La Nebulosa de Orión es una de las regiones de formación de estrellas más populares y mejor estudiadas de la Vía Láctea. Es visible a simple vista desde nuestro planeta, sin la ayuda de telescopios o prismáticos astronómicos, y un nuevo estudio nos ha revelado que contiene muchos más objetos de los que se calculaba…

La función de masa inicial

La Nebulosa de Orión vista en infrarrojo. Crédito: ESO

La Nebulosa de Orión vista en infrarrojo.
Crédito: ESO

Para poder entender cómo se forman las estrellas, los astrónomos estudian algo denominado función de masa inicial. Permite calcular, para un conjunto determinado de estrellas, cuál es la distribución inicial de su masa. La enciclopedia de astrobiología explica que la función de masa inicial es la cantidad relativa de estrellas, como función de su masa individual inicial, que se forma durante un episodio de formación de estrellas.

Como puede que la explicación sea un tanto enrevesada, lo imprescindible es tener claro que la función de masa inicial nos permite, simplemente, calcular la cantidad de estrellas de diferentes tipos que podemos esperar encontrar en un lugar en particular. De ahí podemos calcular, por ejemplo, que las estrellas con una masa diez veces (o más) superior a la del Sol son 220 veces menos frecuentes que estrellas con una masa similar al de la nuestra.

La Nebulosa de Orión

La Nebulosa de Orión es una de las regiones HII más brillantes conocidas. Crédito: NASA, ESA, M. Robberto (Space Telescope Science Institute/ESA) and the Hubble Space Telescope Orion Treasury Project Team

La Nebulosa de Orión es una de las regiones HII más brillantes conocidas.
Crédito: NASA, ESA, M. Robberto (Space Telescope Science Institute/ESA) and the Hubble Space Telescope Orion Treasury Project Team

La Nebulosa de Orión está a unos 1.350 años-luz de distancia de nuestro planeta y es una región H II, en referencia al hidrógeno ionizado que contiene en su interior. Hasta aquí no habría nada a lo que prestar atención, de no ser porque el Observatorio Europeo del Sur se llevó una sorpresa inesperada al colocar el instrumento HAWK-I (para observar en infrarrojo) en el Very Large Telescope.

Observaron que había enanas marrones tenues y objetos aislados con masa planetaria (podrían ser planetas o planetas enanos) en cantidades mucho mayores de lo que cabría esperar. Si somos capaces de comprender cuantos objetos de masa baja (en comparación a las estrellas, claro está) podemos encontrar allí, podremos refinar nuestras teorías sobre la formación de estrellas. Según los investigadores, la conclusión parece ser que la formación de objetos con masa muy baja depende del entorno en el que se encuentren.

Un comportamiento atípico

Recreación artística de un disco de polvo y gas alrededor de una enana marrón. Crédito: ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)/M. Kornmesser (ESO)

Recreación artística de un disco de polvo y gas alrededor de una enana marrón.
Crédito: ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)/M. Kornmesser (ESO)

Es muy posible que la Nebulosa de Orión esté formando muchos más objetos de masa baja que otras áreas de formación de estrellas que no son tan activas. En el estudio se observó que además de 929 estrellas de masa baja (menos de 1,4 veces la masa del Sol), hay 757 candidatos a enana marrón y 158 objetos solitarios con una masas similares a las de un planeta, siempre teniendo más de 0,005 masas solares. En total, el estudio calcula que hay un porcentaje muy alto (alrededor del 50%) de objetos subestelares, diez veces más de lo que se había calculado con anterioridad.

En la Nebulosa de Orión, que tiene 24 años-luz de tamaño y una masa de unos 2.000 soles, debe tener lugar algún proceso especial para explicar que la presencia de objetos pequeños sea muy superior a lo previsto. Los investigadores han sugerido que el origen de estos objetos podría estar en la expulsión de material en el proceso de formación de estrellas, así como de material procedente de los discos que se forman a su alrededor. De ser así, indicaría que la densidad de estrellas y la eficiencia de formación son responsables de la cantidad de objetos subestelares que nos podamos encontrar en una zona en particular.

Lo más interesante es saber que estos hallazgos han sido realizados en el límite observacional de la tecnología de la que disponemos. En 2024, en Chile, entrará en operación el European Extremely Large Telescope (nombre original donde los haya), y partiendo de lo que se ha logrado hasta ahora, no es descabellado pensar que podremos encontrar multitud de planetas con un tamaño similar al de la Tierra con su ayuda, gracias a su capacidad de observación…

El estudio está disponible en arXiv.

Referencias: Centauri Dreams, IFLScience