Esta semana, en Astrobitácora 5×22, hablamos de los agujeros negros, en la infancia del universo, y de los descubrimientos que se han realizado al respecto. Han dejado más preguntas que respuestas. En YouTube, además, hablamos del uso de gases de efecto invernadero artificiales como posible tecnofirma a detectar…
Astrobitácora 5×22: La infancia de los agujeros negros
En las últimas semanas, se han publicado diversos estudios relacionados con los agujeros negros y algunos aspectos relacionados con su infancia. Así, se ha hablado de la posibilidad de que los agujeros negros primordiales pudiesen ser materia oscura. La existencia de agujeros negros primordiales ya la sugirió Stephen Hawking en los años 70. Algunos podrían tener una cantidad de masa muy baja. Por lo que, si fuesen suficientemente abundantes, se ha planteado que lo que conocemos como materia oscura podría ser, en realidad, este tipo de objetos.
Un estudio ha analizado esta posibilidad y las estimaciones que ha obtenido no parecen especialmente convincentes. En una dirección similar, otro estudio ha centrado su atención en los agujeros negros y su posible utilidad para determinar el valor de la aceleración de la expansión del universo. Algo que resulta intrigante porque, si se pudiesen usar con este fin, se podría determinar ese valor con precisión. Esto permitiría resolver la denominada tensión de Hubble, el hecho de que, aparentemente, la aceleración de la expansión del universo tiene dos valores diferentes.
A todo esto hay que sumarle un tercer trabajo que se ha fijado en la infancia del universo. Con la ayuda del telescopio James Webb, han descubierto quásares, en los primeros mil millones de años del universo, que resultan sorprendentemente parecidos a los que podemos observar mucho más cerca. Esto ha sido una sorpresa porque se esperaba que su aspecto fuese diferente. De esto, y mucho más, hablamos en Astrobitácora 5×22. Puedes escuchar el programa en iVoox, en su aplicación de iOS y Android; en la web, en este enlace, o aquí mismo:
YouTube: Los gases de efecto invernadero artificiales
Además, en YouTube, hablamos de un intrigante estudio. Un grupo de investigadores plantea que los gases de efecto invernadero artificiales podrían ser una tecnofirma muy atractiva. Es decir, una señal tecnológica, que permitiría determinar la existencia de una civilización en algún otro lugar de la Vía Láctea. Lo más atractivo de este estudio, a diferencia de otros publicados recientemente, es que plantea que no hace falta tecnología futura para su detección. El telescopio James Webb podría ser capaz de detectar estos compuestos en exoplanetas cercanos.
De hecho, añaden que la concentración en la atmósfera, de esos posibles mundos, no necesita ser alta para que se pueda captar. Además, el futuro telescopio LIFE, que observará exoplanetas de manera directa, podría ser capaz de realizar estas detecciones en mundos que Webb no pueda estudiar. Naturalmente, esto no quiere decir que vayamos a encontrar señales de una civilización cerca del Sistema Solar. El simple hecho de que se pueda pensar en la detección, sin embargo, hace que podamos imaginar un escenario de lo más atractivo.
Este es uno de los pocos estudios que plantea plazos concretos. No es extraño, en lo referente a la búsqueda de vida inteligente extraterrestre, que se suela hablar de un futuro cercano (pero todavía lejos de nuestro alcance). En este caso, se plantea que la tecnología que ya tenemos en funcionamiento, y la que está por llegar, tiene la capacidad de permitir estas observaciones. Eso sí, para sistemas que estén a unas decenas de años-luz del Sistema Solar. De esto, y mucho más, hablamos en el vídeo de esta semana, que puedes ver en este enlace o al principio del artículo.
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