seleccionar el mejor lugar en el que recoger las muestras, OSIRIS-REx se acercará a sólo unos pocos metros del objeto, extenderá su brazo robótico de recolección de muestras y tocará la superficie durante cinco segundos.

Un golpe de nitrógeno

Concepto artístico de OSIRIS-REx recogiendo una muestra de material de Bennu. Crédito: NASA

Concepto artístico de OSIRIS-REx recogiendo una muestra de material de Bennu.
Crédito: NASA

El brazo tiene una longitud de 3,4 metros y termina en un cabezal redondo que puede liberar una ráfaga de nitrógeno. Como la superficie de Bennu está compuesta de pequeños granos de roca y polvo, la ráfaga hará que se desprendan partículas de menos de 2 centímetros, enviándolas a una cámara en el cabezal de recogida de muestras. La sonda recogerá entre 60 gramos y kilos de roca y polvo, en función de la textura y viscosidad de los granos.

Si todo va como previsto, OSIRIS-REx será la misión que traiga más material extraterrestre a la Tierra desde las misiones Apolo a la Luna. Un material muy interesante porque será rico en moléculas orgánicas, que sabemos que son los precursores de la química de la vida.

Una reliquia de un tiempo lejano

Imagen de radar de Bennu, en 1999. Crédito: NASA

Imagen de radar de Bennu, tomada  en 1999.
Crédito: NASA

Bennu es una reliquia de la época en la que los planetas se formaron a medida que se acumulaban pequeños fragmentos de roca, y por tanto su composición química nos podría permitir comprender mejor cuál es el proceso de formación de los planetas. Es una oportunidad única para analizar material que ha permanecido prácticamente inalterado desde que se formase el Sistema Solar.

Después de recoger las muestras, la sonda seguirá realizando observaciones desde órbita hasta 2021. Después, cuando nuestro planeta y Bennu se encuentren en una posición ideal para hacer un viaje de regreso sencillo, deshará su camino y volverá a nuestro planeta en septiembre de 2023. La capsula que contendrá las muestras del asteroide aterrizarán en Utah (Estados Unidos). Será el final de la parte espacial de la misión, pero sólo el comienzo de un estudio que, seguramente, durará mucho tiempo.

Un asteroide cercano a la Tierra

Bennu es uno de los muchos asteroides cercanos a nuestro planeta (o NEO, por su nombre en inglés, Near-Earth Object). Los llamamos así porque sus órbitas cruzan, o se acercan mucho, a la de nuestro planeta. En el caso de Bennu, llega a aproximarse a poca distancia del planeta cada seis años. No representa ninguna amenaza inmediata para nuestro planeta, como ya comente aquí, pero podría entrar en rumbo de colisión en los próximos siglos, especialmente a medida que la luz del Sol vaya alterando su órbita a lo largo del tiempo.

Gracias a la misión, será posible medir el efecto que tiene la luz del Sol sobre Bennu, y los investigadores esperan que les ayude a comprender cómo se ven afectadas las órbitas de otros asteroides, algo que es importante para determinar las órbitas de objetos potencialmente peligrosos, y la posibilidad de utilizar métodos que nos permitan alejar a los asteroides peligrosos del rumbo de colisión con nuestro planeta. ¡Que comience la ciencia!

Referencias: New Scientist