Las supernovas son, sin duda, uno de los fenómenos más extremos que podemos presenciar en el universo. Suceden cuando una estrella, mucho más masiva que el Sol, llega al final de su vida. Pero no solo es un evento destructivo, también es importante para la vida…

Supernovas, la explosiva muerte de una estrella

Supernovas, la explosiva muerte de una estrella

Concepto artístico de la explosión de una supernova.
Crédito: European Southern Observatory/M. Kornmesser

Hay que decir que estrellas como el Sol no tienen la capacidad de terminar en forma de supernovas. No son lo suficientemente masivas para ello. Su destino, en su lugar, es terminar como enanas blancas. Restos estelares que ya no realizan fusión de ningún material y que, con el paso del tiempo se van enfriando lentamente. Pero, en estrellas más masivas, el destino es diferente. Terminan como estrellas de neutrones o, incluso, agujeros negros.

Antes de eso, sin embargo, explotan en forma de supernovas. Un proceso que provoca la destrucción de gran parte de la estrella, salvo por su núcleo. Pero, ¿cómo funciona? Todo es cuestión de un juego de equilibrios. Durante la fase estable de una estrella, se encuentra en equilibrio. Su propia gravedad ejerce una presión hacia el interior. El proceso de fusión, por su parte, ejerce una presión hacia el exterior que mantiene el equilibrio.

Cuando termina el proceso de fusión de un elemento, la gravedad vence. Todas las estrellas comienzan fusionando hidrógeno en su fase principal. Al agotarlo, salen de la fase principal y comienzan a fusionar otros elementos. Primero el helio y, si son suficientemente masivas, fusionarán otros elementos. Carbono, nitrógeno, oxígeno, neon, silicio e, incluso, hierro. Por encima del hierro no se fusionan más elementos. Es posible, pero necesitan mucha más energía de la que generan.

Un material para nuevas estrellas

Concepto artístico de una enana blanca recibiendo material de su estrella compañera.
Crédito: NASA/CXC/M. Weiss

Así que, con el tiempo, la vieja estrella, antes de explotar, se convierte en algo similar a una gigantesca cebolla. En la parte más externa hay una capa de hidrógeno, en la siguiente helio, y así vamos descendiendo con elementos cada vez más pesados hasta llegar a un núcleo de hierro puro. Las supernovas provocan que todas las capas exteriores de la estrella sean expulsadas al medio interestelar.

Dicho de otra manera, provoca que ese material pase a estar disponible para otras estrellas. De una manera muy literal, la muerte de una estrella permite que la existencia de otra estrella sea más completa. El Sol tiene hidrógeno, helio y, en menor medida, pequeñas cantidades de otros elementos, incluyendo el hierro. Es decir, está formado por elementos que, también, fueron fusionados en el interior de estrellas que vivieron hace miles de millones de años.

No solo eso. El Sistema Solar, en su conjunto, está constituido por elementos de esas estrellas. En la Tierra hay hierro, carbono y muchos otros elementos. Son parte esencial de nosotros mismos, los seres vivos. Por lo que las supernovas no solo son un fenómeno destructivo. También sirven para esparcir elementos necesarios para que, en el futuro, la vida pueda aparecer en otros lugares de la galaxia en la que se encuentran.

Un fenómeno devastador

Pero no por ello hay que obviar las consecuencias destructivas de una supernova. La explosión de una estrella es catastrófica para su sistema planetario. Si algún planeta a su alrededor estuviese habitado, su vida no podría sobrevivir. No solo eso, las consecuencias de una supernova se pueden sentir en años-luz a su alrededor. En ese sentido, las buenas noticias son que no hay ninguna estrella con capacidad de explotar como supernova cerca del Sol.

A menos de 50 años-luz, la distancia que se considera peligrosa en una explosión de supernova, no hay ninguna estrella suficientemente masiva. Por otro lado, hay dos estrellas, bastante conocidas, que se espera que sean supernovas en los próximos años. Se trata de Betelgeuse y Eta Carinae. Las dos son estrellas muy masivas que ya están en las últimas etapas de su vida. Pero no se sabe cuando explotarán.

En realidad, aunque se dice que su explosión es inminente, lo cierto es que solo lo es en una escala astronómica. Podría suceder en algún momento entre mañana y dentro de unos pocos millones de años. Por lo que es muy posible que no veamos ninguna supernova durante el curso de nuestras vidas. O quizá sí, y sea una tan espectacular como la que se pudo presenciar en el año 1054. De estas, y otras cosas, hablo en el vídeo de esta semana.