Han pasado más de 20 años del fallecimiento de uno de los grandes divulgadores de todos los tiempos. La huella de Carl Sagan todavía es muy visible en la sociedad. Muchos, inspirado por sus trabajos (como Cosmos) han querido seguir sus pasos en el mundo de la ciencia y la divulgación…

La huella de Carl Sagan en el mundo de la divulgación

El 20 de diciembre de 1996, el astrofísico americano Carl Sagan falleció a causa de una mielodisplasia, una rara enfermedad de la médula ósea. En este artículo, sin embargo, no pretendo hacer una biografía sobre el genial divulgador. Porque ya la hice, la puedes encontrar aquí. En su lugar, quiero reflexionar sobre el impacto que su trabajo tuvo en millones de personas en todo el mundo. En cierto modo, nos hemos quedado huérfanos de grandes divulgadores.

Carl Sagan, junto a una maqueta de la sonda Viking.
Crédito: JPL-Caltech/NASA

Al menos, claro está, en habla hispana. Nunca hemos tenido un gran divulgador científico. El único ejemplo que se me ocurre, al menos en España, que se le podría acercar, es el del también popular Félix Rodríguez de la Fuente. Félix logró acercar a miles de hogares españoles la naturaleza de la Península Ibérica de una manera que, seguramente, parecía impensable para muchos. Pero, más allá de esa figura, no hay ningún otro divulgador que se haya acercado al impacto de Carl Sagan.

En lengua inglesa la situación es bastante diferente. Hay varios divulgadores que, sin llegar a tener el impacto global que tuvo Sagan, han sabido llegar a un público muy amplio en los últimos años. Hablo de Neil deGrasse Tyson, que presentó en 2014 una nueva versión de Cosmos, actualizada. Pero también hablo de Brian Cox, un popular físico británico que ha hecho grandes trabajos de divulgación, como las series Wonders of the Universe y Wonders of the Solar System.

El escepticismo por bandera

Quizá una de las cosas que más llame la atención fue ese empeño de Carl Sagan en hacernos entender la importancia de ser escépticos. No hay que aceptar ciegamente lo que otros digan. Podemos cuestionarlo. Es más, podemos, si lo deseamos, cuestionarlo todo, incluso aquello que ya ha sido verificado. No hay nada de malo, por ejemplo, en querer comprobar por uno mismo si la Tierra es realmente redonda.

La Nebulosa Trífida.
Crédito: Imagen original de Lorand Fenyes

Pero, del mismo modo, hay que aceptar las respuestas que obtengamos, asumiendo que no tienen por qué ser las que nos gustaría. Me explico, a nadie más que a mí le gustaría encontrar vida en otros mundos. Sospecho que la vida unicelular podría ser muy abundante en la galaxia, y que podría haber otros mundos, incluso en el Sistema Solar, que tengan formas de vida simples. Del mismo modo, creo que también hay vida inteligente en la galaxia, pero probablemente a decenas de miles de años-luz de distancia.

Sin embargo, no tengo manera de validar o refutar estas hipótesis. Un día, quizá en el transcurso de mi vida, tendré estas respuestas. Cuando eso suceda, aceptaré lo que hayamos descubierto. Si resulta que la vida unicelular es abundante, me alegraré y pensaré que mi sospecha era cierta. Si resulta que no es así, entonces me encogeré de hombros y me preguntaré por qué no es el caso. Este mismo planteamiento es aplicable a muchos otros ejemplos.

Una fuente de inspiración

La huella de Carl Sagan, más evidente, es que ha inspirado a millones de personas. Yo me cuento entre ellos, evidentemente. Tenía una habilidad que no es demasiado habitual. Era capaz de contar cosas de manera que te hacía sentir que podías explicárselo a otras personas. En cierto modo, Carl Sagan no solo nos enseñó el cosmos. Nos hizo creer que también podíamos divulgar, como hacía él. Ese es uno de sus logros más grandes.

La huella de carl Sagan
Carl Sagan.
Crédito: Cornell University Library

Su pasión por la astronomía era indudable. Su trayectoria como científico deja poco lugar a dudas sobre su enorme capacidad. Pero su faceta de comunicador era lo que mejor conectaba con el público. Era capaz de mezclar literatura y ciencia a partes iguales. Invitaba a dejar volar la imaginación y soñar, siempre dentro de unos límites establecidos por la ciencia. ¿La posibilidad de vida en otros mundos? Por supuesto, pero sin perder de vista lo que sabemos.

¿Elucubrar cómo podrían ser los extraterrestres? También, pero dejando claro que no tenía nada de cierto, porque hay mucho que todavía no sabemos sobre cómo se originó la vida en nuestro planeta. Del mismo modo, no tuvo miedo en adentrarse de lleno en el terreno de la ufología. Sabía que era necesario para explicar, a muchas personas, que todos esos supuestos avistamientos tenían patrones comunes que no tenían nada que ver con extraterrestres.

Unos zapatos muy grandes

Como decía, una de mis fuentes de inspiración, sino la mayor, para querer divulgar, fue precisamente la huella de Carl Sagan. No porque considere que tengo ni la más mínima parte de su talento. Ni mucho menos. Me contentaría con tener un 1% de su capacidad de divulgación y de comunicación. Desde pequeño, como comentaba en esta entrevista, he sentido curiosidad por el espacio. Como muchos de vosotros, sospecho.

Neil DeGrasse Tyson, astrónomo y divulgador estadounidense.

Fue el trabajo de Sagan el que me hizo sentir que, quizá, podía intentar explicar a otras personas aquello que no entendían sobre el universo. No es una tarea fácil, ni mucho menos, pero sí es extremadamente gratificante. ¿Por la atención y la popularidad? No, para nada. Sino porque es un camino en el que nunca se deja de aprender. Un ejemplo práctico, conocía la teoría de cuerdas con cierto nivel de detalle… pero para poder escribir este artículo tuve que empaparme mucho más a fondo.

Del mismo modo, sabía de los diferentes métodos de detección de exoplanetas; pero solo a grandes rasgos. Fue el querer divulgar sobre ese asunto lo que me llevó a aprenderlo mucho mejor. La divulgación tiene mucho de maravilloso en ese sentido. Al menos, para mí, no es un ejercicio para impresionar a alguien con mis conocimientos. Más bien lo contrario, una fascinante aventura para no dejar de aprender nunca.

La fascinante aventura de aprender

Así que, en el aniversario de su fallecimiento, no busco lamentar la pérdida de Carl Sagan. Si bien es cierto que falleció relativamente pronto, a los 62 años, debido a una rara enfermedad de médula ósea. Lo que busco es ensalzar su figura de una manera más personal. Fue su fascinación, su forma de contar las cosas y esa manera de transmitirlas, en Cosmos, lo que me hizo creer que, un día, incluso yo podría intentar explicar a otras personas el universo.

El físico y divulgador británico Brian Cox.

Lo más interesante es que, en todo este camino, no dejas de aprender en ningún momento. La astronomía es una experiencia que te enseña a ser humilde. No queda otra alternativa cuando comprendes el lugar que ocupas en la inmensidad del cosmos. Somos criaturas minúsculas perdidas en un planeta suspendido en la oscuridad. Un mundo entre incontables miles de millones de planetas en una galaxia cualquiera…

Del mismo modo, tampoco quiero olvidar que Carl Sagan tuvo otras facetas. Fue un activista que también luchó contra la desigualdad de la sociedad. Intentó, por ejemplo, visibilizar a la mujer en un entorno que, históricamente, no las ha tratado nada bien. Eso, a pesar de que a mujeres como Cecilia Payne y Annie Jump Cannon, o Henrietta Swan Leavitt, ayudaron a establecer las bases de la astronomía moderna. O mujeres como Valentina Tereshkova, que han inspirado a otras a querer viajar al espacio…

La huella de Carl Sagan en el conocimiento y el poder

Otro motivo por el que no hay que dejar desaparecer la huella de Carl Sagan es por lo que abogó y defendió durante mucho tiempo. Creía que la sociedad necesitaba ser educada en la ciencia y la tecnología. Pero también en el conocimiento en general. En alguna entrevista lo dejó caer sin reparos: ¿cómo es posible que vivamos en una sociedad tan dependiente de la tecnología y que haya tanta gente que apenas conozca cómo funciona?

Los Dragones del Edén, una de las obras científicas más conocidas de Carl Sagan.

Del mismo modo, ¿cómo podemos pretender controlar a nuestros gobiernos, si no intentamos aumentar nuestros conocimientos y ser individuos lo más formados posible? Como dijo en cierta ocasión (no recuerdo la entrevista, me temo), si nosotros no controlamos al gobierno, el gobierno nos controla. Es algo que parece aplicable en muchos países del mundo. Y, en realidad, ni siquiera es una invitación a una revolución, ni nada similar.

Si no tenemos el conocimiento necesario, ¿cómo podemos pretender juzgar si nuestros gobiernos están actuando en el mejor de nuestros intereses? La negación del cambio climático, por ejemplo, favorece principalmente a los poderosos… Aquellos que ganan dinero con industrias contaminantes. La huella de Carl Sagan no se limita solo a la ciencia o la divulgación, ni mucho menos. Fue mucho más allá, en temas que poco tenían que ver con la astronomía, pero sí con toda la civilización…