Lunar IceCube es una pequeña nave que ayudará a la NASA a analizar la distribución e interacción del agua presente en la Luna. Será muy útil para una futura colonia humana, que necesitará este recurso, que podrá utilizar para crear, incluso, combustible para cohetes.

Lunar IceCube investigará la distribución de agua y otros elementos volátiles

Para poder tener una presencia humana en la Luna, de forma prolongada, será necesario entender los recursos que ofrece nuestro satélite. En su superficie podemos encontrar agua en forma de hielo. Así como otros elementos que podrían ser muy útiles. El hielo es, lógicamente, útil desde el punto de vista de supervivencia más básico. Pero también permitirá crear combustible para cohetes. Algo que ayudaría a simplificar una misión que es tan ambiciosa como compleja. Con ese objetivo en mente, llega Lunar Icecube, una pequeña nave.

Lunar IceCube: en busca de recursos en la Luna
Concepto artístico del Lunar IceCube. Crédito: Morehead State University

A bordo, la NASA ha instalado un instrumento llamado BIRCHES (por las siglas de Broadband InfraRed Compact High-Resolution Exploration Spectrometer). Permitirá determinar donde se encuentra el agua en la Luna, cuáles son sus orígenes y qué usos se le podría dar. La esperanza es que permita reducir los costes de futuras misiones tripuladas. Al analizar cómo interactúa ese hielo con la Luna, no solo se responderá a cuestiones científicas. También ayudará a entender mejor cómo poder tener un asentamiento permanente.

El instrumento no solo permitirá analizar la presencia de agua en la superficie de la Luna. También en su exosfera, algo similar a una esfera, pero extremadamente tenue, que rodea a nuestro satélite. Los científicos, en este sentido, esperan entender cuál es la capacidad de absorción y liberación del regolito lunar. Podría ser comparable al del suelo que podemos encontrar en la Tierra. Estudiando la absorción y liberación del agua, se pueden analizar los cambios que suceden en la superficie de la Luna. Todo ello será muy útil.

La órbita de Lunar IceCube

Para poder llevar a cabo las observaciones, Lunar IceCube describirá una órbita elíptica alrededor de la Luna, con una duración de siete horas. Durante una hora, de esas siete, observará la superficie. Es un tiempo reducido, producto de la perspectiva del instrumento BIRCHES de la Luna. Si la luz del Sol alcanza su campo de visión, podría quedar dañado permanentemente por la intensidad de la energía del Sol en el detector infrarrojo. Así como en otros componentes ópticos, muy sensibles, que utiliza el instrumento.

Concepto artístico de la nave Starship en una base lunar. Crédito: SpaceX

Para evitarlo, la nave cuenta con una pequeña puerta que tapará (y abrirá) el instrumento para protegerlo. Lunar IceCube observará diferentes lugares, permitiendo que esa información se pueda combinar con la de otras naves que están estudiando el satélite. Todo esto, además, como cuenta el equipo de científicos trabajando en la misión, será también una buena prueba para adquirir conocimiento. Algo que ayudará en la misión, aun más ambiciosa, de conseguir establecer una presencia permanente en otros lugares, como Marte.

Lunar IceCube es una nave de pequeñas dimensiones. Utilizará un motor de propulsión de iones, que utilizará una pequeña cantidad de combustible para aumentar la velocidad de la nave. Es otro ejemplo de tecnología que, también, se podrá emplear en otras misiones que se lleven a cabo en el futuro. Algo que ayudará a explorar, con naves más pequeñas, otros lugares del Sistema Solar. La Nave pesa apenas 14 kilogramos. Es una de las opciones más eficientes y baratas para poder estudiar la Luna. Mucho más pequeña que las naves más tradicionales.

No entrará en funcionamiento hasta 2020

La misión Lunar IceCube es el fruto de una colaboración entre diferentes departamentos de la NASA, así como diferentes empresas privadas y algunas universidades. El instrumento BIRCHES todavía está en fase de pruebas. Se espera que se entregue en agosto, de 2020, para integrarse en la nave. El lanzamiento se producirá con el cohete SLS Artemis-1. Todavía habrá que esperar para verlo en acción. Pero es otra señal de ese objetivo tan ambicioso que persigue la agencia estadounidense. Quieren regresar al satélite en 2024.

La Luna
La Luna en fase menguante. Crédito: John Brimacombe

Todo esto son pasos que permitirán que, en 2024, Estados Unidos esté preparado para regresar a la Luna con una misión tripulada. La primera, de producirse, desde principios de la década de los 70. El plazo planteado es tremendamente ambicioso. Queda mucho todavía por recorrer, pero está claro que ni la NASA ni sus socios se andan con bromas. Veremos si realmente consiguen cumplir unos plazos que se antoja muy agresivos. Desde luego, parece que, si se retrasa, no será porque la agencia no esté poniendo todo de su parte…

En el horizonte, además, está ese objetivo de visitar Marte por primera vez con una misión tripulada. Aunque no sucederá hasta la década de 2030, todo lo que se lleve a cabo en la Luna será muy útil para esa otra campaña. Ese conocimiento se podrá poner en práctica en el planeta rojo. También ayudará a que, con el paso del tiempo, se pueda establecer una colonia permanente allí. Son los primeros pasos de un objetivo que, aunque muy ambicioso, sería un gran salto para la Humanidad…

Referencias: Phys