Muchos científicos (y muchas personas, dicho sea de paso) creen que las civilizaciones alienígenas existen. Para esas personas (entre las que me incluyo) la pregunta es si daremos con ellas en el futuro cercano, o en un futuro muy lejano pero… ¿cómo podríamos hablar con los extraterrestres?

Nota: este artículo es, en gran medida, una traducción de una noticia publicada por The Conversation, que puedes leer en versión original en el enlace al final de este texto.

La barrera del idioma

Recreación artística de alienígenas (tal y como muchos trabajos de ficción los imaginan). Crédito: Stocksnapper/Shutterstock

Recreación artística de alienígenas (tal y como muchos trabajos de ficción los imaginan).
Crédito: Stocksnapper/Shutterstock

Imaginemos que nos encontramos, de repente, con los miembros de una especie alienígena. Cara a cara. ¿Qué haríamos en primer lugar? Seguramente intentar transmitir que venimos en son de paz sería una buena idea (especialmente si nos dejamos llevar por lo que hemos visto en muchos trabajos de ficción y por las sospechas de algunos científicos ilustres como Stephen Hawking), pero… ¿seríamos capaces de entendernos?

Podemos dar por sentado que tendremos la capacidad de transmitir información científica con los alienígenas. Si las leyes del universo son las mismas en todas partes (y de momento no hemos visto nada que nos haga pensar que no es así), entonces las diferentes descripciones de estas leyes deberían ser, en principio, equivalentes. Ese es el pensamiento detrás de iniciativas como los proyectos SETI (búsqueda de vida extraterrestre inteligente) y METI (mensajes a inteligencias extraterrestres).

Las cosas se complican cuando entramos en el terreno del idioma, que es el factor más importante en la cooperación entre seres humanos. Somos capaces de trabajar juntos en grupos grandes al comunicar nuestras intenciones. Por este motivo, parece razonable suponer que cualquier civilización alienígena tecnológicamente versátil tendrá algo similar a lo que llamamos idioma.

¿Podríamos aspirar a aprender un idioma extraterrestre? Habría varios obstáculos a tener en cuenta, y la primera barrera podría ser el medio. Nosotros nos comunicamos en un rango de frecuencias de sonido de 82 a 255 hercios, y en un rango de frecuencias de luz de 430 a 770 terahercios. Es poco probable que sea el caso de los alienígenas, porque habrán tenido una evolución muy diferente. Sin embargo, el problema es principalmente técnico. Los cantos de las ballenas, que son inaudibles para los seres humanos, se vuelven perceptibles al acelerarlos, y nos demuestra que es relativamente fácil traducir los estímulos alienígenas en cosas que los humanos podamos percibir.

La perspectiva generativista del lenguaje

Imagen del observatorio Parkes. Crédito: Ian Sutton/wikimedia

Imagen del observatorio Parkes.
Crédito: Ian Sutton/wikimedia

En realidad, la pregunta realmente complicada es si tendríamos la capacidad de comprender la estructura interna de un idioma alienígena y, en consecuencia, aprenderla. En ese sentido, la psicología del lenguaje nos ofrece dos respuestas muy diferentes.

La perspectiva generativista, que sostiene que la estructura del lenguaje está codificada en nuestro cerebro, sugiere que no seríamos capaces de hacerlo. Básicamente, sostiene que los humanos poseemos una gramática universal propia, innata en cada uno de nosotros, que tiene una cierta cantidad de parámetros, cada uno relacionado con el orden aceptable en el que las palabras, y partes de palabras, pueden ser ordenadas en cualquier lenguaje. El idioma que escuchamos, al principio de la vida, activa uno de estos parámetros que nos permite distinguir entre formas válidas e inválidas de combinar palabras.

La clave es que la cantidad de gramáticas es muy limitada. Aunque las reglas de los idiomas humanos puede variar, los defensores del modelo generativista consideran que esas variaciones sólo son posibles dentro de parámetros muy estrictos. Por ejemplo, el parámetro de «direccionalidad de la frase» determina si el verbo en un idioma precede o sigue a sus complementos, puede estar al principio, como sucede en el inglés o el castellano («Bob le dio un pastel a Alice») o al final, como sucede en el japonés («Bob a Alice un pastel le dio»).

Por eso no es de extrañar que para los generativistas sea muy poco probable que una especie alienígena tenga los mismos parámetros de lenguaje que un ser humano. De ahí que su conclusión sea, sencillamente, que si un extraterrestre aterrizase en nuestro planeta y hablase un idioma que violase la gramática universal, no seríamos capaces de aprender ese idioma de la misma manera que aprendemos otros idiomas como el inglés o el chino, porque estamos diseñados para aprender esos idiomas, pero no para aprender idiomas que pueden ser perfectamente utilizables pero que violan la gramática universal.

La perspectiva cognitiva

Recreación artística de cómo sería el interior de un cilindro de O'Neill. Crédito: Rick Guidice, NASA Ames Research Center

Recreación artística de cómo sería el interior de un cilindro de O’Neill.
Crédito: Rick Guidice, NASA Ames Research Center

Por otro lado, tenemos la perspectiva cognitiva, que ve la semántica (las estructuras de significado) como algo mucho más importante que la sintaxis (las estructuras de gramática). Según este punto de vista, una frase como «tierra come cobardía» está bien formada sintácticamente, pero carece de cualquier significado semántico. Por ese motivo, los defensores de esa visión entienden que la gramática por sí sola no es suficiente para entender un idioma. Necesita ser asociado con el conocimiento de los conceptos que estructuran cómo piensan los usuarios de ese idioma.

También podemos echar un vistazo a nuestro propio mundo para ver cómo puede haber similitudes sorprendentes entre organismos, incluso si se han desarrollado de maneras muy diferentes y en entornos distintos. Es algo que llamamos evolución convergente. En términos físicos, por ejemplo, las alas y ojos han aparecido en los animales de manera independiente, a través de la evolución, varias veces a lo largo de la historia, y los pájaros, en un lugar ecológicamente aislado como Nueva Zelanda, han desarrollado comportamientos que podemos observar habitualmente en mamíferos en otros lugares del mundo. La visión cognitiva nos da la esperanza de que los idiomas humanos y alienígenas puedan ser mutuamente inteligibles.

Algunos plantean que incluso los conceptos humanos más avanzados están construidos a partir de bloques básicos que son comunes a otras especies, tales como la noción del pasado y el futuro, la similitud y la diferencia, y los conceptos de agente y objeto. Si una especie alienígena manipula objetos, interactúa con sus compañeros y combina conceptos, la perspectiva cognitiva predice que podría haber suficiente arquitectura mental en común como para que su idioma pueda ser comprensible para los humanos. No parece probable, por ejemplo, que una especie extraterrestre que se reproduzca biológicamente carezca de conceptos para distinguir grupos genéticamente relacionados de los que no lo están.

¿Cuál es la respuesta correcta?

Concepto artístico de una exoluna similar a la Tierra alrededor de un planeta gaseoso. Crédito: Frizaven/Wikipedia

Concepto artístico de una exoluna similar a la Tierra alrededor de un planeta gaseoso.
Crédito: Frizaven/Wikipedia

No es fácil responder a la pregunta y saber si la perspectiva cognitiva (o la generativista) es correcta. Las investigaciones sobre redes neuronales muestran que los idiomas se pueden aprender sin tener estructuras especializadas en el cerebro. Es importante porque quiere decir que no es necesario plantear una gramática universal innata para explicar cómo adquirimos la capacidad del idioma. También parece que hay idiomas humanos que no encajan en el marco universal de la gramática. Aunque los resultados no son ni mucho menos concluyentes (por ejemplo, no se ha logrado explicar por qué sólo los humanos parecen tener idioma), la evidencia apunta más hacia la corriente cognitiva.

Así que puede que sea razonable suponer que los humanos podrían aprender idiomas alienígenas. Por supuesto, seguramente nos encontraríamos con aspectos de un idioma extraterrestre que nos serían inaccesibles (como nuestra poesía). Del mismo modo, algunas especies pueden ocupar un universo mental tan diferente que sólo sea equivalente al de los humanos en un nivel muy general. En cualquier caso, parece que podemos ser algo optimistas y pensar que las estructuras universales en los mundos de lo físico, lo biológico y lo social serían suficientes para anclar los idiomas humanos y alienígenas en un marco semántico común…

Visto desde esta perspectiva, quizá sea una buena noticia que por ahora no hayamos encontrado alienígenas… si es que están ahí fuera.

Fuente: The Conversation