La sonda Chang’e 4, de China, ya está en la cara oculta de la Luna. Es la primera nave que aterriza en el hemisferio que no podemos ver de nuestro satélite. Así, da un paso más en un programa espacial en el que lleva décadas trabajando y que va a ir a más…

La sonda Chang’e 4 es solo un paso más

La sonda Chang'e 4 ya está en la cara oculta de la Luna

Imagen de la sonda Chang’e 4 tras su aterrizaje en la Luna.
Crédito: Xinhua

China no ha dejado de expandir su presencia en el espacio. En 2003 comenzó a mandar a los primeros taikonautas al espacio (así es como se denomina a un astronauta chino). En 2011, desplegaron la estación espacial Tiangong-1, que se desintegró recientemente en el océano Pacífico. Ya en 2016, lanzaron la estación Tiangong-2. Además, han realizado varios lanzamientos de sondas hacia la Luna. Nuestro satélite es su gran objetivo.

Su intención es realizar misiones tripuladas. Pero, para ello, primero necesitan explorar el satélite y localizar lugares en los que aterrizar. De ahí que surgiese el programa de exploración lunar chino, llamado Chang’e. El nombre procede de la diosa china de la Luna. El 3 de enero de 2019, dieron un paso más al lograr que la sonda Chang’e 4 aterrizase en la cara oculta del satélite. Es la sucesora de la misión Chang’e 3.

En realidad, la sonda Chang’e 4 no está sola. El aterrizador va acompañado de un róver, Yutu 2, similar al que acompañó a la misión Chang’e 3. Enviar una misión a la cara visible de nuestro satélite es relativamente sencillo. Las comunicaciones se pueden hacer de forma directa. Pero para poder comunicarnos con una sonda en la cara oculta del satélite, es necesario dar pasos extra para permitir las comunicaciones.

El papel del satélite Queqiao

La cara oculta de la Luna, fotografiada por los astronautas de Apollo 16.
Crédito: NASA

Porque es imposible comunicarse con la cara oculta de forma directa. El propio satélite bloquea la superficie. Así que, en mayo de 2018, China puso en órbita el satélite Queqiao. Lo mandó al punto de Lagrange L2. Desde allí, puede observar tanto la cara oculta de la Luna como la Tierra. Por lo tanto, puede actuar como canal de comunicación entre el control en la superficie de nuestro planeta y los componentes robóticos de la misión.

Según los medios chinos, la misión aterrizó a las 3:26 (horario peninsular español) del 3 de enero. Es el primer país que logra aterrizar en la cara oculta de la Luna. La sonda Chang’e 4 se lanzó el 8 de diciembre de 2018. Tardó solo cuatro días en entrar en la órbita de la Luna. En los 22 días siguientes, los controladores de misión pusieron a prueba sus diferentes sistemas. También esperaron a que el Sol fuese visible desde el cráter Von Kármán.

El descenso hacia esa pequeña región de la cuenca Aitken, en el polo sur de la Luna, comenzó el 31 de diciembre. En su aproximación, la nave tomó imágenes del terreno para asegurarse de que no había obstáculos en el lugar de aterrizaje. Una vez visto que no había peligro, la nave aterrizó. Una de las primeras tareas de la sonda Chang’e 4 fue desplegar el róver Yutu 2, que también explorará la cara oculta de la Luna.

El estudio de la cuenca Aitken

La cuenca Aitken, fotografiada por la nave Apolo 8.
Crédito: Apollo Flight Journal, Apollo 8

El róver Yutu 2 será el primero en explorar la cuenca Aitken. Es una gigantesca región de la Luna formada por un gran impacto que sucedió hace unos 4 000 millones de años. Tiene un diámetro de 2 500 kilómetros y una profundidad aproximada de 13 kilómetros. Es la cuenca de impacto más grande que podemos encontrar en la Luna. Así como una de las más grandes que podemos observar en todo el Sistema Solar.

Los investigadores chinos seleccionaron la región por la gran cantidad de hielo descubierto en los últimos años. Se cree que esa agua congelada fue depositada por los impactos de meteoritos y asteroides. Ha permanecido así desde su formación porque la región está permanentemente en sombra. La cuenca Aitken ha sido estudiada en numerosas ocasiones desde la órbita de la Luna. Pero la sonda Chang’e 4 será la primera en estudiarlo de forma directa, desde la superficie.

Se espera que la misión permita comprender mejor los primeros momentos del Sistema Solar. La presencia de hielo hace que la cuenca Aitken sea un lugar muy atractivo. Por eso, no sorprende saber que es uno de los posibles lugares planteados para albergar una base lunar permanente. Es uno de los objetivos que tienen tanto la Agencia Espacial Europea como China. Eso sí, no está prevista para antes de 2030.

Un gran lugar para la radioastronomía

El rover Yutu, de la misión Chang’e 3.
Crédito: CASC/China Ministry of Defense

La sonda Chang’e 4 también va a poder aprovechar otro beneficio de la cara oculta. En este lugar, al no haber mucha interferencia de las ondas de radio procedentes de la Tierra, será posible realizar diversos estudios astrofísicos en esa longitud de onda del espectro electromagnético. El aterrizador también comprobará cómo afecta la gravedad lunar a los seres vivos. Porque la sonda Chang’e 4 también lleva un pequeño ecosistema.

Se trata de un pequeño contenedor, de 18 cm de largo por 16 cm de alto. En él hay semillas y huevos de insecto, así como un entorno apropiado para su supervivencia. La sonda Chang’e 4 determinará si tanto plantas como insectos son capaces de adaptarse a la gravedad lunar. El aterrizaje de la sonda Chang’e 4 no es solo un momento histórico para China. También es el comienzo de una nueva era de exploración lunar para todo el mundo.

La información de estas, y otras misiones de otras agencias espaciales del mundo, servirán para preparar el retorno de misiones tripuladas a nuestro satélite. También serán los primeros pasos hacia ese objetivo, todavía lejano, de establecer una presencia humana permanente en la Luna. El objetivo está muy claro. No solo se quiere volver a nuestro satélite. Esta vez se busca permanecer allí de manera constante. Veremos si finalmente se consigue…

Referencias: Universe Today