Ya sabemos que la región más allá de Neptuno está repleta de objetos, a los que llamamos objetos transneptunianos (y abreviamos como TNOs por sus siglas en inglés). Ahora, hemos descubierto uno que es especialmente llamativo, y que recibe el nombre de Niku…

Un Sistema Solar caótico

Concepto artístico de un objeto transneptuniano. Crédito: NASA, ESA, y G. Bacon (STScI).

Concepto artístico de un objeto transneptuniano.
Crédito: NASA, ESA, y G. Bacon (STScI).

Nuestro pequeño hogar cósmico es un lugar mucho más caótico de lo que podríamos pensar si observamos los planetas y sus órbitas. Es tentador pensar que todo es estable desde hace miles de millones de años, pero no es del todo cierto. Lejos de Neptuno quedan muchos restos y material de la formación de los orígenes del Sistema Solar, y hemos encontrado algunos objetos que no están en la misma posición ni órbitas que los planetas. Plutón fue el primer objeto transneptuniano que descubrimos, allá por 1930, pero la gran avalancha llegó a partir de 1992, cuando descubrimos el TNO (15760) 1992 QB. Hoy en día, hay más de 1750 conocidos, que encajan en varias divisiones: el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort, así como el disco de material disperso.

Ahora nos hemos encontrado con un objeto atípico y muy controvertido, al que sus descubridores han llamado Niku. No parece tener más de 200 kilómetros de diámetro, pero lo que llama su atención es que su plano orbital está inclinado 110 grados respecto al plano del Sistema Solar. Es decir, su órbita es retrógrada, se mueve alrededor del Sol en dirección opuesta al resto de los planetas. Hay otro TNO que también exhibe este comportamiento, llamado 2008 KV42.

En el estudio de Niku, producido por un grupo de astrónomos de Taipei, se destaca que 2008 KV42 ya ha sido objeto de simulaciones dinámicas que muestran que su órbita es estable durante miles de millones de años. Los investigadores no creen que el objeto proceda del Cinturón de Kuiper, por lo que es posible que venga de la Nube de Oort, aunque todavía no comprendemos demasiado sobre la dinámica orbital de los objetos en esa región tan distante del Sistema Solar.

Una órbita estable

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar. Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

En cualquier caso, el descubrimiento de Niku es otro indicativo de que hay algo que está haciendo que las órbitas de estos objetos no se desestabilicen. Las simulaciones realizadas por los investigadores, utilizando 1.000 clones y simulándolos durante un periodo de mil millones de años, muestran órbitas estables que encajan con la ubicación de Niku y 2008 KV42, por lo que es posible que exista una población mucho más grande de objetos en esa configuración, y con orígenes similares, esperando ser descubierta.

¿Qué podría causar esa acumulación de objetos con órbitas altamente inclinadas respecto al plano orbital del Sistema Solar? Para intentar determinarlo, el equipo ha recurrido a objetos que conocemos y que tienen inclinaciones muy elevadas, del Catálogo del Centro de Planetas Menores. De ahí seleccionaron varios dependiendo de una serie de factores y simulaciones. Aunque la cantidad final es pequeña, sólo seis objetos, la probabilidad de que haya seis objetos en un mismo plano orbital es lo suficientemente baja como para no poder atribuirlo a la casualidad.

Además, la precesión de las órbitas (un fenómeno que hace que la órbita vaya variando su recorrido por el espacio con el paso del tiempo) debería evitar que se acumulen, así que los investigadores han supuesto que debe haber otro mecanismo que lo pueda explicar. En este punto, puede resultar tentador pensar que podría deberse a la presencia del Planeta Nueve, ese hipotético mundo que podría estar en las afueras del Sistema Solar, que sería de diez a veinte veces más masivo que la Tierra, porque las evidencias que tenemos de su existencia vienen precisamente del comportamiento de otro grupo de objetos con órbitas inclinadas.

Pero, tanto un hipotético Planeta Nueve, como un posible planeta enano en los confines del Sistema Solar, como incluso la existencia de alguna estrella distante que fuese compañera del Sol fracasan cuando el equipo intenta utilizarlos como explicación de su análisis. Para explicar esa acumulación de objetos en la misma órbita hace falta algún mecanismo que por ahora no ha sido descubierto. Los investigadores han probado ideas de todo tipo, pero ninguna encaja.

Un objeto poco comprendido

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper.

La órbita de Niku es un misterio, quizá por eso su nombre signifique rebelde en chino. Para poder entender cómo ha terminado ahí, tanto Niku como otros objetos, es necesario acumular más datos que nos permitan comprender qué es lo que hace que sus órbitas sean estables. Para ese propósito, es posible que el Large Synoptic Survey Telescope sea de gran ayuda, ya que realizará un análisis del firmamento, durante diez años, en el que producirá una cantidad enorme de imágenes a partir de 2022.

Poco a poco vamos comprendiendo mejor cómo es el Sistema Solar y su naturaleza. Habrá que prestar atención a la información que obtengamos durante los próximos años para poder entender mejor cómo son las regiones más distantes de nuestra estrella. El estudio es «Discovery of A New Retrograde Trans-Neptunian Object: Hint of A Common Orbital Plane for Low Semi-Major Axis, High Inclination TNOs and Centaurs«, que ha sido aceptado para su publicación en Astrophysical Journal Letters y puede consultarse en arXiv.

Referencias: Centauri Dreams