Creemos que el Sol se formó en compañía de muchas otras estrellas. Ahora, un grupo de investigadores cree haber encontrado en HD 186302 a una hermana gemela de nuestro astro. Algo que nos permitirá comprender mejor las circunstancias de formación del Sol…

HD 186302, el Sol y la formación de la galaxia

HD 186302: una hermana gemela del Sol

La estrella HD 186302, en el centro de la imagen.
Crédito: Aladin/Digitized Sky Survey

En la actualidad se cree que la Vía Láctea se formó hace unos 13 500 millones de años. Apenas unos pocos cientos de millones de años tras el Big Bang. Inicialmente estuvo formada por cúmulos globulares. Estaban formados por las estrellas más viejas del universo. Con el tiempo, la galaxia absorbió otras galaxias enanas y fue creciendo hasta llegar al tamaño que tiene en la actualidad. Las colisiones con galaxias enanas tuvieron otra consecuencia.

Cada colisión permitía añadir más polvo y gas a la galaxia. Algunas de esas regiones experimentaban un colapso por su propia gravedad. Así, las nebulosas dan nacimiento a las estrellas de una galaxia. Nuestro Sol también debió formarse así. Se cree que fue parte de un cúmulo abierto hace 4 600 millones de años. Los cúmulos abiertos son agrupaciones de estrellas, mucho más pequeñas que los globulares, compuestos por estrellas recién formadas.

Con el tiempo, esas estrellas terminan dispersándose. Es lo que le pasará, por ejemplo, al cúmulo de las Pléyades. Por lo que, en todo este tiempo, las estrellas que se formaron junto al Sol habrán sido dispersadas por toda la galaxia. Algunas estarán muy cerca de nuestro Sol. Otras, sin embargo, podrían estar a 50 000 años-luz, en el otro extremo de nuestra galaxia. HD 186302 parece ser una hermana cercana, a solo 184 años-luz.

HD 186302, una hermana gemela casi perfecta

Concepto artístico del Sol. Crédito: NASA

Lo más interesante es que HD 186302 es una estrella que parece una hermana gemela perfecta. Solo hay pequeñas diferencias entre el Sol y este astro. El hallazgo ha sido posible gracias al proyecto AMBRE. Es una colaboración del Observatorio Austral Europeo (en Chile) y el Observatorio de la Costa Azul. Su intención es analizar las atmósferas de las estrellas basándose en su espectro para determinar si son posibles hermanas del Sol.

Los investigadores han realizado una búsqueda de posibles hermanos del Sol a través de los datos recogidos por diferentes instrumentos del Observatorio Austral Europeo. A partir de ahí, fueron capaces de obtener los parámetros estelares y composición química de cientos de miles de posibles estrellas hermanas del Sol. Esto, en conjunción con los datos de la sonda Gaia, publicados en su segundo catálogo, permitió determinar edad y movimiento de esas estrellas.

En total, 230 000 estrellas fueron analizadas. Solo una, HD 186302, ha resultado ser una hermana de nuestra estrella. Es una estrella de tipo G3 (el Sol es de tipo G2V) a unos 184 años-luz de la Tierra. De hecho, no solo es una hermana, todo apunta a que en realidad HD 186302 es una hermana gemela. Tiene una composición química, edad, tamaño y masa muy similares a los del Sol. Esto lo hace todavía más interesante.

HD 186302, ¿parte de un mismo sistema?

Una estrella masiva en la nebulosa NGC 6357.
Crédito: NASA, ESA y J. Maiz Apellániz (IAA, España)

La mayoría de estrellas del universo se forman en sistemas múltiples. En ese sentido, que el Sol se formase solo podría ser una anomalía. Pero se ha sugerido que quizá el Sol se formase originalmente en un sistema binario. ¿Cuál habría sido esa estrella compañera? HD 186302. Las estimaciones indican que podría tener unos 3 500 millones de años. Sin embargo, el margen de error en esta estimación es de más de 1 000 millones de años.

Esto, a su vez, es interesante porque abre muchas otras posibilidades. Descubrir estrellas hermanas del Sol es muy importante. Puede permitir a los astrónomos comprender mejor la historia de nuestra estrella. Nos puede ayudar a entender en qué lugar de la galaxia se formó. Así como las condiciones en las que sucedió. Ambos aspectos son interesantes cuando pensamos en el sistema planetario del Sol. Es decir, en el Sistema Solar.

Porque nuestro rincón es un tanto exótico. Aquí no hemos encontrado júpiteres calientes. Esos gigantes gaseosos que orbitan muy cerca de sus estrellas. Tampoco hemos encontrado supertierras (planetas rocosos más grandes que la Tierra). Sin embargo, ambos son abundantes en otras estrellas. En la búsqueda de exoplanetas, hemos encontrado muchos sistemas que tienen alguno de esos planetas. El nuestro no, ¿por qué?

El estudio de HD 186302 puede arrojar mucha luz

La nebulosa Cabeza de Caballo y la Nebulosa de Orión.
Crédito: Roberto Colombari & Federico Pelliccia

Es posible que la respuesta esté en las condiciones de formación del Sol. Sabemos que el cúmulo abierto de nuestra estrella debió albergar astros mucho más masivos (y cabe suponer que también menos masivos que el Sol). A fin de cuentas, hay indicios de que fue una supernova cercana la que permitió desencadenar el proceso de formación de nuestra estrella. HD 186302 va a ser un objeto de estudio muy intenso.

Se intentará determinar si tiene planetas a su alrededor. Si es así, el siguiente paso será comprender cómo es. Si resultase tener una configuración similar a la del Sistema Solar, podremos determinar que el lugar de formación, y las condiciones, pueden ser determinantes para que una estrella tenga un sistema planetario concreto. Si no fuese así, y allí también hubiese un júpiter caliente, o una supertierra, entonces habrá que formular otra hipótesis.

En definitiva, HD 186302 puede ser una pieza clave para entender este rompecabezas. Al que tenemos que sumarle otro factor no menos importante. La vida. ¿Y si descubrimos que su sistema planetario tiene las condiciones apropiadas para poder albergar vida? Las posibilidades son muy intrigantes. Además, hay mecanismos que nos permiten fantasear con la posibilidad de que no sea una simple idea descabellada.

HD 186302 y la búsqueda de vida

La Tierra

La Tierra vista desde el espacio.
Crédito: NASA

HD 186302 pudo ser, en algún momento, compañera del Sol en un sistema binario. Pero, si no fuese así, aunque solo fuese una hermana del Sol por haberse formado en la misma nebulosa, sigue habiendo posibilidades interesantes. La vida podría haber viajado entre los planetas de las diferentes estrellas que se formaron en ese cúmulo abierto. El proceso no es imposible. Teóricamente podría funcionar y HD 186302 resulta enigmático en ese sentido.

Porque, y así lo recogen los investigadores, hay probabilidades de que la vida se pudiese esparcir desde la Tierra a otros sistemas planetarios. Al menos durante el período del Bombardeo Intenso Tardío. Si es así, cabe una posibilidad muy exótica. HD 186302 podría tener vida. Suponiendo, claro está, que tenga un planeta, que sea rocoso, que esté en la zona habitable y que, finalmente, recibiese la vida de la Tierra.

De momento, lo único que sabemos es que los estudios van a seguir en torno a HD 186302. Los investigadores ya están planeando en detectar planetas a su alrededor. Cabe la posibilidad de que allí encontremos un planeta que pueda ser gemelo de la Tierra. Sería muy interesante. Pero hasta entonces, solo podemos esperar y dejar volar la imaginación. ¿Qué descubrimientos nos esperan sobre HD 186302? Seguro que no es la última vez que oímos hablar de esta estrella…

El estudio es V. Adibekyan, P. de Laverny, A. Recio-Blanco et al.; «The AMBRE project: searching for the closest solar siblings». Publicado en la revista Astronomy & Astrophysics el 16 de noviembre de 2018. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: Universe Today