La búsqueda de civilizaciones en otros lugares de la galaxia es uno de los grandes retos de la astronomía moderna. Por ello, la NASA ha analizado recientemente la detección de tecnofirmas y qué podemos esperar en el futuro. Es decir, ¿qué debemos hacer para detectar señales de otras civilizaciones?

Un taller de tecnofirmas en septiembre

Tecnofirmas: la NASA en busca de vida extraterrestre

Una civilización de nivel III en la escala de Kardashov podría utilizar la energía de toda una galaxia.
Crédito: Medium.com

En septiembre de 2018, la NASA celebró un taller dedicado a las tecnofirmas. El objetivo era evaluar el estado actual de la investigación de tecnofirmas. Así como determinar cuáles son las vías más prometedoras y en qué áreas se puede avanzar. Era cuestión de tiempo que el informe, producido por ese taller, se publicase. En él, podemos encontrar todas las conclusiones y recomendaciones que se han realizado. Pueden ayudarnos a entender cómo será el futuro de este campo de investigación.

Todo esto, a su vez, es el producto de una decisión política. En abril de 2018, el congreso de EEUU indicó a la NASA que debía comenzar a apoyar la búsqueda de tecnofirmas. Todo dentro del marco de búsqueda de vida extraterrestre. Así que, durante tres días y medio, se reunieron científicos e investigadores de diferentes disciplinas. Además de multitud de presentaciones, hubo charlas sobre diferentes temas.

Como, por ejemplo, la búsqueda de vida inteligente a través de señales de radio emitidas por ellos. También la posibilidad de encontrar vida inteligente extraterrestre en el Sistema Solar. Así como charlas sobre megaestructuras (esferas de Dyson y similares) y búsquedas en diferentes rangos del espectro electromagnético. Todo lo producido, ha sido sintetizado en un informe de que ahora está al alcance de todo el mundo.

Entendiendo el estado de las tecnofirmas

Concepto artístico de una esfera de Dyson.
Crédito: Adam Burn

El objetivo del taller tenía cuatro grandes puntos. Por un lado, comprender cuál es el estado actual del campo de búsqueda de tecnofirmas. Repasar qué experimentos se han llevado a cabo y cuál es la mejor tecnología actual. Así como, también, definir cuál es el límite en la búsqueda de tecnofirmas. Por otro lado, comprender cuáles son los avances que llegarán a corto plazo en este campo de la investigación. Así como valorar qué herramientas se podrían usar en la búsqueda de tecnofirmas.

También se buscaba entender qué proyectos, presentes y futuros, ayudarán a avanzar en este campo y en qué dirección. De modo más general, el taller también buscaba entender cuál es el potencial de este campo de investigación en el futuro. ¿Qué instrumentos, tecnología, etc podemos esperar en el futuro? Y, finalmente, ¿qué papel pueden desempeñar la NASA, el sector privado y otras organizaciones?

El informe comienza aportando información sobre la búsqueda de tecnofirmas y su definición. Para ello, se apoyan en la definición de la propia Jill Tarter, la investigadora que creó el término. Fue, además, directora del instituto SETI durante 35 años. Llegó a formar parte del programa de búsqueda de vida extraterrestre de la NASA antes de que fuese cancelado en 1993. Las tecnofirmas son, a grandes rasgos, evidencias de algún tipo de tecnología que podamos detectar.

¿Qué tecnofirmas podemos encontrar?

Concepto artístico de una esfera de Dyson.
Crédito: Levy Wang

En cierto modo, podríamos decir que nosotros mismos somos un límite. En cualquier caso, las tecnofirmas son todo aquello que los seres humanos podamos reconocer como señales de tecnología avanzada. El mejor ejemplo, con el que más familiarizados estamos, es el de las ondas de radio. Es en lo que se han centrado, principalmente, las búsquedas de vida extraterrestre que se han realizado en las últimas décadas.

Pero no es la única opción. Hay muchas otras tecnofirmas que no han sido exploradas a fondo. Eso, por no mencionar que también se están añadiendo nuevas posibilidades con el paso del tiempo. Pueden ser cosas como emisiones láser, que podrían usarse como modo de comunicación óptico. También podrían usarse como motor. Del mismo modo, podríamos encontrar megaestructuras. O, por poner una opción muy diferente, detectar la presencia de elementos contaminantes en una atmósfera, como los clorofluorocarbonos.

Al buscar biofirmas (es decir, señales biológicas de vida extraterrestre), los científicos están limitados por el hecho de que solo conocemos un planeta habitado: la Tierra. De ahí que se determine si los planetas son habitables en función de cuánto se parezcan a nuestro mundo. Del mismo modo, la búsqueda de tecnofirmas se ve limitada por las tecnologías que pueden ser reales. Sin embargo, hay diferencias…

Los diferentes tipos de tecnofirmas

Concepto artístico de Kepler-62f.
Crédito: NASA Ames/JPL-Caltech/T. Pyle

Porque muchas de las tecnologías propuestas, como mencionan en el informe, son autoluminosas (como ondas de radio o láseres) o tienen que ver con la manipulación de alguna fuente brillante de forma natural.Como es el caso de las esferas de Dyson que, a fin de cuentas, no dejan de alterar la luz emitida por una estrella. También cabe la posibilidad de que las tecnofirmas estén muy repartidas. Cabe suponer que una especie muy avanzada haya dominado el viaje espacial.

Por lo que, seguramente, se habrán expandido a otros planetas cercanos, sistemas estelares y quizá, incluso, otras galaxias. Por lo que, en comparación a las biofirmas, las tecnofirmas podrían ser más abundantes, más obvias y mucho más claras. Es posible que se puedan detectar incluso si su origen está en otras galaxias. En el informe mencionan que el progreso de las investigaciones futuras, en este campo, consistirá en encontrar formas de buscar posibles tecnofirmas.

Además, también dependerá de determinar en qué casos, esas posibles firmas, no podrían ser descartadas como fenómenos naturales. Por lo que, de nuevo, se fijan en lo que se ha venido haciendo en los últimos tiempos. Concretamente, en el campo de la radioastronomía. Porque, como mencionan, hay solo una pequeña franja de radio cuyo origen podría ser artificial. Ya que las emisiones de radio de banda ancha son muy frecuentes en nuestra galaxia.

Un ejemplo muy familiar…

La señal Wow!, registrada el 15 de agosto de 1977.
Crédito: Big Ear Radio Observatory and North American AstroPhysical Observatory (NAAPO)

El mejor ejemplo es, seguramente, la famosa señal Wow!. Por desgracia, solo se captó en una ocasión, el 15 de agosto de 1977. Los intentos posteriores, con diferentes telescopios a lo largo de los años, no han logrado captar repetición alguna que permita comprender mejor la naturaleza de la señal. Algo que permite ilustrar lo difícil que es buscar tecnofirmas dentro de las ondas de radio. En cierto modo, y como dicen en el informe, es como buscar una aguja en un pajar.

En el espectro óptico y cercano al infrarrojo, también hay solo una pequeña franja de valores que nos permitan apuntar a un posible origen artificial. A la hora de buscar megaestructuras, como las esferas de Dyson, los astrónomos se centran en dos aspectos diferentes. Calor excesivo y caídas en el brillo de una estrella. Ese calor excesivo puede detectarse como un exceso de energía en el infrarrojo. Algo que podría indicar que se está capturando parte de la luz de la estrella.

En el caso de las caídas de brillo, los datos de misiones como el telescopio Kepler podrían apuntar a la presencia de grandes estructuras. Exactamente del mismo modo en que se utilizan para detectar la presencia de exoplanetas alrededor de otros astros. Pero el informe de la NASA va un paso más allá en el campo de las tecnofirmas. Plantea que, quizá, podríamos detectarlas incluso en nuestro propio Sistema Solar, con un ejemplo muy reciente.

La visita de Oumuamua…

Concepto artístico del asteroide Oumuamua.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

En algún estudio se ha llegado a sugerir que Oumuamua, un objeto interestelar detectado a finales de 2017 en el Sistema Solar, podría ser una sonda extraterrestre. En realidad, la posibilidad se planteaba solo como una solución exótica. Es decir, ni mucho menos se consideraba que fuese la posibilidad más sólida. Pero hay que recordar que se calcula que, en cualquier momento dado, podría haber miles de objetos interestelares en el Sistema Solar. Algunos podrían ser estudiados en el futuro.

También ha habido intentos de encontrar civilizaciones anteriores a la nuestra en la Tierra. En Astrobitácora lo hemos comentado alguna vez. Para ello se ha buscado posibles tecnofirmas tanto químicas como industriales. Ambos tipos podrían utilizarse en un exoplaneta para determinar si podría albergar una civilización avanzada. Otra posibilidad es que encontremos mensajes interestelares. ¿Suena absurdo? Nuestras sondas Voyager y sus discos de oro son un buen ejemplo.

En definitiva, el informe concluye que cada tecnofirma tiene un límite superior diferente. Hay muchas oportunidades, por tanto, en el futuro, de detectar tecnofirmas gracias al desarrollo de nuevos instrumentos, más potentes. Así como a través de la colaboración con el sector privado. Todo ello permitirá una mayor sensibilidad al buscar cosas como, por ejemplo, tecnología de comunicaciones. Así como la búsqueda de posibles señales químicas o industriales.

La tecnología del futuro y su papel

Concepto artístico del telescopio espacial James Webb.
Crédito: NASA

Una posibilidad que mencionan será una realidad muy pronto. La posibilidad de observar exoplanetas directamente. Hay varios instrumentos que, una vez estén en funcionamiento, podrían lograrlo. Es lo que se espera de, por ejemplo, el Telescopio Extremadamente Grande. Pero no será el único, hay otros que podrán hacerlo. En el espacio también tenemos observatorios como Gaia o el satélite TESS, sucesor del Kepler, con esa misma capacidad.

El telescopio James Webb, que entrará en funcionamiento en la década de 2020, también podría ser una gran herramienta. En definitiva, todos estos instrumentos (y muchos otros que he omitido) prometen dar un buen empujón a la búsqueda de tecnofirmas. En 50 años de búsqueda, por ahora no se han logrado evidencias de vida inteligente más allá del Sistema Solar, pero la tecnología no ha dejado de avanzar en este tiempo.

Tan solo necesitamos encontrar un ejemplo de vida en otro lugar de la galaxia (o del universo) para saber que no estamos solos. Así que no haber encontrado nada en 5 décadas no es indicativo de nada. Quizá, hasta cierto punto, incluso podríamos decir que es indicativo de que, en tiempos recientes, los esfuerzos no han sido demasiado activos en este terreno. Veremos qué nos deparan los años venideros. Cabe esperar que tarde o temprano se produzca esa ansiada detección…

El estudio es J. Wright, D. Gelino, NASA; «NASA and the Search for Technosignatures« producido como resultado de un taller celebrado en septiembre de 2018. Puede ser consultado en la popular plataforma arXiv.

Referencias: Universe Today