De todos los lugares del Sistema Solar, hay uno que resulta especialmente prometedor, el satélite más grande de Saturno. Un estudio ha identificado un microorganismo que podría sobrevivir en Encelado, bajo las condiciones que se cree que podría haber allí…

El metano podría apuntar a vida en Encélado

Un microbio podría sobrevivir en Encélado

Imagen de una columna de vapor de un géiser en el polo sur de Encélado.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Como quizá sepas, se ha detectado la presencia de metano en el satélite más grande de Saturno. Algo que es prometedor y a la vez no indica nada, porque es un elemento que puede tener un origen biológico (como en la Tierra)… e inorgánico. Es decir, encontrar metano en otros planetas (u objetos celestes) es una señal que podría indicar la presencia de formas de vida… o no indicar absolutamente nada fuera de lo normal.

Sin embargo, un grupo de investigadores se ha propuesto determinar qué tipos de organismos podrían sobrevivir en Encélado. Hay varias hipótesis sobre cómo sería el océano bajo su superficie. Así que, sabiendo las condiciones, es posible buscar qué formas de vida podrían aguantar esas condiciones. Además, necesitamos que produzcan metano (ya que lo hemos detectado en el satélite).

Entre las enormes cantidades de formas de vida de la Tierra, hay algunos microorganismos que encajan. Concretamente, las arqueas y, en particular, un tipo de microbio muy concreto. Se trata del Methanothermococcus okinawensis, que puede encontrarse a grandes profundidades en el mar cerca de Japón. Podría sobrevivir a la temperatura, presión y composición química que se cree que tiene el océano del satélite de Saturno.

Una explicación para el metano

Encélado, visto por la sonda Cassini.
Crédito: Cassini Imaging Team, SSI, JPL, ESA, NASA

Que en la Tierra tengamos un microbio así quiere decir que el metano detectado en Encélado podría proceder de vida microbiana. Evidentemente no quiere decir que este microbio en particular viva allí. Pero sí algún tipo de vida microbiana metanógena. Es decir, que produzca metano. Si es así, alguna próxima misión podría ser capaz de detectar las señales de la presencia de estos microorganismos en el océano.

Los investigadores, en cualquier caso, son precavidos sobre la posibilidad de vida en Encélado. Lo que sugieren es que parte de ese metano podría tener un origen biológico. Es la primera vez, según comentan, que se realiza un estudio de estas características. Lo que han hecho es simple. Han investigado tres microorganismos en laboratorio para ver si podrían sobrevivir a las condiciones del satélite y producir metano.

Lo cierto es que las condiciones son bastante extremas. Tienen que soportar una presión de hasta 90 bares. La presión a nivel del mar es de 1 bar. También tienen que ser capaces de hacer frente a temperaturas desde los 0ºC hasta los 100ºC. Esa diferencia vendría motivada por la existencia de fuentes hidrotermales. Su existencia permitiría que hubiese una fuente de energía para los microbios.

¿Cómo sobrevivir en Encélado?

Concepto artístico de Cassini atravesando la pluma de un géiser en Encélado.
Crédito: NASA/JPL-Caltech

En el experimento, los investigadores utilizaron frascos de 20 mililitros de capacidad. Los llenaron de un líquido con compuestos inorgánicos y añadieron los microbio, así como hidrógeno y dióxido de carbono. De tal manera que hay comida y energía. Las mismas condiciones que, se cree, debería haber en Encélado. De los tres microbios, el único que fue capaz de sobrevivir a las condiciones fue el Methanothermococcus okinawensis.

El hecho de que haya sobrevivido a las condiciones indica que podría haber microbios de este tipo que sean capaces de sobrevivir en Encélado. El experimento demuestra que, bajo estas condiciones, el organismo produce metano. El hogar de estos microbios estaría en las fuentes hidrotermales, en las profundidades del océano. Peor, por ahora, tendremos que conformarnos con esto. No hay mucho más.

Hay que dejar claro que el estudio no es una prueba definitiva de que Encélado sea habitable. La información que tenemos sobre el satélite es muy limitada. Así que esta es la conclusión a la que se ha llegado con los datos disponibles. Es lo mejor que podemos tener en estos momentos. Sin embargo, es posible que las condiciones simuladas en el laboratorio no sean exactamente las que hay realmente en el océano de Encélado.

Hace falta más información

En esta imagen, puedes ver el polo sur de Encélado expulsando material al espacio. Sale a una velocidad cercana a los 1300 km/h.
Crédito: Credit: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Esos datos están extrapolados a partir de la información obtenida por la sonda Cassini. Para tener una imagen más acertada, tendremos que obtener información. Se ha planteado la posibilidad de mandar nuevas misiones a Encélado en los próximos años. Pero, en el mejor de los casos, tendremos que esperar hasta la siguiente década, o quizá más. Así que por ahora solo podemos especular con la posibilidad de que algún microorganismo pueda sobrevivir en Encélado.

A medida que vayamos despejando incógnitas tendremos una imagen mucho más precisa. Por ejemplo, ¿hay suficiente energía en ese océano para permitir que se desarrollen los organismos? ¿Las temperaturas son las que se han extrapolado? Cada una de esas preguntas (y muchas otras que podemos hacer) añade un margen de error a cualquier experimento que hagamos. Pero no deja de ser interesante. Encontrar vida en otros lugares del Sistema Solar sería un gran descubrimiento.

Los investigadores también comentan que hay que ser muy cuidadosos. Sus hallazgos resaltan que, en las condiciones apropiadas, algunos organismos de la Tierra podrían sobrevivir en Encélado. Así que hay que ser cuidadosos y no contaminarlo. Si, de alguna manera, los microbios de la Tierra terminasen llegando a su superficie (viajando en alguna nave espacial), podrían provocar que tengamos una falsa lectura de vida alienígena.

El estudio es R. Taubner, P. Pappenreiter, J. Zwicker et al.; «Biological methane production under putative Enceladus-like conditions». Publicado en la revista Nature Communications el 27 de febrero de 2018. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: Phys.org, Nature Communications