Un grupo de investigadores ha publicado un estudio en el que contemplan la posibilidad de que haya vida en entornos extremos. Hablamos de lugares como Plutón, los satélites de Saturno y Júpiter o Marte. Algo muy interesante…

La vida en entornos extremos podría ser posible

El sistema Solar podría albergar vida en entornos extremos

Concepto artístico del océano líquido de Europa, con Júpiter e Ío en la imagen.
Crédito: NASA/JPL-Caltech

Desde hace varias décadas, muchos científicos han contemplado la posibilidad de que satélites como Encélado o Europa puedan albergar vida en sus océanos líquidos. Algo que se ha visto reforzado con el descubrimiento de las columnas de agua que emiten. Los modelos de actividad hidrotermal de su interior también apunta en la misma dirección. Junto a la presencia de moléculas orgánicas complejas.

Todo esto, claro, bajo una enorme capa de hielo. En las regiones exteriores del Sistema Solar, las temperaturas son muy bajas. No es posible, en principio, que el agua pueda existir en estado líquido. Sin embargo, la presencia de compuestos químicos tóxicos anticongelantes lo posibilita. En esos entornos, similares a una salmuera, es posible que podamos encontrar organismos. Sabemos que la vida en entornos extremos, en la Tierra, es posible.

Hay que tener claro que esa salmuera no es el océano de Encélado o Europa. En estos dos, por la gravedad de Saturno y Júpiter (respectivamente), creemos que existe un océano de agua líquida. Mantenido en ese estado por el calor generado por la influencia gravitacional. Pero en objetos como Ceres, Calisto, Tritón y Plutón, no existe ese mecanismo que genere calor internamente. A pesar de que se cree que podrían tener océanos internos…

El papel de la salmuera

Recreación artística de penachos de agua en Europa.
Crédito: NASA

En esos casos, ese océano podría existir gracias a la presencia de ciertos compuestos y sales, como el amoniaco. Provocan que los océanos tengan una temperatura de congelación más baja. Pero, en el proceso, crean un entorno demasiado frío y tóxico para la vida tal y como la conocemos. Por ello, los investigadores han querido determinar si podría haber vida en entornos extremos como esos. ¿Podrían sobrevivir los microbios en esas condiciones?

Para descubrirlo, llevaron a cabo varias pruebas con la bacteria Planococcus halocryophilus, que se puede encontrar en el permafrost de las regiones árticas. Las expusieron a líquidos con sodio, magnesio, cloruro de calcio y perclorato. Este último, un compuesto químico presente en Marte. Esos compuestos fueron sometidos a temperaturas desde los 25 a los -30ºC con diferentes ciclos de congelación y descongelación.

Así, descubrieron que la supervivencia de las bacterias dependía, directamente, de la mezcla y la temperatura. Por ejemplo, las bacterias en la mezcla de cloruro tenían mayor posibilidad de supervivencia que las que estaban en mezclas de percloratos. Aunque, también hay que tener en cuenta, la posibilidad de supervivencia de las bacterias aumentaba cuanto más baja era la temperatura a la que se exponían.

La vida en entornos extremos es posible

Concepto artístico de una columna de agua en Europa.
Crédito: NASA/ESA/K. Retherford/SWRI

Así, descubrieron que las bacterias en una mezcla con cloruro de sodio, es decir, sal común, morían en dos semanas a temperatura ambiente. Pero, con la temperatura en solo 4ºC, la supervivencia aumentaba. Y casi todas las bacterias sobrevivían cuando las temperaturas bajaban hasta los -15ºC. Por su parte, las bacterias en las soluciones de cloruro de calcio y magnesio mostraron gran capacidad de supervivencia a temperaturas de -30ºC.

Los resultados también variaron entre compuestos en función de la temperatura. Las bacterias en la mezcla de cloruro de calcio tenían un índice de supervivencia menor que las que estaban en sal o en cloruro de magnesio a temperaturas de entre 4 y 25ºC. Con temperaturas más bajas, la posibilidad de supervivencia aumentaba en las tres mezclas. La de perclorato, sin embargo, mostró una posibilidad baja de supervivencia en todas las condiciones.

Aunque, hay que decir que el caso del perclorato es especial. Porque el resultado era negativo en aquellas soluciones en las que suponía más de un 50% de la masa total (algo necesario para que el agua esté líquida a temperaturas bajas). En esa proporción, el perclorato sería muy tóxico. En concentraciones más bajas, como un 10% de la masa, las bacterias sí llegaban a desarrollarse. Esto son buenas noticias para Marte, porque su suelo tiene menos de un 1% de perclorato.

El dilema de Marte

Esta imagen de la atmósfera de Marte fue tomada por la sonda Viking 1 en junio de 1976.
Crédito: NASA/Viking 1

Pero hay que hacer una matización. No es lo mismo la concentración de una sal en el suelo que en una mezcla líquida. Pero para el planeta rojo es una buena noticia, porque tiene temperaturas y cantidad de precipitación muy parecidas a ciertas regiones de la Tierra. Concretamente, similares al desierto de Atacama y algunas zonas de la Antártida. Si la bacteria puede sobrevivir en entornos tan extremos, aquí, cabe suponer que también pueden hacerlo en Marte.

Así que parece claro que la vida en entornos extremos depende, en gran medida, de temperaturas bajas. Es donde mejor se desarrollan esas bacterias. Aunque todo depende del tipo de microbio y la composición de la mezcla. Además, los investigadores también vieron que las bacterias sobrevivían mejor en mezclas muy salinas en ciclos de congelación y descongelación. Por lo que todo parece ser una cuestión de equilibrio.

Las concentraciones bajas de sales implican que las bacterias puedan sobrevivir y crecer. Pero, al mismo tiempo, eleva la temperatura a la que el agua podría permanecer en estado líquido. Además, los investigadores destacan algo importante. Una cosa es que las bacterias puedan sobrevivir, y otra es que puedan desarrollarse. La vida en entornos extremos quizá pueda sobrevivir pero no prosperar en ciertas condiciones.

La obligación de la vida en entornos extremos de prosperar

La Sputnik Planitia, de Plutón, observada por la sonda New Horizons.
Crédito: NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Southwest Research Institute.

Así que, por ahora, hay motivos para pensar que la vida en entornos extremos es perfectamente posible. Hemos visto que las bacterias pueden adaptarse a ese tipo de condiciones. Queda por descubrir si, además de sobrevivir, también pueden prosperar. Los investigadores ya están trabajando en un nuevo estudio para determinar precisamente eso. Quieren analizar cómo afecta la concentración de sales, a diferentes temperaturas, a la propagación de bacterias.

Mientras tanto, este estudio y otros que se han venido desarrollando, son tremendamente útiles. Nos permiten comprender mejor cuál es la posibilidad de encontrar vida extraterrestre al poner límites en las condiciones en los que podemos esperar encontrar vida en entornos extremos. Lo mejor de todo es que tenemos la posibilidad de buscar esa vida sin necesidad de salir del Sistema Solar, porque hay lugares que son grandes candidatos.

En general, ayudará a refinar mejor dónde buscar vida, más allá del Sistema Solar, y aquí también. Próximamente habrá, sin duda, misiones a Europa, Encélado y Titán. Cuando llegue ese momento, se buscarán las señales de que puedan albergar vida sencilla. Todo lo que aprendamos en el camino, hasta que lleguen esas misiones, será útil. Saber que la vida en entornos extremos puede sobrevivir es una buena señal.

El estudio es J. Heinz, J. Schirmack et al.; «Enhanced Microbial Surviability in Subzero Brines». Publicado en la revista Astrobiology el 17 de abril de 2018. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: Universe Today