Como quizá sepas, los científicos creen que Marte debió tener océanos hace miles de millones de años, en los que podrían haber aparecido formas de vida en su superficie. Ahora, un nuevo estudio puede aportar más evidencias a esa hipótesis, ya que han hallado señales de tsunamis…

El antiguo océano de Marte

Marte pudo tener un océano en el hemisferio norte hace unos 4.000 millones de años. Crédito: ESO/M. Kornmesser/N. Risinger

Marte pudo tener un océano en el hemisferio norte hace unos 4.000 millones de años.
Crédito: ESO/M. Kornmesser/N. Risinger

Aunque hoy en día el planeta rojo no es un lugar especialmente acogedor, tenemos muchas pistas y evidencias que apuntan a que Marte no debió ser demasiado diferente de la Tierra hace miles de millones de años. En nuestro planeta, allá donde hay agua líquida encontramos vida, así que los científicos siempre han insinuado que es posible que en Marte también apareciese, y evolucionase, cuando todavía era un planeta húmedo. Es posible que esas formas de vida incluso hayan perdurado hasta la actualidad, sobreviviendo escondidas bajo la superficie.

El caso es que nadie puede decir con certeza si realmente existió ese océano, ni qué tamaño pudo llegar a tener. Hasta ahora no teníamos evidencias de la presencia de líneas de costa que hayan sido moldeadas por el ir y venir de las olas, pero las nuevas imágenes térmicas de las llanuras del norte de Marte revelan lo que parecen ser las marcas dejadas por dos megatsunamis que debieron tener lugar hace unos 3.400 millones de años (momento en el que, creemos, el planeta debió tener un océano frío y salado).

Si los investigadores están en lo cierto, en palabras de Alberto Fairén (un científico del Centro de Astrobiología en Madrid y de la Universidad de Cornell en Nueva York y coautor del estudio), «será la evidencia más sólida y definitiva de que el planeta rojo tuvo océanos que perduraron a lo largo del tiempo».

En las costas marcianas

Las flechas indican la parte más alta hasta la que llegó el primer tsunami. Crédito: Alexis Rodriguez

Las flechas indican la parte más alta hasta la que llegó el primer tsunami.
Crédito: Alexis Rodriguez

Los científicos han examinado las antiguas costas marcianas en busca de anomalías y han descubierto lóbulos que modifican parte de esas costas. Los lóbulos son proyecciones curvadas, redondeadas, de depósitos de sedimentos. Tienen un tamaño enorme, con cientos de kilómetros de ancho y largo, y habrían sido provocados por dos tsunamis gigantescos que se extendieron a lo largo de una amplia superficie, cubriendo llanuras y tierras altas.

El más viejo cubrió un área de 800.000 kilómetros cuadrados y llegó a arrastrar rocas de hasta 10 metros en su camino, mientras que el más joven cubrió una zona de un millón de kilómetros cuadrados. A medida que la gravedad arrastraba el agua de la ola al lugar del que procedió fue creando multitud de canales con un ancho de unos 200 metros y hasta 20 kilómetros de longitud. Este tipo de canales son similares a los que podemos ver en los tsunamis que se producen aquí en la Tierra.

Estos lóbulos podrían ser las marcas que quedan de aquel segundo tsunami, que se hubiera producido cuando el planeta era más frío. Crédito: A. Rodriguez

Estos lóbulos podrían ser las marcas que quedan de aquel segundo tsunami, que se hubiera producido cuando el planeta era más frío.
Crédito: A. Rodriguez

También resulta muy interesante ver que, en el margen de tiempo entre ambos, el clima marciano parece que se volvió mucho más frío ya que los lóbulos del segundo eran ricos en hielo. Se congelaron en la superficie, cuando llegaron a su máxima extensión, y ese hielo nunca volvió al océano, lo que implicaría que estaba parcialmente congelado en aquel momento.

El origen de los dos megatsunamis estaría en dos impactos de meteoritos. Los propios investigadores calcularon que los impactos habrían creado cráteres de unos 30 kilómetros de diámetro y hubieran desencadenado tsunamis con olas de hasta 50 metros en la costa. Por estudios anteriores, se sabe que hace 3.400 millones de años los impactos de este tipo, en Marte, sucedían con una frecuencia de unos 30 millones de años.

Playas marcianas

Puede ser tentador imaginarse que aquellas antiguas playas marcianas pudieron ser alguna vez como las paradisíacas playas que podemos observar en las zonas tropicales de nuestro planeta, pero nada más lejos de la realidad. De haber existido, según los investigadores, habrían sido bastante frías, quizá más parecidas a las nada acogedoras costas del norte de Europa en invierno. En cualquier caso, lo más interesante es que este estudio podría aportar más evidencias de que, en la antigüedad, Marte tuvo vida.

El agua fría y salada puede ser un buen refugio para la vida en entornos extremos porque la sal hace que su punto de congelación descienda. Si existió vida en el planeta rojo (algo que sigue siendo mucho suponer, por otro lado), es posible que los lóbulos creados por estos tsunamis sean el mejor lugar que podemos estudiar en busca de señales biológicas.

Aun hay más, los investigadores están estudiando la posibilidad de que algunos tsunamis pudiesen haber alcanzado costas glaciares, lo que podría haber provocado el desprendimiento de grandes bloques de hielo que hubieran vagado en las aguas costeras como icebergs. Las próximas investigaciones se centrarán en otras partes de las líneas costeras de Marte, en busca de más depósitos de tsunamis, y que podrían ser elegidos como destinos de aterrizaje en el futuro para poder analizar el hielo e investigar cuál era la composición del océano de Marte…

El estudio ha sido publicado en la edición online de la revista Scientific Reports.

Referencias: Space, Gizmodo