¿Alguna vez has oído hablar de la Pequeña Edad de Hielo? Curiosamente, parte de ese período coincide con el Mínimo de Maunder. En él, el Sol tuvo un nivel de actividad inusualmente bajo. Pero… ¿en qué consistió y qué consecuencias tuvo para la Tierra? ¿por qué se produjo?

Un ciclo de poca actividad

Manchas solares observadas durante los últimos 400 años.
Crédito: Robert A. Rohde

El Mínimo de Maunder tuvo lugar entre los años 1645 y 1715. Fue un período de 70 años en el que la actividad solar fue inusualmente baja. Apenas se llegaron a observar manchas solares en la superficie del Sol. El nombre de este período parece que fue acuñado en el año 1976. En ese momento, el astrónomo americano John Eddy lo utilizó en un estudio publicado en la revista Nature. Hace referencia a Annie y Edward Maunder, dos astrónomos británicos de finales del siglo XIX.

Ambos son conocidos por sus estudios sobre cómo cambian las latitudes de las manchas solares con el paso del tiempo. El período que examinaron incluía la segunda mitad del siglo XVII, cuando tuvo lugar el mínimo. En el gráfico que acompaña esta sección, puedes ver las manchas solares registradas en los últimos 400 años. Es autodescriptiva. Llama mucho la atención como durante esos 70 años apenas hubo manchas.

De hecho, durante un período de 27 años (de 1672 a 1699) se observaron menos de 50. Lo típico, en ese período de tiempo, es ver entre 40.000 y 50.000 manchas solares. En sí mismo, el fenómeno no es algo que debería llamarnos la atención. Los estudios sugieren que el Sol pasa por períodos de poca actividad de cuando en cuando. En los últimos 8.000 años, ha experimentado, al menos, 18 períodos de una intensidad similar a la del Mínimo de Maunder.

No es una anomalía

El río Támesis congelado en el año 1677. Cuadro de Abraham Hondius (1631-1691).

Es más, es posible que pase la cuarta parte del tiempo completo de su vida en períodos así de «tranquilos». Por tanto, no es motivo de preocupación. Lo más interesante de todo esto, no es solo el funcionamiento de los ciclos solares. Coincidió con parte de la llamada Pequeña Edad de Hielo. Fue un período de tiempo durante el que Europa y Norteamérica se vieron sujetos a inviernos muy fríos. En algunos de ellos, la temperatura era tan baja que el Támesis se congelaba a su paso por Londres.

El río dejó de congelarse en el siglo XIX. Si bien no influyó solo el clima porque, en los años posteriores, su curso sufrió varias alteraciones. Se eliminó un viejo puente medieval y algunas construcciones realizadas provocaron un aumento de caudal. A mayor caudal, como seguramente sepas, más frío hace falta para congelar la superficie de un río. Aunque es tentador establecer una conexión entre la Pequeña Edad de Hielo y el Mínimo de Maunder, hay que hacer algunas aclaraciones. No fue una edad de hielo tal cual.

No fue una bajada de temperaturas a escala global. Los veranos, incluso en Europa y Norteamérica, no fueron muy diferentes a los veranos previos y posteriores al Mínimo de Maunder. Es más, ni siquiera todos los inviernos fueron igual de fríos. El nombre tiene un tanto de exageración. De hecho, el invierno más frío registrado en Inglaterra tuvo lugar entre 1683 y 1684, en pleno Mínimo de Maunder. Solo 2 años después (aún en el mínimo) se registró el quinto invierno más cálido del que se tiene constancia en 350 años de registro de temperaturas en Inglaterra.

La conexión entre el Mínimo de Maunder y la temperatura

Comparación de diferentes datos durante el Mínimo de Maunder

Comparación de manchas solares, temperatura en Inglaterra central y temperatura del hemisferio norte.
Crédito: Wikimedia Commons/MichaelLockwood

Por ahora, no se ha encontrado una conexión clara entre actividad solar y temperaturas más bajas en el hemisferio norte. Aunque sí que hay que mencionar que los mínimos de Dalton y Spörer (mucho más activos que el de Maunder) coincidieron con períodos más fríos de lo normal. El gráfico que acompaña esta sección quizá nos sirva. Compara la cantidad de manchas solares (primera figura) con la anomalía térmica de Inglaterra Central (la línea azul es la media del invierno y la roja es la de verano) y con la anomalía del hemisferio norte.

Lo que sí tenemos es alguna lectura que puede ser interesante. La NASA comentó que es posible que la cantidad de radiación ultravioleta emitida por el Sol, a lo largo de un ciclo solar, varíe más de lo pensado. En 2011, la revista Nature Geoscience publicó un modelo climático que establecía una conexión entre la baja actividad solar, la corriente en chorro (una corriente fuerte y estrecha de aire en las capas altas de la Tierra) y los relacionaba con los inviernos suaves del sur de Europa y Groenlandia y los inviernos más severos del norte de Europa y Estados Unidos.

De hecho, Madrid y Nueva York tienen inviernos muy diferentes, pese a estar casi en la misma latitud. Pero, como digo, no hay una relación clara. Es posible que los mínimos solares sean un factor determinante en el rigor del clima en el planeta, o que simplemente sean un factor más. Es algo que, quizá, se pueda determinar en los próximos años (tanto si hay relación como si no). Pero es un buen recordatorio de que nuestro Sol no es una estrella inmutable.

El papel del Sol

Una feria sobre el Támesis congelado, en 1683-1684.
Crédito: Thomas Wyke

Nuestra estrella no solo tiene ciclos solares, ni ha atravesado fases de poca actividad solar, también ha emitido llamaradas que se dejaron sentir en nuestro planeta, como el Evento Carrington. Por cierto, la Pequeña Edad de Hielo no fue una consecuencia de la actividad del Sol. Su duración fue muy superior a la del Mínimo de Maunder, con dos intervalos de tiempo diferentes, según a qué expertos le preguntes.

Unos dicen que del siglo XVI al XIX. Otros ponen su inicio mucho antes, en el siglo XIV (hacia el año 1300) y mantienen el final en el siglo XIX (hacia el año 1850). En esos siglos, se identifican tres períodos particularmente fríos, uno que comenzó en 1650, otro en 1770 y el último en 1850, separados por pequeños intervalos algo más calurosos. El Mínimo de Maunder solo coincide con el primero.

El mínimo de Spörer es anterior (1460-1550) y el Mínimo de Dalton es posterior, aproximadamente de los años 1790 a 1830. Si bien es cierto que los tres coinciden con períodos más fríos de lo normal, también ha habido inviernos muy fríos en momentos de actividad solar «normal». En definitiva, queda mucho por aprender. Eso sí, que la actividad solar pudiese estar relacionada con cambios de temperatura, no sería, en ningún caso, explicación suficiente para el cambio climático. Eso es enteramente provocado por nosotros, muy a nuestro pesar…