En agosto de 2016 recibimos una de las mejores noticias en la búsqueda de exoplanetas. La estrella más cercana al Sol tiene un planeta rocoso, en la zona habitable, a su alrededor. Sin embargo, el panorama ha cambiado. Porque las superllamaradas de Próxima Centauri hacen muy difícil que pueda haber vida…

Un hallazgo cada vez menos prometedor

Las superllamaradas de Próxima Centauri pueden ser letales

Concepto artístico de una enana roja con un exoplaneta.
Crédito: NASA, ESA, y G. Bacon (STScI)

La evolución de Próxima b y la posibilidad de que pueda tener vida es cada vez más desesperanzadora. A pesar de lo que implicó su descubrimiento, parece imposible que pueda haber vida allí. Saber que la estrella más cercana, Próxima Centauri, a solo 4,24 años-luz de distancia, tiene un planeta rocoso en su órbita fue toda una noticia. Es un objetivo ideal para su estudio, y nos hace preguntarnos, por fuerza, la abundancia de los planetas rocosos en la zona habitable de otras estrellas.

Naturalmente, ha habido muchos estudios sobre Próxima b. Principalmente, intentando descubrir si podría tener una atmósfera y agua líquida en su superficie. Porque el hecho de que orbite a Próxima Centauri no es un detalle menor. Es una enana roja, y eso complica las cosas. Son las estrellas más abundantes del universo. Por sus características, es posible que los mundos en torno a esas estrellas no sean habitables.

La mayor parte de estudios sobre Próxima Centauri han apuntado en la misma dirección. Su actividad podría ser preocupante, porque es una estrella muy activa. Un nuevo estudio parece demostrar que deberíamos descartar la posibilidad de que Próxima b sea habitable. Las superllamaradas de Próxima Centauri son letales para cualquier tipo de vida que pudiese haber en la superficie de Próxima b.

Las superllamaradas de Próxima Centauri son muy potentes

Concepto artístico del planeta, Próxima b, orbitando alrededor de su estrella, con Alfa Centauri A y B al fondo.
Crédito:
ESO/M. Kornmesser

En el estudio se habla de un evento que sucedió en 2016. Una superllamarada de Próxima Centauri tan potente que fue visible a simple vista desde la Tierra. Desde nuestro planeta, en condiciones normales, no es visible. La actividad solar es uno de los mayores problemas para la habitabilidad de los planetas en un sistema como el de Próxima Centauri. El ozono puede hacer frente al aumento de radiación ultravioleta de una superllamarada.

Sin embargo, el tiempo para recuperarse es de varios años. Así que una estrella suficientemente activa puede impedir que un planeta llegue a tener una capa de ozono protector. La consecuencia es que los niveles de radiación ultravioleta en la superficie del planeta serían muy elevados. Muy por encima incluso de lo que los organismos más resistentes pueden soportar. El panorama no es muy esperanzador.

Además, las superllamaradas de Próxima Centauri no son la única preocupación. Las enanas rojas emiten rayos X y radiación ultravioleta. Por la cercanía de los planetas al astro, tienen la capacidad de arrancar las atmósferas de sus planetas a lo largo de miles de millones de años. La actividad normal de la estrella no es tan elevada. De hecho, hasta este estudio, lo que se habían estudiado eran llamaradas débiles y moderadas.

Las superllamaradas de Próxima Centauri pueden ser frecuentes

Concepto artístico de la superficie de Próxima b. En el horizonte se puede ver a Próxima Centauri y, en la lejanía, al sistema binario que forman Alfa Centauri A y B.
Crédito:
ESO/M. Kornmesser

La observación de esa superllamarada en 2016, junto a otras bastante potentes, ha permitido a los investigadores determinar que, probablemente, se producen 5 superllamaradas al año. Teniendo en cuenta la actividad de Próxima Centauri (no solo de esta llamarada, sino en general), la conclusión de los astrónomos es clara y pinta un panorama muy negativo para Próxima b, suponiendo que tuviese una atmósfera similar a al de la Tierra.

Porque el 90% del ozono solo tardaría 5 años en desaparecer. La eliminación completa sería más larga, quizá unos cientos de miles de años. Esto tiene una consecuencia directa sobre la vida. La cantidad de radiación ultravioleta que llegaría a la superficie sería 100 veces más intensa que la necesaria para matar a los microorganismos más resistentes. Así que la vida lo tendría muy complicado para sobrevivir en las regiones de Próxima b que estén expuestas a esa llamaradas.

Es otro estudio más que se suma a los que últimamente han apuntado en la misma dirección. Los planetas que pudiese tener Próxima Centauri (si es que hay más además de Próxima b) no serían habitables durante mucho tiempo. Seguramente se convirtieron en rocas inhóspitas hace mucho tiempo. Además, los hallazgos del estudio no se limitan solo a Próxima Centauri, porque no es una enana roja especial.

Las enanas rojas quizá no sean apropiadas

Concepto artístico de un planeta tapando a una enana roja como Próxima Centauri.
Crédito: NRAO/AUI/NSF; D. Berry

Las enanas rojas son, aproximadamente, el 75% de las estrellas de la Vía Láctea. De ellas, unas dos terceras partes tienen una actividad intensa de llamaradas. Así que, en otros exoplanetas que se descubran alrededor de otros astros, habrá que determinar cómo se ven afectados por las superllamaradas de sus respectivas estrellas. La intención de los investigadores es utilizar el telescopio Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS) próximamente.

Más allá de Próxima b, el objetivo de los investigadores es analizar otros planetas en busca de comprender mejor el impacto de las enanas rojas en sus mundos. Especialmente para entender cómo evolucionan las atmósferas de esos posibles planetas a largo plazo cuando se encuentran en un entorno de actividad estelar extrema. Son malas noticias para la posibilidad de encontrar vida extraterrestre en los próximos años.

De hecho, puede que sea una señal de que la vida podría ser escasa. Si las enanas rojas, en su mayoría, no ofrecen condiciones habitables a sus planetas, habrá pocos mundos que reúnan las condiciones necesarias. Eso, combinado con el hecho de que es posible que muchas enanas rojas tengan planetas rocosos, lo hace algo más desesperanzador. Aun así, no todas las enanas rojas son igual de activas. Ross 128 tiene un exoplaneta y es una estrella mucho más tranquila, no emite las superllamaradas de Próxima Centauri.

Quedan muchas posibilidades

Concepto artístico de Ross 128b, con su estrella al fondo.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

Aunque solo un pequeño porcentaje de las enanas rojas tenga planetas que hayan podido desarrollar condiciones habitables, seguimos hablando de miles de millones de posibilidades. Así que no está todo dicho. Además, no hay que perder la perspectiva. Por un lado, estos estudios ayudan a determinar mejor qué exoplanetas son los mejores candidatos para ser investigados en más detalle. Es necesario saber cuáles hay que descartar.

Por otro lado, el universo no tiene ninguna necesidad de cumplir con nuestras expectativas. Aunque queramos creer que podría haber muchos mundos habitados, es posible que el panorama sea diferente. La búsqueda de vida es una tarea muy compleja en la que apenas estamos comenzando a dar los primeros pasos. Puede haber vida en otros lugares de la galaxia, aunque estén a miles de años-luz de nosotros.

Lo mismo se aplica para todo el universo en su conjunto. Se calcula que hay unos 200.000 millones de galaxias (las estimaciones varían entre 100.000 y 400.000 millones, hasta donde he visto). Cada una de ellas con miles de millones estrellas, sino billones. Es decir, las posibilidades de que haya vida en otras galaxias es muy difícil de medir. Aunque es verdad que, por ahora, encontrar vida en otras galaxias no parece nada sencillo…

El estudio es Ward S. Howard, Matt A. Tilley, Hank Corbett et al.; «The First Naked-Eye Superflare Detected from Proxima Centauri. En él, por cierto, han participado también investigadores de la Universidad de Barcelona (entre otras, principalmente de Unidos). De momento no ha sido publicado en ninguna revista, pero ya está disponible en arXiv.

Referencias: Universe Today