No todos los planetas orbitan alrededor de una estrella. Algunos, de una manera u otra, terminan siendo expulsados de sus sistemas planetarios. Así que pasan a vagar por la galaxia sin recibir la luz de un sol que los ilumine. Son los planetas errantes…

Los planetas errantes vagan por la galaxia

Planetas errantes, los planetas sin una luz que los ilumine

Recreación artística de un planeta errante.
Crédito: NASA/JPL-Caltech

Es posible que la primera pregunta que te viene a la cabeza sobre los planetas errantes es… ¿en torno a qué orbitan? La respuesta es más evidente de lo que podría pensarse. Orbitan alrededor del centro de la Vía Láctea, igual que las estrellas. ¿Cómo sabemos que existen? En estos años, hemos detectado algún candidato. Lo que no está tan claro, sin embargo, es qué provoca que algunos objetos terminen siendo planetas errantes.

Es más, se ha llegado a proponer que los más grandes, de tamaños similares a Júpiter, quizá se formen de manera parecida a las estrellas. De hecho, quizá no todos sean planetas errantes sino enanas marrones (una especie de estrella fallida, que no llegó a acumular suficiente material para desencadenar el proceso de fusión) de poca masa. Para ser exquisitamente correctos deberíamos llamarlos»objetos subestelares.

Si fuesen estrellas, no habría nada de sorprendente ni anómalo en que orbiten el centro de la galaxia. A menos que estén escapando de la galaxia. En cuyo caso serían estrellas «hiperveloces». No es descabellado decir que la hipótesis más plausible es que un planeta se convierta en errante poco después de la formación de su sistema planetario natal. Es más, es muy posible que haya planetas errantes que se hayan originado aquí.

Los planetas errantes del Sistema Solar

Representación artística del Planeta Nueve.
Crédito: ESO/Tom Ruen

En ocasiones, al hablar de la formación del Sistema Solar se menciona que, poco después de su nacimiento, es posible que hubiese planetas que fuesen expulsados de aquí. El responsable, seguramente, habría sido Júpiter. De hecho, hay una teoría interesante sobre el Planeta Nueve (si es que existe). Puede que no llegase a convertirse en un planeta errante por poco. En su lugar, se quedó confinado a las regiones exteriores del Sistema Solar.

A medida que un sistema planetario madura, es menos probable que se produzcan interacciones gravitatorias que expulsen a un planeta. Por ejemplo, en la actualidad, en el Sistema Solar solo hay un planeta con posibilidades (muy remotas) de terminar expulsado en el futuro. Mercurio, en unos miles de millones de años, podría ver su órbita suficientemente alterada para terminar cruzándose con la de Venus.

Si eso pasase, las consecuencias se notarían en el Sistema Solar. Hay diferentes posibilidades. Por un lado, Mercurio podría chocar con el Sol. Por otro, podría no pasar nada. También podría ser expulsado y ser un planeta errante. O hacer que su presencia se sienta en todas partes. Porque, en unos 3.300 millones de años, Mercurio podría chocar con Venus. Eso no tendría grandes consecuencias para el resto del Sistema Solar, o con la Tierra. Pero hay un escenario mucho más complejo…

Mercurio podría afectar al Sistema Solar

Mercurio visto por la sonda Messenger en 2008.
Crédito: NASA

Es posible que Mercurio desestabilice las órbitas de los planetas rocosos y provoque el caos. En ese escenario, lo más probable sería que la Tierra y Venus chocasen. Pero no se podría descartar que ni Mercurio, ni Marte, chocasen con nuestro planeta. En cualquier caso, la posibilidad de que algo de esto suceda (tanto las posibles colisiones como que Mercurio se convierta en planeta errante es mínima.

Eso no quiere decir que no haya muchos planetas que sí han pasado por ese destino que quizá Mercurio sufra algún día. Aunque, a decir verdad, que un planeta se convierta en errante no quiere decir que esté condenado a orbitar alrededor del centro de la galaxia hasta el fin de los tiempos. Si las condiciones son las apropiadas, una estrella puede capturar un planeta errante. Es más, podría haber pasado muchas veces en la historia de la galaxia.

Aunque seguramente no habrá sido un fenómeno abundante. Es necesario que se den ciertos factores. La estrella y el planeta errante deben acercarse lo suficiente y a la velocidad correcta. Si el planeta errante, o la estrella, se mueven demasiado rápido, no llegará a producirse la captura. Aún así, algún que otro estudio ha planteado que podría haber miles de millones de estrellas, en la historia de la Vía Láctea, que hayan capturado planetas errantes.

Vida en los planetas errantes

Concepto artístico de una enana marrón de tipo Y.
Crédito: NASA/JPL-Caltech

Llegados a este punto, quizá te preguntes, ¿los planetas errantes podrían tener vida? La respuesta, por sorprendente que parezca, es que en ciertas condiciones sí podría ser posible. Desde luego, no puede ser vida en la superficie porque no habría una fuente de calor. Si fuese un mundo helado, algo como el satélite Encélado (de Saturno), podría tener vida en los océanos líquidos que hubiese bajo su superficie congelada.

¿Cómo mantendría un planeta errante esos océanos líquidos? Con su propio calor interno. No sería ideal y seguramente la vida, si es que llegase a desarrollarse, sería simple y no tendría mucho tiempo para evolucionar. Pero cabe esa posibilidad; quizá haya mundos así, en plena oscuridad, con océanos repletos de vida que no podemos detectar. Es más, en un estudio bastante reciente, se planteaba que la Tierra, si fuese un planeta errante, no se convertiría en un mundo inhóspito.

Toda la superficie se congelaría pero las profundidades de los océanos no. El posible planeta errante más lejano que se ha confirmado hasta la fecha es S Ori 52, a 1.170 años-luz de distancia. Posible porque no está claro si se trata de un planeta o de una enana marrón. Es muy difícil saber cuál es el planeta errante más cercano identificado. Durante un tiempo, se pensó que podía ser WISE 0855-0714, que está a 7,27 años-luz, pero se considera que es una enana marrón…

La dificultad de identificar planetas errantes

Cha 110913-773444, un posible planeta errante.
Crédito: NASA/JPL; IPAC

Lo mismo sucede con UGPS J072227.51-054031.2, que está a algo más de 13 años-luz. Más interesante es Cha 110913-773444. Está a 163 años-luz. Al igual que en casos anteriores, no está claro si podría ser una enana marrón de poca masa o un planeta errante. Pero lo interesante es que, si fuese un planeta errante, tendría lunas a su alrededor. Por ahora no hemos detectado exolunas (es como se llama a los satélites de planetas más allá del Sistema Solar).

Así que estaríamos ante un hallazgo muy importante. Pero para poder saberlo con certeza, primero es necesario determinar si realmente se trata de un planeta errante. Esto nos lleva a otro escenario muy interesante. Un planeta errante con un satélite lo suficientemente grande (como la Tierra con la Luna) podría generar suficiente calor interno. La interacción gravitatoria con su satélite permitiría mantener condiciones relativamente favorables para la vida bajo superficie.

SDSS J111010.01+011613.1 es uno de los pocos planetas errantes que sí está confirmado. Está a 63 años-luz de la Tierra y fue descubierto en 2015. No es fácil descubrir planetas errantes. Evidentemente, al no estar asociados a una estrella, no podemos esperar encontrarlos con los métodos de observación típicos. De hecho, todos (o casi todos) los posibles planetas errantes han sido descubiertos de causalidad.

Un campo en el que todavía hay mucho trabajo que hacer

Concepto artístico del telescopio espacial James Webb.
Crédito: NASA

El método de tránsito (el más utilizado en la detección de exoplanetas) no nos sirve. En su lugar, habría que recurrir a otras técnicas, como la lente gravitatoria o, simplemente, la observación en infrarrojo. Quizá, en los próximos años, con instrumentos mejores, es posible que se detecten más planetas errantes, pero parece poco probable que, a corto plazo, vayamos a descubrirlos en cantidades importantes.

Aunque, personalmente, creo que es cuestión de tiempo. Se calcula que la Vía Láctea podría tener miles de millones de planetas errantes. Es cuestión de tiempo que los astrónomos descubran un método efectivo para poder dar con ellos. La evolución de nuestra propia tecnología también nos ayudará, con telescopios como el Extremadamente Gigante o James Webb, que entrarán en funcionamiento en los próximos años.

Quién sabe, quizá en algún momento descubramos un planeta errante que, al estudiarlo, nos permita concluir que se originó en el Sistema Solar. ¿Cuántos mundos podrían haber compartido ese destino? Es difícil saberlo. Pero la posibilidad de que pueda haber mundos, orbitando el centro de la galaxia, que fueron expulsados de este pequeño rincón de la Vía Láctea tiene cierto encanto. Hermanos de nuestros planetas a miles de años-luz…