Si vives en una gran ciudad como Barcelona, Madrid, Ciudad de México, Buenos Aires, Paris, Londres… por las noches apenas podrás ver estrellas en el cielo. En el caso de la capital de España, son menos de cincuenta estrellas las que puedes ver en una noche despejada (aunque en algunas zonas de la ciudad directamente no se ve ninguna). En el cielo nocturno «normal», son visible hasta 9.000 estrellas en función del nivel de oscuridad que nos rodee.

Pero… ¿hay algo que podamos hacer?

En zonas rurales, se pueden ver hasta 9.000 estrellas

La diferencia entre el cielo contaminado de una gran ciudad y un pequeño pueblo apartado en las montañas es mucho mayor de lo que pudieras suponer (si nunca lo has vivido en primera persona). Es habitual, en pueblos pequeños que necesitan poca iluminación, poder ver miles de estrellas y, si las condiciones lo permiten, incluso la Vía Láctea. Por contra, en las grandes ciudades esta cantidad baja a unas 50 estrellas. En el caso de Madrid, seguramente hayas visto que el cielo se vuelve naranja por las noches. No es sólo la contaminación lumínica la que lo provoca, si no contaminación aérea que envuelve a la ciudad constantemente (ya que refleja la luz y agrava el efecto aún más).

Diferencia en el cielo nocturno en función del grado de iluminación

Diferencia en el cielo nocturno en función del grado de iluminación

No necesitamos la oscuridad únicamente para poder observar las estrellas por la noche, si no también para poder descansar adecuadamente (algo que también afecta a los animales que viven en nuestros parques), también afecta a nuestra producción de hormonas y aumenta el riesgo de sufrir cáncer de mama y de próstata, así como un largo etcétera de efectos poco positivos para nuestra salud.

¿En qué nos afecta no poder ver las estrellas?

El cielo estrellado nocturno siempre ha sido fuente de inspiración para nuestra civilización (y también tiene su uso práctico como herramienta de navegación, ya que permite orientarnos sin necesidad de una brújula). En las grandes ciudades podemos olvidarnos, por completo, de ver cosas como la lluvia de estrellas de las Leónidas que se produce cada año. Así como el paso ocasional de cometas.

Foto de larga exposición de la contaminación lumínica en Nueva York

Foto de larga exposición de la contaminación lumínica en Nueva York

No solo eso, la situación se agrava cuando pensamos que las generaciones más jóvenes no han visto la Vía Láctea con sus propios ojos salvo en los libros. También es especialmente inconveniente para los astrónomos, que necesitan buscar zonas lejos de la contaminación lumínica para poder estudiar los objetos más tenues que, de otra manera, quedan ocultos bajo el brillo artificial de la ciudad.

¿Qué provoca la contaminación lumínica?

Mucha de la iluminación que utilizamos en las ciudades es ineficiente (como las farolas en forma de globo, que proyectan la luz en todas direcciones), o, directamente, se proyecta hacia el cielo de una manera más bien innecesaria para adornar monumentos o empresas. Esto también incluye esos letreros luminosos que, desde los tejados de los edificios, sólo contribuyen a añadir más contaminación lumínica cuando realmente no es necesario (¿de verdad necesitamos ver letreros de empresas iluminados a medianoche?).

Hay proyectos para intentar restaurar algo de oscuridad en el cielo nocturno

Evidentemente, no se puede negar que una mejor iluminación aporta más seguridad en nuestras calles (algo siempre importante), y que no se trata de que de repente tengamos problemas para circular por nuestras carreteras. La International Dark Sky Association (Asociación Internacional por el cielo oscuro) es una organización norteamericana que trabaja desde 1988 en intentar que nuestros cielos sean más oscuros pero sin perder las ventajas de la iluminación nocturna.

Mapa de La Tierra de noche

Mapa de La Tierra de noche

Entre sus muchas propuestas están las de modelos de farolas (y otros tipos de iluminación) ya existentes, que reducirían considerablemente la contaminación lumínica nocturna y permitirían no sólo la reducción de gastos, si no también que nuestros cielos sean algo más oscuros.

En algunas ciudades ya se está notando el cambio

En Los Ángeles ya llevan varios años trabajando en reemplazar su iluminación pública con LEDs (mucho más baratos, eficientes, y con un período de vida útil mucho más prolongado), y los resultados son cada vez más aparentes. La buena noticia, es que poco a poco parece que la medida va calando y ganando popularidad (principalmente en Estados Unidos), y algunos estados (como Arizona, en el que se encuentran varios observatorios) tienen legislación específica para regular la iluminación nocturna.

Madrid, vista de noche desde la Estación Espacial Internacional

Madrid, vista de noche desde la Estación Espacial Internacional

¿Llegarán estos cambios a España? Parece que por el momento no (aunque en Madrid se están cambiando las farolas globo por otras más eficientes), pero es posible que, en unos años, la perspectiva sea muy diferente a la que tenemos ahora.

Aún con todo, no llegaremos a ver 9.000 estrellas en el cielo nocturno de nuestras ciudades, pero perder la fuente de inspiración de tantos científicos, poetas, aventureros… generación tras generación, es algo que no podemos dejar como legado a nuestros descendientes, ni permitirnos como especie, porque nos afectará en mucho más que la creatividad…