Un grupo de investigadores ha descubierto un nuevo planeta enano en el Sistema Solar. Informalmente, lo denominan Goblin. Su descubrimiento es interesante por varios motivos. Primero porque está mucho más lejos que Plutón. Segundo, porque apunta a la existencia del Planeta Nueve…

Goblin, un planeta enano extremadamente lejano

Goblin, un nuevo planeta enano en el Sistema Solar

Esta pequeña animación, de dos imágenes, muestra el movimiento de Goblin.
Crédito: Scott Sheppard

Este nuevo planeta enano ha sido descubierto por varios investigadores de la Carnegie Institution for Science, la Universidad de Arizona del Norte y la Universidad de Hawái. Goblin, cuya definición formal es 2015 TG387, es un planeta enano extremadamente lejano. Se encuentra a 2,5 veces la distancia media que separa a Plutón del Sol. En el momento de su detección, estaba a unos 12 000 millones de kilómetros del Sol. Su órbita se estima en unos 40 000 años.

Lo más interesante es que su presencia es una señal más de que debería existir un planeta masivo todavía más lejos. Me refiero, por supuesto, al hipotético Planeta Nueve. Por su distancia y el brillo observado, se calcula que Goblin tiene un diámetro de 300 kilómetros. Pensemos por un momento en esto. Nuestra tecnología nos ha permitido observar un objeto, de 300 kilómetros de diámetro, a 12 000 millones de kilómetros de nuestra estrella.

Aunque es cierto que el diámetro es solo una estimación. Si es más oscuro de lo que se calcula, podría ser el doble de grande. Pero, en cualquier caso, estamos hablando de un objeto que es, en principio, diez veces más pequeño que la Luna. Su órbita además, no solo es extremadamente larga. También es extremadamente elíptica. Nunca se acerca a menos de 10 000 millones de kilómetros del Sol, pero se aleja hasta los 350 000 millones de kilómetros…

Goblin es un objeto muy llamativo

Esta ilustración muestra la órbita de Goblin en comparación a otros dos objetos extremos y partes del Sistema Solar. Crédito: Roberto Molar Candanosa and Scott Sheppard, courtesy of Carnegie Institution for Science.

El perihelio de Goblin, es decir, el punto más cercano de su órbita al Sol, es muy lejano. Solo hay dos objetos que tengan un perihelio todavía más lejano: 2012 VP113 y Sedna. Por contra, el afelio de Goblin, es decir, el punto más lejano de su órbita al Sol, es mucho más grande que el de 2012 VP113 y Senda. Así que se aleja mucho más que ambos. Esto tiene una consecuencia que es muy interesante. Nunca se acerca lo suficiente para interaccionar con los planetas gigantes.

Es decir, la gravedad de los planetas gigantes (como Neptuno y Júpiter) no le afecta de una manera significativa. Por sus características, parece que Goblin podría ser un objeto perteneciente a la región interior de la Nube de Oort. Así que es otra herramienta para poder conocer mejor una de las regiones más distantes del Sistema Solar. Si nos fijamos en nuestro sistema, veremos que hay tres regiones claramente diferenciadas.

Por un lado, el Sistema Solar interior, con los cuatro planetas rocosos (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte). Por otro, el Sistema Solar exterior, con los cuatro planetas gigantes (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno). Más allá de la órbita de Neptuno entramos en el territorio de los llamados objetos transneptunianos. No muy lejos de su órbita tenemos el Cinturón de Kuiper, el hogar del planeta enano Plutón, así como multitud de objetos descubiertos allí.

Las órbitas de los objetos del Sistema Solar

Comparación de la órbita de Goblin y de diferentes planetas y objetos del Sistema Solar.
Crédito: Roberto Molar Candanosa and Scott Sheppard, courtesy of Carnegie Institution for Science.

Justo después del Cinturón de Kuiper, nos encontramos una región en la que los objetos tienen órbitas inclinadas respecto al plano del Sistema Solar. Es lo que se conoce como el disco disperso. Después, finalmente, nos encontramos con la Nube de Oort. Se calcula que podría extenderse hasta a un año-luz de distancia del Sol. Hay muchos objetos, tanto en el disco disperso como en la Nube de Oort, que se acercan lo suficiente al Sol como para que la gravedad de los planetas gigantes les afecte.

Pero hay otros que nunca llegan a acercarse lo suficiente. Es el caso de 2015 TG387 (Goblin). Si viésemos las órbitas de los objetos del Sistema Solar, veríamos que tanto los planetas, como el Cinturón de Kuiper, describen órbitas que coinciden con el ecuador del Sol. En el Cinturón de Kuiper hay más inclinaciones, pero no son demasiado exageradas. Pero, más allá del disco disperso, deberíamos esperar encontrar objetos en órbitas elípticas y con inclinaciones al azar.

Algunos de esos objetos podrían tener su órbita en 90º respecto al plano orbital, por ejemplo. Sin embargo, no es eso lo que se ha venido observando en los últimos tiempos. Eso sí, hay que tener muy presente que la cantidad de objetos conocida, más allá del disco disperso, es muy baja. Lo que se ha visto es que estos objetos parecen mostrar algunas características comunes. La orientación de sus órbitas es prácticamente en la misma dirección. ¿Cómo es posible?

La existencia del Planeta Nueve cobra fuerza

Concepto artístico del posible Planeta Nueve.
Crédito: Roberto Molar Candanosa and Scott Sheppard, courtesy of Carnegie Institution for Science.

Aquí es donde entra en juego la posible existencia del Planeta Nueve. Ese hipotético planeta, más masivo que la Tierra, que se encontraría en una órbita muy lejana del Sol. Sería el responsable de que esos objetos describiesen órbitas muy similares. En 2014, se propuso su existencia y en 2015 se comenzó a considerar seriamente. Comenzó su búsqueda y, ahora, nos encontramos con el descubrimiento de Goblin. Porque resulta que ha sido descubierto en esa misión de búsqueda del Planeta Nueve.

La órbita de Goblin (o 2015 TG387 si prefieres su nombre formal) encaja con la del resto de objetos conocidos en esta región. Es posible que sea solo una coincidencia, porque es una cantidad baja de objetos conocidos. Pero, por los comentarios de los investigadores, parece que su órbita apoya la idea de que tiene que haber un planeta masivo ahí fuera. Encaja muy bien con la órbita del resto de objetos. Además, se ha simulado si sería estable a lo largo del tiempo.

Así, los investigadores han descubierto que la órbita de Goblin es estable a lo largo de la vida del Sistema Solar. También parece que su órbita cambiaría en función de cómo lo haga la del Planeta Nueve. Es decir, la gravedad del Planeta Nueve se encargaría de mantenerlo siempre alejado de él. Algo que explicaría por qué 2015 TG387, y el resto de objetos descubiertos en esta región, tienen órbitas muy parecidas.

La búsqueda continuará durante mucho tiempo

Órbitas de Neptuno (magenta), Sedna (magenta oscuro), varios objetos del Cinturón de Kuiper (cián) y el Planeta Nueve (naranja).
Crédito: Caltech/R. Hurt (IPAC)

Es muy similar a lo que sucede con Plutón. Nunca se acerca lo suficiente a Neptuno, a pesar de que comparten órbita. Lo que hay que tener claro, en cualquier caso, es que es una simulación. Por lo que no se puede tomar como una evidencia irrefutable de que el Planeta Nueve exista. De hecho, hay investigadores que creen que no es necesario un planeta masivo para explicar estas órbitas. Creen que los resultados (que parecen apoyar la existencia) son resultado de un sesgo a su favor.

¿Cuál es el problema? Que las investigaciones de esos científicos pueden estar, igualmente, sesgadas en dirección contraria. Es decir, sesgadas en la suposición de que no hay un planeta masivo a una gran distancia del Sol. Por ello, el descubrimiento de este pequeño planeta enano, 2015 TG387, es interesante por sí mismo, pero no tiene por qué acercarnos necesariamente al Planeta Nueve. Para saber si ese planeta masivo existe, hay que seguir buscando.

Por cierto, Goblin no es el nombre oficial del planeta enano 2015 TG387. Es solo el nombre con el que se refieren a él los investigadores. Más adelante, parece lógico suponer que recibirá un nombre oficial por parte de la Unión Astronómica Internacional. Al margen de esto, habrá que ver qué sucede en los próximos meses y años. La suposición de los investigadores, y parece perfectamente lógica, es que todavía quedan muchos planetas enanos por descubrir…

Referencias: Carnegie Institution for Science, Bad Astronomy