Parece que no es necesario que un planeta tenga placas tectónicas para poder albergar vida. Esa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores. Algo que nos permite tener un mejor panorama respecto a los mundos que podrían ser habitables…

Las señales de planetas habitables

Las placas tectónicas no son necesarias para la vida

Concepto artístico de un exoplaneta visto desde su luna.
Crédito: IAU/L. Calçada

Durante mucho tiempo, se ha supuesto que las placas tectónicas son uno de los requisitos para que la vida pueda desarrollarse. Al menos la vida tal y como la conocemos en la Tierra. A la hora de buscar vida en otros lugares, una de las señales que se busca es dióxido de carbono en la atmósfera. En nuestro planeta, permite que la temperatura de la superficie aumente gracias al efecto invernadero.

Además, el carbono sigue un ciclo desde la atmósfera al interior de la superficie a través de diversos procesos naturales. El vulcanismo libera gases en la atmósfera. Después, ese dióxido de carbono es arrancado de la atmósfera y queda secuestro en rocas y sedimentos en la superficie. El equilibrio entre ambos procesos permite que el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera sea constante. Algo importante para que el clima sea templado y apropiado para la vida.

La mayor parte de volcanes de la Tierra están cerca del borde de las placas tectónicas. Por ello, muchos científicos creen que son necesarios para la vida. La subducción, el proceso por el que una placa tectónica es empujada al interior por otra, es también importante. Porque puede ayudar al ciclo del carbono al empujarlo hacia el manto de nuestro planeta. Los planetas sin placas tectónicas son planetas estancados.

Los planetas estancados

Concepto artístico de una enana roja, con un exoplaneta terrestre habitable y dos exolunas.
Crédito: NASA/Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics/D. Aguilar

En ese tipo de planetas, la corteza es una gigantesca placa esférica que flota sobre el manto. En lugar de pequeñas placas tectónicas. Se cree que estos planetas son mucho más abundantes que los que sí tienen placas tectónicas. A fin de cuentas, la Tierra es el único que conocemos que las tenga. Con todo esto en mente, los investigadores crearon un modelo por ordenador para observar el ciclo vital de un planeta.

Se fijaron en cuánto calor podría retener su entorno en función del calor inicial. Así como la cantidad de elementos, que puedan producir calor, presentes en el momento de la formación del planeta. Algunos pueden producir calor mientras decaen. En la Tierra, el decaimiento del uranio produce torio y calor. El decaimiento del torio, a su vez, produce potasio y calor. Tras cientos de simulaciones, con diferentes tamaños y composiciones químicas, los investigadores llegaron a una conclusión interesante.

Vieron que los planetas estancados pueden tener condiciones apropiadas para mantener agua en estado líquido durante miles de millones de años. En los casos más extremos, podrían mantenerla durante 4 000 millones de años. Casi tanto como la vida de la Tierra hasta la actualidad. Además, en estos planetas también hay vulcanismo. Solo que dura mucho menos que en un planeta que tenga placas tectónicas.

El papel de las placas tectónicas y el dióxido de carbono

Concepto artístico del exoplaneta Kepler-186f.
Crédito: NASA Ames/SETI Institute/JPL-Caltech

Algo lógico al tener en cuenta que no el ciclo del carbono no se puede mantener. Los volcanes permiten una sucesión de corrientes de lava, que con el paso del tiempo quedan enterradas. Las rocas y los sedimentos se calientan a medida que la profundidad aumenta. Así que los investigadores vieron que, con una presión y calor suficientemente elevados, el dióxido de carbono, en forma de gas, puede escapar de las rocas y volver a la superficie.

Ese mismo proceso tiene lugar en la Tierra, con el agua, en las zonas de las fallas de subducción. Además, el mecanismo aumenta en función de los tipos y cantidades de elementos, que produzcan calor, presentes en un planeta. Al menos hasta cierto punto. De tal manera que hay un punto intermedio en el que se libera el suficiente dióxido de carbono para que el planeta no se congele. Pero no tanto como para que se acumule en la atmósfera y el clima no sea templado.

Por lo que, teniendo todo esto en cuenta, los investigadores explican que, según su modelo, la presencia, y cantidad, de elementos que produzcan calor, son mucho mejores indicadores de la posibilidad de que un planeta pueda albergar vida. Algo que indica que, por tanto, la composición inicial, y el tamaño, de un planeta es importante para definir su habitabilidad. Por lo que su futuro queda definido prácticamente desde el momento de su formación…

El estudio es Bradford J. Foley y Andrew J. Smye; «Carbon Cycling and Habitability of Earth-Sized Stagnant Lid Planets». Publicado en la revista Astrobiology el 1 de julio de 2018. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: Phys