Los fragmentos de una vieja colisión, que tuvo lugar hace muchísimo tiempo, todavía están cayendo sobre nuestro planeta. No es ninguna novedad que la Tierra es bombardeada por meteoritos constantemente. Sin embargo, la composición de estos fragmentos es diferente a la del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter…

Un origen diferente

Concepto artístico de una colisión entre meteoritos.
Crédito: Don Davis, Southwest Research Institute

Así que la pregunta es sencilla, ¿de dónde vienen estas rocas? Un grupo de investigadores cree que la mayor parte de meteoritos, que caen en la actualidad, proceden de un mismo lugar. Una colisión que tuvo lugar hace 466 millones de años. En aquel momento, algo golpeó a un asteroide gigante, provocando una cascada de rocas que chocaron mutuamente. Los fragmentos de estas rocas comenzaron a caer sobre nuestro planeta, y todavía siguen.

Hasta ahora, los científicos no estaban seguros de cuál era el aspecto de los meteoritos antes de esa colisión. Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature Astronomy, analiza las diferencias, y sugiere que su composición ha cambiado a lo largo del tiempo. No basta con ver los tipos de meteoritos que han caído en la Tierra en los últimos cien millones de años. No es suficiente para ver el conjunto. Como dice el investigador jefe del estudio, se podría comparar con un día de invierno. Ver un día de invierno en el que ha nevado no quiere decir que cada día sea así. No nieva en verano, por ejemplo.

Buscando el origen

Una estrella fugaz fotografiada en 2009.
Crédito: Ed Sweeney.

Los investigadores han recogido muestras de micrometeoritos, de más de 466 millones de años de antigüedad, en formaciones rocosas de San Petersburgo, en Rusia. En total, han recogido 300 kilos de material en el que se contenían los meteoritos. Disolvieron las rocas en ácido, permitiéndoles recoger los cristales de cromita. Es un mineral que contiene los trazos de la composición química de los antiguos meteoritos que cayeron sobre la Tierra.

Los cristales que contiene la cromita permanecen inalterados durante cientos de millones de años. A pesar del paso del tiempo, es posible utilizarlos para ver de qué estaba hecho el objeto anfitrión. Los investigadores descubrieron que el 34 por ciento de los meteoritos anteriores a la colisión eran acondritas. En la actualidad, suponen sólo el 0,45 por ciento de los que impactan en nuestro planeta. También descubrieron que otros meteoritos parecen venir de una colisión diferente. Esta tuvo lugar con Vesta, el segundo asteroide más grande del Sistema Solar, hace unos mil millones de años.

Acondritas menos abundantes con el paso del tiempo

Imagen de Vesta, tomada por la sonda Dawn.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/UCAL/MPS/DLR/IDA

La principal conclusión del estudio es que estas acondritas y los meteoritos desagrupados (un tipo de meteorito que no encaja en los grupos conocidos) eran cien veces más abundantes que en la actualidad. Es una conclusión sorprendente porque pone patas arriba algunas suposiciones sobre el Sistema Solar. Los astrónomos no sabían mucho del flujo de meteoritos en las épocas geológicas antiguas.

Hasta ahora, la creencia era que el Sistema Solar ha sido muy estable en los últimos 500 millones de años. Por eso, es muy sorprendente que ese chorro de meteoritos fuese tan diferente hace 467 millones de años. Saber cuál ha sido el impacto de las colisiones del cinturón de asteroides en la Tierra en el pasado no sólo es interesante, puede ayudar a los investigadores a entender el comportamiento de los objetos del cinturón de asteroides. A fin de cuentas, pueden mandar más fragmentos de rocas espaciales a nuestra atmósfera.

El estudio es Philipp R. Heck, Birger Schmitz, William F. Bottke et al, «Rare meteorites common in the Ordovician period». Fue publicado el 23 de enero de 2017 en Nature Astronomy, y puede ser consultado aquí.

Referencias: Smithsonian Magazine, Nature Astronomy