Hay pocas teorías que se lleven la palma al absurdo de una manera como esta. En resumidas cuentas, hay quienes insisten en no fiarse de la NASA porque, según ellos, la agencia americana está intentando ocultar que Plutón está hueco por dentro y que en su interior hay vida inteligente. Lo peor es que no es, ni mucho menos, la primera vez que leo semejante disparate. Es más, en ocasiones llegan a afirmar que la Teoría de la Tierra Hueca (ya es una osadía llamarlo teoría) nunca ha sido refutada. Así que, vamos a ello, ¿no?

Los precedentes

Algunos conspiranoicos creen que en La Tierra (y todos los planetas y satélites del Sistema Solar) hay agujeros en los polos para acceder al interior. Crédito: Hitandrun

Algunos conspiranoicos creen que en La Tierra (y todos los planetas y satélites del Sistema Solar) hay agujeros en los polos para acceder al interior.
Crédito: Hitandrun

En épocas ancestrales era bastante común pensar que había una especie de tierra subterránea. Es más, ésta solía ir ligada a conceptos como el origen de la vida más allá de la muerte, el lugar en el que se encuentra el infierno, y un largo etcétera. En muchas mitologías hay leyendas sobre cuevas que, según ellos, son entradas al inframundo. En otros casos, las leyendas dicen que los antepasados de un pueblo en particular proceden del mundo debajo del nuestro.

Sea como fuere, es comprensible imaginar, que en una época pasada, en la que los conocimientos científicos eran prácticamente inexistentes en cuanto a la composición de nuestro planeta se refiere, se pudiera plantear la posibilidad de que hubiese un mundo por debajo del nuestro (del mismo modo que también estaba muy extendida la creencia de que la Tierra era plana).

Así era, más o menos, cómo proponía Halley que era el interior de la Tierra. Crédito: Rick Manning

Así , más o menos, proponía Halley que era el interior de la Tierra.
Crédito: Rick Manning

Pero fue en 1.692 cuando Edmund Halley (el mismo que calculó la órbita del cometa que hoy en día lleva su nombre) propuso que nuestro planeta consistía de una capa de unos 800 km de espesor, dos capas interiores concéntricas y un núcleo interior, con unos diámetros similares a los de Venus, Marte y Mercurio. Cada una de estas capas, a su vez, estaría separada por atmósferas, y cada capa tendría sus propios polos magnéticos.

Según Halley, asimismo, cada esfera rotaría a una velocidad diferente e imaginó que la atmósfera emitiría luz, y quizá hasta que esas capas estarían habitadas; no se quedó ahí. También especuló que el gas que escapaba (de esas atmósferas) provocaba las auroras boreales. Fue su forma de intentar explicar las lecturas anómalas que veía en su brújula. 

Aparentemente, no fue el único. Leonhard Euler (uno de los mejores matemáticos de nuestra historia) también propuso una idea similar, pero cambiando las capas concéntricas por un sol interior de unos 1.000 km de tamaño. Es un punto, sin embargo, que no he podido contrastar y, por lo que he leído, apunta a que es un bulo. Es decir, Euler no propuso esta teoría.

Una teoría de la conspiración

En cualquier caso, esa hipotética teoría de Euler es la que defienden ciertos conspiranoicos, arguyendo que todos los objetos celestes son huecos por dentro y que, en su interior (al menos en nuestro Sistema Solar) hay civilizaciones inteligentes (que pueden ser desde reptilianos, a humanos, como nosotros), y justifican que no sea conocida explicando que es una gigantesca conspiración (en la que, por una mera cuestión de números, deberían participar cientos de miles de personas para mantenerla en secreto, hoy, en pleno siglo XXI, con la tecnología que tenemos… buena suerte con eso) para mantener todo en secreto.

Es más, dicen que ese es el motivo de que no exista ninguna imagen de la Tierra tomada desde los polos (ya que ambos serían el lugar de entrada a ese mundo interior). Aunque parece que no han debido buscar muy a fondo.

Desmontando la Tierra Hueca

Sir Isaac Newton. Ese señor que, al parecer, ya allá por el siglo XVII, decidió convertirse en el primer sujeto en ocultar información. No tenía nada mejor que hacer, al parecer (según los conspiracionistas).

Sir Isaac Newton. Ese señor que, al parecer, ya allá por el siglo XVII, decidió convertirse en el primer sujeto en ocultar información. No tenía nada mejor que hacer, al parecer (según los conspiracionistas).

Dicho esto, pasemos a refutar la teoría de la Tierra Hueca. En realidad, aunque la teoría sea absurda, es necesario refutarla (y ni soy el primero, ni seré el último, de eso no os quepa la menor duda). No hace tantos siglos, para nuestra sociedad la idea de que la Tierra fuese redonda era disparatada. Una teoría sólo es absurda cuando se demuestra que lo es.

Comencemos por Isaac Newton y la gravedad. Los objetos masivos tienden a agruparse por medio de ella, creando objetos esféricos sin ningún hueco, tales como planetas y estrellas. Además, la materia ordinaria (no hablamos de antimateria) no es lo suficientemente fuerte como para mantener un cascarón del tamaño de un planeta contra la fuerza de la gravedad. Es decir, no sería capaz de alcanzar equilibrio hidrostático con su propia masa y colapsaría por la gravedad (en un proceso similar al que provoca que una estrella colapse sobre sí misma al final de su vida).

Alguien en el interior de una Tierra hueca tampoco experimentaría un empuje significativo hacia el exterior, y no podría permanecer en la superficie (algunas variantes de la teoría dicen que el manto de la Tierra genera atracción en ambos sentidos, pero tienden a ignorar la fuerza de la gravedad de la hipotética estrella en su interior y el equilibrio hidrostático, que provocaría que todo eso se deshiciese como un azucarillo).

Freeman Dyson, el 5 de octubre de 2005 Crédito: Fotografía hecha por el usuario de Flickr ioerror, Jacob Appelbaum

Freeman Dyson, el hombre que propuso un mecanismo que podría permitirnos encontrar civilizaciones avanzadas. Las esferas de Dyson.
Crédito: Fotografía hecha por el usuario de Flickr ioerror, Jacob Appelbaum

Es algo que el propio Newton demostró con el teorema del cascarón, que predice que la fuerza gravitacional (de esa capa) es de cero en cualquier punto dentro de una esfera hueca de materia perfectamente simétrica, sin importar el grosor de la misma. En el caso de la Tierra, sí habría una pequeña fuerza gravitacional porque no es perfectamente simétrica, así como la gravedad ejercida por otros cuerpos del Sistema Solar, como la Luna. La fuerza centrífuga de la rotación empujaría a una persona (que estuviese en la superficie interior) hacia fuera, si esa persona viajase a la misma velocidad que el interior de la Tierra y estuviese en contacto con el suelo del interior. Pero incluso en ese caso, la fuerza centrífuga máxima en el ecuador es trescientas veces menor que la de la gravedad.

Pero no nos contentemos con la gravedad y cómo afectaría a un cuerpo hueco (que ya de por sí da una buena explicación). También tenemos la densidad del mismo. En el caso de nuestro planeta, basándonos en el tamaño del mismo y la fuerza de la gravedad en la superficie, la densidad es, aproximadamente, de 5,5 g/cm3, pero la densidad más común de las rocas en la superficie es de sólo 2,75 g/cm3. Si hubiese una parte significativa de la Tierra que fuese hueca, la densidad de nuestro planeta, necesariamente, sería mucho menor que la de las rocas de la superficie. La única manera de tener una fuerza de la gravedad como la que tenemos, es que el material que compone gran parte del interior de la Tierra sea mucho más denso. La mezcla de níquel y hierro en el interior de una Tierra no hueca sería de 10 a 13 g/cm3, lo que elevaría la media de densidad al valor que conocemos (una estrella de 1.000 km de diámetro tampoco podría arreglar ese cálculo).

¿Qué más nos queda para desmontar esta chifladura, pues? El estudio de las ondas sísmicas para determinar la estructura de la tierra. Y difiere mucho de esta teoría. El tiempo que necesitan las ondas sísmicas para viajar alrededor del planeta contradicen una esfera hueca. La evidencia (por cómo se desplazan esas ondas sísmicas) indican que la Tierra está llena de roca sólida (corteza y manto), una aleación de hierro-níquel líquida (núcleo externo) y hierro-níquel sólido (núcleo interior).

No todas las teorías tienen por qué ser absurdas

En este caso, es evidente que hablamos de una teoría completamente incoherente porque se fundamenta en que la física más elemental que conocemos (y que cualquiera puede comprobar con las fórmulas que están a disposición de todo el mundo en Internet) es errónea, y que además es errónea de forma malintencionada para mantenernos en la ignorancia. Si fuese así, hubiéramos llegado, tarde o temprano, a las fórmulas correctas. Especialmente en una época en la que cada vez más jóvenes se convierten en científicos y que, según estos conspiranoicos, pasarían a formar parte de ese nutrido grupo de cientos de miles de personas que trabajan por mantenernos en la sombra.

Hay teorías muy interesantes (como cuál es la posibilidad de que haya civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia), pero ésta, desde luego, no es una de ellas.

Referencias: Un poco de ciencia y ayuda del señor Isaac Newton.