A 300 millones de kilómetros de la Tierra, una sonda japonesa ha hecho historia. Hayabusa2 ha aterrizado en el asteroide Ryugu. Su objetivo es recoger muestras de la superficie, Pero este aterrizaje no es el último, su misión todavía no ha terminado y queda mucho por hacer…

Hayabusa2 ha aterrizado en busca de las claves de la vida

A decir verdad, si queremos ser técnicamente perfectos, no podemos decir que Hayabusa2 ha aterrizado. Más bien se ha posado por un instante en la superficie y después se ha vuelto a alejar. Pero, en cualquier caso, no deja de ser toda una hazaña. Este paso era necesario para que la sonda pudiese sacudir la superficie del asteroide Ryugu. ¿Cómo lo ha hecho? Disparando una bala contra la superficie (a unos 300 metros por segundo de velocidad) para levantar polvo a su alrededor. Después de recogerla, ha regresado a su posición orbital, más alejada de la superficie.

Hayabusa2 ha aterrizado en el asteroide Ryugu
Concepto artístico de la sonda Hayabusa2. Crédito: Go Miyazaki

La retransmisión en directo de la agencia espacial japonesa, JAXA, ha permitido ver los instantes previos a la llegada de la misión a la superficie del asteroide. En los instantes previos, los miembros del equipo estaban visiblemente nerviosos monitorizando los datos. Poco después, al confirmar el aterrizaje, explotaron en una ovación. No es para menos. Por un lado, Hayabusa2 ha aterrizado en un asteroide pequeñísimo. Por otro, en ese momento, ha disparado una bala para provocar que se levante el material y recogerlo con sus instrumentos.

Según las declaraciones de los científicos japoneses, todo ha sucedido bajo las mejores condiciones. El proceso fue más rápido de lo que se esperaba inicialmente. Hasta donde podían ver, no parecía haber nada anormal en los datos de la sonda antes y después del aterrizaje. Pero este, en realidad, es solo el primer paso y el primer momento de tensión por el que tendrá que pasar este equipo. Por delante, Hayabusa2 tiene otros dos descensos a la superficie para volver a recoger muestras del material que compone este pequeño objeto a 300 millones de kilómetros de la Tierra.

Hayabusa2 ha aterrizado una vez… pero quedan dos más

Si todo va bien, y se completan los tres aterrizajes, podemos esperar grandes descubrimientos. Se cree que Ryugu contiene una cantidad de materia orgánica relativamente alta. Así como agua, todo presente hace 4 600 millones de años, cuando se formó el Sistema Solar. Por tanto, el estudio de estas muestras podría ayudar a dar respuesta a alguna de las grandes interrogantes de la astronomía moderna. Cosas como cuál es el origen de la vida y el universo. Así como si los elementos presentes en Ryugu sirvieron para que la vida apareciese en la Tierra.

Concepto artístico de los róvers MINERVA-II en la superficie de Ryugu. Crédito: JAXA

En una de esas dos misiones, Hayabusa2 usará un objeto que impacte contra la superficie para exponer el material bajo la superficie de Ryugu. Así se podrá recolectar material fresco. O dicho de otra manera, material que ha estado protegido, durante miles de millones de años, de la radiación y el viento solar procedente del Sol. Ese material será esencial para poder profundizar en estas cuestiones. Probablemente, de todos los aterrizajes de la sonda, él éxito de ese será el más importante. Por ahora, Hayabusa2 ha aterrizado una vez, y ya es un gran paso.

Aunque es un gran éxito, todavía quedan algunas cosas por confirmar. La conexión con Hayabusa2, desde la Tierra, no es permanente. Sus antenas no siempre apuntan hacia nuestro planeta. Así que todavía habrá que esperar unos días para descubrir si la bala se ha llegado a disparar. Algo importante teniendo en cuenta que la misión ha sufrido retrasos. Originalmente, se quería que este primer aterrizaje de Hayabusa2 se produjese a finales de 2018. ¿Por qué ha sido necesario esperar hasta ahora? Pues, precisamente, por la información de la propia sonda.

La complicada superficie de Ryugu

Los datos de Hayabusa2 mostraban que Ryugu tiene una superficie mucho más rugosa de lo que se pensaba inicialmente. Eso ha obligado a JAXA a dedicar más tiempo a buscar un lugar de aterrizaje apropiado. La misión partió de la Tierra en diciembre de 2014 y se espera que vuelva en 2020. En total, ha costado unos 270 millones de euros. Pero los resultados no se están haciendo esperar. Hemos visto que Ryugu es un mundo con una forma similar a la de una peonza. En su superficie están, también, los róvers MINVERVA-II, y un robot llamado MASCOT.

La superficie del asteroide Ryugu vista por el rover MINERVA11I-A durante un salto. Crédito: JAXA

Los tres dispositivos, junto a las cámaras de Hayabusa2, tienen como misión estudiar la superficie del asteroide. El nombre, Ryugu, significa Palacio del Dragón en japonés. Hace referencia a un castillo, en el fondo del océano, de un antiguo cuento japonés. Hayabusa2 es la sucesora de Hayabusa. Tiene un tamaño similar al de una nevera y funciona con la ayuda de paneles solares. Es la sucesora de la primera sonda exploradora de JAXA, Hayabusa. Su significado en japonés es halcón peregrino. La misión de su antecesor fue, además, muy similar.

La misión de Hayabusa duró 7 años. En 2010, trajo muestras de vuelta de un asteroide más pequeño, Itokawa. Al igual que Hayabusa2, también tuvo sus imprevistos. En su caso, la pequeña nave MINERVA, que tenía como objetivo aterrizar en el asteroide, no logró su objetivo. El material recogido, además, no procedía del interior del asteroide, como se quiere hacer con Ryugu. En cualquier caso, la misión fue un éxito gigantesco para la agencia espacial japonesa, JAXA. Todo apunta a que Hayabusa2 será un éxito todavía mayor, que nos traerá muchos descubrimientos interesantes…

Referencias: Phys