¿Sabes qué planetas son visibles desde la Tierra? ¿O en qué condiciones puedes verlos? Tanto si sabes qué planetas son fácilmente visibles a simple vista, como dónde localizar a Neptuno para poder verlo con tu telescopio, esta guía de observación de los planetas te puede ser muy útil…

Guía de observación de los planetas

Guía de observación de los planetas

Venus y la Luna, con la franja de la Vía Láctea de fondo, vistos desde Cerro Paranal, en Chile.
Crédito: ESO/Y. Beletsky

Antes de comenzar, hay varias aclaraciones sobre esta guía de observación de los planetas que considero pertinente. Por un lado, ¿sabías que es posible ver algunos de los planetas incluso a plena luz del día? Precisamente, por esto mismo, quiero incidir especialmente en el peligro de mirar al Sol. No importa si es solo unos segundos. No importa si es con los ojos entornados. Todo eso es irrelevante.

La luz de nuestra estrella tiene la capacidad de provocar daños permanentes e irreparables en nuestra visión en muy pocos segundos. Por lo que nunca, y quiero decir NUNCA, mires directamente al Sol. Si tienes un telescopio o unos prismáticos astronómicos, ni se te ocurra la idea de apuntarlos en dirección de la estrella. Si tienes unos prismáticos, lo que puedes hacer es utilizarlos como un proyector.

Es decir, los apuntas hacia el Sol, sin mirar a través de ellos, obviamente, mientras en el otro extremo tienes un papel o una superficie en la que proyectar la imagen que captan. De esta manera, puedes ver la superficie de nuestra estrella de manera segura. El proceso es relativamente sencillo pero hace falta un poco de paciencia. Lo más interesante es que puedes observar incluso las manchas solares si tienes un poco de paciencia.

Observar el Sol con prismáticos o telescopio

Una imagen del Sol, tomada por la NASA, en la que se ven varias manchas solares.
Crédito: NASA

Hay dos formas seguras de observar el Sol. Una es la proyección en una superficie, así lo vemos de forma indirecta. Este método, que explicaba antes brevemente para los prismáticos, es también aplicable para un telescopio. El proceso exacto es algo que tendrás que hacer a mano. Pero la idea es siempre la misma, necesitas una superficie en la que se proyecte la luz que atraviesa el instrumento.

En ningún momento puedes mirar a través ni del telescopio ni de los prismáticos. No es ninguna broma. Puedes perder la vista en cuestión de segundos. Así que tendrás que fijarte en la sombra que proyecta el telescopio o los prismáticos en la superficie y armarte de paciencia, practicando, hasta que consigas ver la proyección del Sol en esa superficie. Una vez lo hayas conseguido, podrás ajustar la definición de la imagen viéndolo en la proyección.

Si tienes un telescopio, puedes comprar un filtro apropiado para observar directamente el Sol. Sin embargo, esto es para usuarios más avanzados. Es decir, si nunca has utilizado un telescopio, o todavía estás familiarizándote con ellos, es preferible que te centres en planetas y otros objetos. Ya habrá tiempo de observar el Sol con un filtro. Y, si eres un usuario avanzado, puedes comprarlo en cualquier lugar. Como la misma tienda en la que adquiriste tu telescopio.

El problema de Mercurio

Detalle de la superficie de Mercurio.
Crédito: NASA

Dicho esto, pongámonos manos a la obra con esta guía de observación de los planetas. Mercurio es el planeta más cercano al Sol. Es también el más complicado de observar porque nunca se aleja demasiado del Sol. A simple vista es posible observarlo, pero solo en condiciones muy específicas. Si el Sol está por encima del horizonte, no intentes buscarlo, porque vas a tener que mirar en la dirección de nuestra estrella.

Mercurio es visible solo en ciertos momentos del año (el resto del tiempo está demasiado cerca del Sol y su brillo lo oculta por completo). Según donde te encuentres, incluso así, es posible que no lo veas (la contaminación lumínica puede ser un factor en tu contra). Hay dos momentos ideales para ver Mercurio. Cuando se encuentra en máxima elongación (es decir, en su punto más lejano respecto al Sol).

Esa elongación siempre se indica hacia el oeste o el este. Y aquí viene lo importante. Si es al oeste, Mercurio es visible poco antes de la salida del Sol. Si es al este, poco después de la puesta del Sol. Pero no todas las elongaciones son igual de buenas. La distancia entre Mercurio y el Sol, cuando está en máxima elongación, no es siempre la misma, así que en ocasiones, a pesar de estar en una situación aparentemente ideal, no se podrá ver o será extremadamente difícil.

Cuándo ver Mercurio

Esta conjunción planetaria sucedió el 1 de mayo de 2011. En la imagen aparecen Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y la Luna.
Crédito: G.Hüdepohl (atacamaphoto.com)/ESO

A esto, hay que sumarle, además, el plano de la eclíptica y su inclinación respecto al horizonte. La eclíptica es ese plano imaginario en el que todos los planetas parecen moverse. En el caso de Mercurio es importante por su cercanía al Sol. De tal manera que, generalmente, las mejores oportunidades para verlo son en las tardes cercanas al equinoccio de primavera y en los amaneceres cercanos al equinoccio de otoño.

¿Por qué? Es en esos momentos cuando el plano de la eclíptica parece casi perpendicular al horizonte, haciendo que Mercurio esté visible, desde nuestra perspectiva, a más distancia del Sol. Esto quiere decir que el mejor momento para observar Mercurio en lo que llevamos de 2018 fue, en el hemisferio norte, en las tardes del 6 al 22 de marzo y, al mismo tiempo, fue una mala fecha para el hemisferio sur.

Cuando las condiciones son óptimas, Mercurio puede permanecer en el cielo, tras la puesta de Sol, incluso más de una hora. En torno al 12 de julio, antes del amanecer, será una buena fecha para el hemisferio sur. Mientras que será en torno al 26 de agosto, después del atardecer, cuando se dé el mejor momento en el hemisferio norte. Después habrá que esperar a las fechas en torno al 6 de noviembre para verlo en el mejor momento en el atardecer (hemisferio sur) y al 15 de diciembre, aunque este último no será idóneo en ninguno de los dos hemisferios.

Guía general para Mercurio

Mercurio visto por la sonda Messenger en 2008.
Crédito: NASA

Habiendo explicado todo esto, quiero terminar esta parte de la guía de observación de los planetas con la explicación más general, porque Mercurio, a estas alturas, creo que quedará claro que es un caso bastante excepcional. Normalmente, alo largo del año, Mercurio aparece tres veces en el amanecer y tres veces en el atardecer. Y no en todas esas ocasiones, como he explicado en el párrafo anterior, estará en buena situación.

Si vives en el hemisferio norte, por lo general, las mejores fechas son en las tardes de marzo o abril y en las mañanas de septiembre y octubre. En el hemisferio sur, las mejores fechas son las mañanas de marzo y abril y las tardes de septiembre y octubre. Si está en máxima elongación en el atardecer, puedes localizarlo en la dirección general de la puesta de Sol, a partir de unos 30 o 40 minutos desde que el Sol se haya puesto.

En el caso del amanecer, puedes buscarlo unos 40 o 50 minutos antes del amanecer. Normalmente presenta un color anaranjado o incluso rosáceo por estar cerca del horizonte. Si tienes un telescopio, podrás ver sus fases, igual que sucede con Venus. Aunque no es tan espectacular como el segundo planeta. Además, en ocasiones, Mercurio puede parecer que parpadea, algo que no sucede (normalmente) con el resto de planetas.

Venus

 

Venus, en color real, fotografiado por la sonda Mariner 10.
Crédito: NASA

Venus es, de largo, el planeta más fácil de observar a simple vista. Es el tercer objeto más brillante del firmamento. Solo por detrás del Sol y la Luna. Venus alterna su aparición entre el cielo del amanecer y el atardecer. En cada aparición, permanece varios meses en el cielo, alejándose poco a poco del sol hasta el máximo (unos 46º de separación) y después volviéndose a acercar. En el mejor momento, Venus aparece (o se pone) unas 3 horas antes (o después) del Sol.

Si tienes un telescopio, puedes ver las fases del planeta, igual que pasa con la Luna. Con unos prismáticos también es posible que puedas distinguir alguna de sus fases, pero es más complicado. Aunque hay gente que dice que lo puede ver incluso a simple vista. Yo no me encuentro entre esos privilegiados… Una última anécdota. El brillo de Venus es tan intenso que puede proyectar sombras en la superficie de la Tierra.

Marte

 

Marte, fotografiado por el telescopio Hubble en 2003.
Crédito: NASA, ESA, and The Hubble Heritage Team (STScI/AURA)

Marte es, también, uno de los planetas más fáciles de observar, pero no por ello voy a dejarlo fuera de la guía de observación de los planetas. Tiene un tono anaranjado, o amarillento, muy particular. Por su órbita, más grande que la de la Tierra, el planeta puede tener un brillo muy diferente. Puede ser incluso más brillante que Sirio o caer hasta el brillo de estrellas como Arturo (que sigue siendo una estrella brillante). Se puede observar en diferentes momentos a lo largo del año.

Además, hay que decir que si tienes unos prismáticos astronómicos o un telescopio, es un buen objetivo. Con ambos podrás ver algunos detalles de su superficie. Pero, si además tienes un telescopio suficientemente grande, podrías incluso ver tanto Fobos como Deimos, aunque solo en condiciones muy específicas. En cualquier caso, es uno de los objetos más fáciles de ver en el firmamento nocturno.

Júpiter

Júpiter visto por la sonda Cassini.
Crédito: NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Southwest Research Institute – National Aeronautics and Space Administration

Nuestra siguiente parada en la guía de observación de los planetas es Júpiter. Es bastante fácil de identificar en el cielo nocturno. Al igual que venus, en ocasiones también se puede ver en el atardecer. Siempre es más brillante que Sirio. Su movimiento es bastante lento. Recorre una constelación del zodiaco (30º aproximadamente) cada año. Lo más interesante no es verlo a simple vista. Si no recurrir a unos prismáticos astronómicos o a un telescopio con el que verlo en más detalle.

Unos prismáticos o un telescopio pequeño mostrarán el planeta como un disco blanco pequeño, junto a sus cuatro satélites más grandes: Ganímedes, Ío, Europa y Calisto. Si los observas en diferentes días, verás cómo van cambiando de posición. En realidad, si no estuviesen tan cerca de Júpiter, las cuatro lunas también serían visibles a simple vista. Con un telescopio algo más grande, ya podrás apreciar más detalles de Júpiter.

Saturno

Saturno (en color natural) fotografíado en su equinoccio, que tuvo lugar en 2009.
Crédito: NASA/JPL/Space Science Institute Image

La joya de la corona, Saturno, también es visible a simple vista. Presenta un tono ligeramente amarillent. No es tan brillante como el resto de planetas y tanto las estrellas Sirio como Canopo son más brillantes. Pero si sabes dónde se encuentra, es fácil de identificar. Pero, sin duda, lo más espectacular de Saturno son sus anillos. Para verlos necesitarás un pequeño telescopio. Cada 15 años, aproximadamente, los anillos se ven de perfil desde la Tierra, por lo que solo se ven como una fina línea.

Sin la interferencia de la Luna, y si se encuentra en oposición (es decir, en el extremo opuesto al Sol desde la perspectiva de la Tierra), podrás ver a Titán, su satélite más grande con unos prismáticos astronómicos.Con un telescopio pequeño lo podrás ver con mucha facilidad, así como otros satélites como Rea, Tetis, Dione, Jápeto y Encélado.

Urano

Urano en el espectro visible, tal y como fue fotografiado por la sonda Voyager 2.
Crédito: NASA

Urano solo es visible a simple vista cuando se encuentra en su punto más brillante. Solo, además, bajo un cielo completamente oscuro y libre de contaminación lumínica. Por lo que es mucho más difícil de observar, en esas condiciones, si te encuentras en un lugar habitado. Es el planeta más lejano que se puede observar a simple vista, pero no es nada sencillo. Sin embargo, unos prismáticos astronómicos serán suficientes.

Con ellos, lo verás como una estrella. Con un telescopio, podrás verlo como un pequeño disco verde y azulado. Para poder encontrarlo, sin embargo, casi siempre es necesario recurrir a la ayuda de alguna aplicación astronómica. Al final de esta guía de observación de los planetas mencionaré algunas que te pueden resultar útiles.

Neptuno

Neptuno, fotografiado por la sonda Voyager 2.
Crédito: NASA

Nuestra última parada en la guía de observación de los planetas es Neptuno. No es visible a simple vista. De hecho, incluso unos prismáticos astronómicos son insuficientes. A menos que te encuentres bajo un cielo completamente oscuro y en ausencia de la luna. Si tienes un telescopio de un tamaño apropiado, podrás verlo como un disco con un tono azul-gris pálido. Para encontrarlo, vas a necesitar recurrir a la ayuda de alguna aplicación astronómica.

¿Qué aplicación utilizar?

La galaxia de Andrómeda.
Crédito: Lorenzo Comolli

Para terminar esta guía de observación de los planetas, hace falta algo más. No importa si tienes unos prismáticos o un telescopio o nada. Hay aplicaciones que te ayudarán a encontrar no solo los planetas, sino otros objetos astronómicos interesantes. Como la galaxia de Andrómeda o las Pléyades. Si tienes un teléfono Android, Google Sky Map es una buena opción. Especialmente si tu teléfono tiene una brújula o un magnetómetro.

Si es así, será el propio teléfono el que oriente el mapa correctamente. Así que solo necesitas moverlo hacia el objeto que estés viendo. O, si quieres buscar uno, escribir el nombre en la aplicación y te apuntará en qué dirección moverte para verlo. En iOS hay aplicaciones como Star Chart. E incluso, para ordenadores de sobremesa (y portátiles) puedes utilizar programas como Stellarium.

Con todo esto, espero que esta pequeña guía de observación de los planetas esté suficientemente completa para lo que buscas. Si estás buscando un telescopio o prismáticos astronómicos adecuados, me temo que tendrás que esperar. Tengo pensado escribir alguna guía, pero aún no sé exactamente cuando. Pero puedes indicarme en los comentarios, o en Twitter, si es algo que te interesa. Esto mismo es aplicable a las guías de observación de los planetas (y otros objetos astronómicos) de cada mes, que he hecho de cuando en cuando.