Por segunda vez en menos de un mes, no hay una sola mancha en la superficie del Sol. Esto ha provocado que algunas páginas hayan comenzado a hacerse eco del fenómeno y seguramente no tardaremos mucho en ver las noticias más sensacionalistas. Así que, ¿por qué no hay manchas solares? y, sobre todo, ¿qué quiere decir?

Las manchas solares

Imagen del Sol en la que se pueden apreciar diversas manchas solares. Crédito: NASA

Imagen del Sol en la que se pueden apreciar diversas manchas solares.
Crédito: NASA

El Sol es una estrella que experimenta cambios en su actividad en un ciclo de unos 11 años (al que simplemente llamamos ciclo solar). Durante ese tiempo, la cantidad de manchas solares presentes en su superficie puede variar considerablemente. La ausencia de manchas solares por segunda vez en sólo unas semanas es señal de que nuestra estrella está entrando en una fase de actividad reducida, que durará unos cinco años. Incluso en esta etapa más tranquila, sigue siendo capaz de producir tremendas llamaradas solares.

Como seguramente sepas, las manchas solares son esas áreas oscuras que podemos ver en la superficie del Sol, que nos indican que hay una actividad magnética muy intensa en esa región. Es tan fuerte, de hecho, que puede impedir la convección solar y reducir la temperatura de la zona. Pueden tener desde unos pocos kilómetros a más de 100.000 kilómetros de diámetro, con una temperatura de la mitad de las zonas que la rodea. Con los filtros adecuados, las puedes ver sin la ayuda de un telescopio (eso sí, nunca se te ocurra mirar al Sol directamente).

No son sólo una curiosidad para los científicos. Son el motor de las llamaradas solares y de las eyecciones de masa coronal, que pueden provocar tormentas de radiación y geomagnéticas en nuestro planeta. Aunque de momento no hemos visto ninguna tan intensa, las tormentas podrían tener efectos tremendos en nuestra sociedad, tan dependiente de la tecnología en estos momentos (como el GPS, por ejemplo) y las regiones más cercanas a los polos necesitan estar especialmente preparadas para combatir sus efectos.

El final del ciclo 24

Imagen del Sol sin ninguna mancha solar. Crédito: NASA

Imagen del Sol sin ninguna mancha solar.
Crédito: NASA

Así que vamos camino del mínimo solar de este ciclo. En estos momentos, el Sol ya está en la fase final del ciclo 24, y se espera que su mínimo de actividad llegue alrededor de 2020. Con el paso del tiempo, la cantidad de manchas en su superficie irá disminuyendo. Es algo normal y no es la primera vez, ni mucho menos, que vemos la superficie del Sol completamente limpia de manchas. Estos períodos de ausencia irán teniendo duraciones cada vez más largas. Primero serán sólo unos días, y seguramente las próximas seguirán teniendo esa duración, pero eventualmente veremos hasta semanas y meses sin la aparición de una sola mancha.

Ahora mismo, el lado del Sol que apunta a la Tierra es el único que está limpio de manchas solares. El sábado 25 de junio se registró la erupción de una enorme nuble de plasma en el hemisferio opuesto, y pronto podremos ver el tamaño de la mancha solar que la ha provocado. Es un buen recordatorio de que el mínimo solar sólo quiere decir que estamos terminando un ciclo, pero que el peligro de que la Tierra sea golpeada por una gran tormenta sigue presente.

A fin de cuentas, vale la pena recordar que el evento Carrington (que puedes leer aquí, en un artículo en el que también hablo del Mínimo de Maunder) de 1859, sucedió durante un ciclo de actividad más bien débil. Aquella fue la tormenta geomagnética más grande registrada hasta la fecha, que llegó a provocar la aparición de auroras en el Caribe. Si una tormenta así nos golpease en la actualidad, podría mandar al traste nuestras instalaciones eléctricas, Internet, y toda la tecnología que se apoya en ello, durante semanas o incluso meses. La buena noticia es que, en principio, en España los efectos de una tormenta solar no deberían ser tan dañinos. Además, durante los últimos años se han tomado medidas para mitigar sus posibles consecuencias.

Qué nos espera

El Támesis congelado en el año 1677. Cuadro de Abraham Hondius (1631-1691)

El Támesis congelado en el año 1677.
Cuadro de Abraham Hondius (1631-1691)

Algunas publicaciones (y algunos expertos) creen que este mínimo podría desembocar en algo similar a la Pequeña Edad de Hielo. Para ponernos en situación, es necesario hablar del Mínimo de Maunder, que es el período histórico (desde que se miden los ciclos solares) con la menor cantidad de manchas solares observadas. Tuvo lugar desde 1645 a 1715, y apenas se llegaron a observar unas 50 manchas en un período en el que lo normal es observar varios miles.

Se suele asociar con una de las partes más frías de la Pequeña Edad de Hielo, un episodio de temperaturas bajas que tuvo lugar en el hemisferio norte entre los años 1550 y 1850, coincidiendo con el Mínimo de Maunder, aunque no se ha logrado establecer una relación entre la actividad solar y la prominencia de inviernos especialmente duros. De hecho, el invierno más frío registrado hasta la fecha en Inglaterra, tuvo lugar entre 1683 y 1684. Dos años después, sin embargo, tuvo lugar el quinto invierno más cálido registrado en un período de 350 años.

A decir verdad, el nombre es bastante engañoso. La Pequeña Edad de Hielo tuvo poco que ver con una edad de hielo como la comprendemos normalmente. Simplemente hace referencia a un período en el que el hemisferio norte tuvo una temperatura de alrededor de 1ºC más baja de lo normal, y que no fue uniforme en todo el planeta. Además, hubo otros períodos considerablemente fríos durante esos 300 años de duración (en 1770 y 1850) en los que la actividad del Sol no era tan baja como lo fue en el Mínimo de Maunder.

Llamarada solar del 31 de agosto de 2012. Crédito: NASA Goddard Space Flight Center

Llamarada solar del 31 de agosto de 2012.
Crédito: NASA Goddard Space Flight Center

¿Qué va a pasar ahora? Lo más importante es tener claro que la ausencia de manchas solares no representa ninguna amenaza para la vida en la Tierra. No hay de qué preocuparse. Es absolutamente normal (y conociendo el sensacionalismo de algunas publicaciones, prefiero eliminar esa duda). La ausencia de tormentas solares sí que implica que nuestro planeta queda más expuesto a los rayos cósmicos, y eso podría suponer algún riesgo para la salud de nuestros astronautas en la Estación Espacial Internacional, pero su incidencia en la superficie, protegidos por la atmósfera, es insignificante.

¿Vamos camino a un nuevo Mínimo de Maunder? Está por ver. Sí es cierto que este ciclo es el más flojo del último siglo, pero todavía estamos muy lejos de la poca actividad que se registró entre 1645 y 1715. Hasta el punto de que cabría esperar que no se produjese en los próximos dos siglos. Eso sí, no pienses que una reducción de la actividad solar significa que podríamos echar el freno al calentamiento global, o incluso revertirlo, porque como mucho, lo único que obtendríamos es un pequeño ralentizamiento del calentamiento.

Referencias: Washington Post