El Sol atraviesa ciclos solares de 11 años. Hay motivos para pensar que podría estar entrando en el ciclo solar 25. No sería una noticia completamente sorprendente, porque se esperaba que nuestra estrella comenzase ese próximo ciclo en 2019…

El ciclo solar 25 podría estar en marcha… o todavía no

El Sol está entrando en el ciclo solar 25... ¿o todavía no?

El Sol, el 25 de agosto de 2018, mostrando la mancha solar AR 2720.
Crédito: Damien Weatherly

Lo cierto es que, si hubiese que definir 2018 por algo, en cuanto al Sol, debería ser por lo que no está haciendo. Al menos hasta hace poco, porque ha aparecido una nueva mancha solar denominada AR 2720. En estos momentos, al menos en teoría, estamos yendo al mínimo solar. Debería tener lugar en 2019 y marcar el cambio del ciclo solar 24 al 25. Durante los 11 años de un ciclo solar, nuestra estrella aumenta y reduce su actividad de una manera bastante predecible.

Su actividad se ha registrado desde el primer ciclo solar en 1755. En aquel momento, las manchas solares se contaban a mano y se hacían dibujos de su ubicación. En la actualidad, los observatorios, tanto terrestres como espaciales, se encargan de monitorizar nuestra estrella constantemente. No es para menos. Nuestra sociedad depende notablemente de nuestra tecnología. Así que es importante saber qué está haciendo el Sol en cada momento.

Una llamarada solar puede poner en serios aprietos a los satélites (incluyendo el sistema GPS) y a los astronautas. Su efecto, incluso, puede notarse en la atmósfera. La tripulación de un avión, y sus pasajeros, pueden recibir una cantidad de radiación más alta durante una tormenta solar (nada que suponga un riesgo para la salud). Algo especialmente posible en los vuelos transoceánicos que atraviesan los polos.

Las tormentas solares tienen efectos en la Tierra

Lectura de un magnetograma, en Londres, durante el evento Carrington.
Crédito: British Geological Survey

Un fenómeno como el Evento Carrington, una potente tormenta solar que sucedió en 1859, hoy se dejaría sentir mucho más. En aquel momento, solo provocó pequeños incendios de la incipiente red eléctrica. En la actualidad, podría dejar fuera de funcionamiento muchos de nuestros recursos tecnológicos.Quizá por eso no sorprenda que el ciclo solar 24, que está a punto de terminar, haya sido el más observado en la historia de la astronomía solar.

No ha sido un ciclo normal. La transición del ciclo solar 23 al 24 fue la más profunda en un siglo. En 2008 hubo 268 días sin manchas solares. El ciclo solar 24 llegó con una actividad muy baja, produciendo apenas un puñado de manchas solares que realmente valiesen la pena. La transición del ciclo solar 24 al 25 parece que podría ser aún más pronunciada. En lo que llevamos de 2018 (hasta el 29 de agosto) en 132 días no ha habido manchas solares.

Es decir, más del 55% de los días no han tenido manchas solares. Algo que ha llevado a los astrónomos solares a sugerir que, si todo sigue así, el ciclo solar 25 podría ser muy tranquilo. Al menos en teoría, porque en la práctica las cosas han dado un giro en dirección contraria. La aparición de la mancha solar AR 2720 ha cambiado la tendencia de 2018. Así que algunos ya han comenzado a preguntarse si su aparición indica que el ciclo solar 25 ya está aquí.

Nuevo ciclo… ¿o todavía no?

Este gráfico muestra el patrón en forma de mariposa de las manchas solares a lo largo de cada ciclo solar.
Crédito: NASA/MSFC/Solar Physics division

El Sol es una gigantesca bola de plasma. No gira de manera uniforme. Sus polos rotan sobre sí mismos una vez cada 34 días. Sin embargo, su región ecuatorial tarda 25 días en completar una rotación. ¿Cómo se puede determinar si ha llegado el ciclo solar 25 y, además, saber si una mancha solar en particular pertenece a un ciclo o a otro? Hay dos factores que tener en cuenta para identificar la llegada de un nuevo ciclo solar.

Por un lado, la aparición de nuevas manchas solares en latitudes relativamente altas del Sol. Por otro lado, la inversión del campo magnético de nuestra estrella. El primero de ellos puede observarse directamente, a lo largo del ciclo solar, en luz blanca. Richard Carrington lo identificó en 1861. Gustav Spörer, más tarde, refinó el método y predijo que las manchas solares variaban en latitud a lo largo del ciclo. Hoy en día, se conoce como la Ley de Spörer.

El planteamiento es simple. Si ordenas las manchas solares por su latitud, se obtiene un gráfico, a lo largo de 11 años, que tiene un aspecto similar al de una mariposa. Por otro lado, el segundo factor tuvo que esperar a la llegada del siglo XX. Con la tecnología del siglo pasado, los astrónomos pudieron descubrirlo. En realidad, ya en el siglo XIX, los astrónomos sabían que el Sol tenía un componente magnético.

Comprendiendo el Sol

Esta imagen muestra las manchas solares en regiones opuestas (en 1908). Además, también se muestra el observatorio solar del Monte Wilson.
Crédito: Public Domain/Davefoc/Wikimedia Commons

Lo evidenciaba el caos electromagnético y el aumento de auroras que tenía lugar, en la Tierra, durante las tormentas solares. En 1908, George Hale utilizó un telescopio de 18 metros, instalado en el observatorio del Monte Wilson (en Estados Unidos). Con él, observó que las espículas (concentraciones de gas del Sol) giraban alrededor de una mancha solar en dirección opuesta. Algo similar a lo que pasa si acercas un imán a fragmentos de hierro sobre un papel.

Hale recurrió a un espectrógrafo, instalado en el telescopio, para aprovechar algo conocido como el efecto Zeeman. En él, el espectro de una mancha solar muestra o bien un salto o un ensanchamiento. Algo que le permitía deducir el campo magnético de esa mancha solar. Así, comprobó que el Sol invierte su campo magnético con cada ciclo solar. Además, el período de 22 años que lleva a un hemisferio a volver al mismo lugar es algo conocido como el ciclo de Hale.

Las manchas solares muestran un comportamiento similar. Las manchas solares del hemisferio norte y sur aparecen invertidas y en posiciones opuestas en un magnetograma. Algo que permite ver el movimiento del campo magnético en el interior del grupo de manchas solares. Hay un segmento oscuro (que corresponde a la polaridad sur, que se mueve al interior) y otro brillante (la polaridad norte, que se mueve al exterior).

El papel del magnetograma

Primera imagen del Sol con un magnetógrama por TV.
Crédito: NASA/Babock/Mt Wilson

Así que, al observar una mancha solar en el magnetograma, se puede ver una región brillante por delante o por detrás del grupo, en comparación a la radiación solar. Esto cambia cuando los polos del Sol se invierten en cada ciclo solar. El primer magnetograma se instaló en 1957 en un telescopio solar. Permitió a Horace Babcock tomar las primeras imágenes con magnetógrama, por televisión, del Sol. El instrumento necesitó una hora para producir la imagen.

¿Hoy en día? Puedes ver la imagen de magnetógrama más reciente del Sol con tu smartphone. Todo gracias a SOHO (un satélite dedicado a la observación de nuestra estrella) y la aplicación Weather App de la NASA. Así ha progresado la tecnología, y la ciencia, en este tiempo. ¿Por qué explicar todo esto? Para poder comprender mejor el caso de la mancha solar AR 2720. Mostraba una región brillante por delante, al igual que la mancha del hemisferio sur.

Algo que hace pensar que sí, que quizá podríamos estar entrando en el ciclo solar 25. Sin embargo, su latitud es bastante baja, y eso es un punto en contra. En abril de este mismo año también se vio otra mancha solar que podría ser parte del ciclo solar 25. Lo que sí sabemos es que nuestra estrella es un objeto de estudio muy importante en muchos campos. Veremos, en unos días, si AR 2720 sigue ahí cuando esa parte de la estrella vuelva a apuntar hacia la Tierra…

Referencias: Universe Today