En la búsqueda de vida extraterrestre inteligente (SETI, por sus siglas en inglés), una pregunta inevitable es si el ser humano es una buena vara de medir. Es decir, ¿podemos suponer que otras civilizaciones serán parecidas a la nuestra? Un nuevo trabajo pone en duda que este sea el caso…
El ser humano no tiene por qué ser la vara de medir perfecta
Una de las preguntas más repetidas de la astronomía moderna es «¿Dónde está todo el mundo?». Es lo que conocemos como la paradoja de Fermi. A fin de cuentas, todo lo que se ha observado sobre la Tierra invita a pensar que la vida debería estar presente en otros lugares de la Vía Láctea. Debería haber civilizaciones lejos del Sistema Solar. Así que, ¿por qué no podemos detectar su presencia y por qué no hay señales de que alguna civilización pueda haber visitado nuestro rincón de la galaxia? Hay muchas posibles soluciones para la paradoja de Fermi.
En muchas, el ser humano es el punto central de esa solución. Se consideran aspectos como qué vemos, cuál ha sido nuestra historia evolutiva, el desarrollo de nuestra tecnología, o lo que hemos captado hasta ahora en el estudio del espacio. El filósofo serbio Vojin Rakić considera que estas soluciones son antropocéntricas. Porque, a fin de cuentas, ponen al ser humano en el centro de la cuestión. En un trabajo que ha publicado, analiza las diferentes propuestas para resolver la paradoja de Fermi y, además, plantea una nueva posibilidad.
A su parecer, una posible explicación es que la vida alienígena no es observable para los sentidos que han desarrollado los seres humanos. O, quizá, esas civilizaciones viven en una parte del universo que todavía no conocemos (o que no todavía no podemos detectar y observar). En su trabajo, se descarta el papel del ser humano en la naturaleza del universo y en la búsqueda de vida extraterrestre. La idea de que el ser humano sea la vara de medir ya la planteó Protágoras, en el siglo V antes de nuestra era, y Platón, en el siglo III antes de nuestra era.
El impacto del ser humano
Desde entonces, nuestra civilización ha contaminado el mundo, cambiado el clima y hasta diezmado la población del reino animal. Nuestro impacto en el planeta es innegable. Rakić plantea que las soluciones sugeridas hasta ahora se pueden dividir en tres grandes grupos. La soluciones de excepcionalidad, las de aniquilación y las de barreras de comunicación. En el caso de las primeras, se plantea que la vida es muy poco probable que se desarrolle y, por tanto, podríamos ser la única vida presente en toda la Vía Láctea (o incluso en el universo).
Las de aniquilación plantean que las catástrofes a nivel planetario suceden con cierta frecuencia, o que las civilizaciones provocan su propia extinción. Mientras que las soluciones de barrera de comunicaciones se preguntan si, simplemente, esas civilizaciones podrían estar demasiado lejos o ser incomprensibles para el ser humano. También se ha sugerido que las civilizaciones podrían ocultar su presencia voluntariamente, o que la Tierra esté aislada, intencionadamente, por parte del resto de civilizaciones para permitir que su vida se desarrolle por sí misma.
La propuesta del autor es diferente. Propone una solución alternativa que va más allá de plantear que los extraterrestres son tan inteligentes y avanzados que no podemos percibirlos. Según explica, esto sería solo una parte de la solución planteada en el estudio. Los extraterrestres no necesitan tener un aspecto diferente para evitar ser detectados por los seres humanos. Es posible que siempre hayan sido así. Incluso puede que existan en nuestro entorno, sin tener por qué superarnos en inteligencia. Podrían ser muy poco inteligentes.
El ser humano como vara de medir no tiene por qué ser útil
La explicación es la siguiente: muchos seres humanos creen que son las criaturas más inteligentes con las que se han encontrado hasta ahora. Algo que es muy antropocéntrico. ¿Los bichos y gusanos, por ejemplo, nos perciben como formas de vida muy avanzadas? Aunque sufren las consecuencias de nuestras acciones, probablemente no entiendan por qué. ¿Es posible que nos observe una inteligencia artificial de una manera que no podemos percibir? ¿Cómo nos perciben los delfines o ballenas (o animales que consideremos inteligentes?
Son algunas de las preguntas que plantea en su trabajo. Entre las opciones más exóticas, sugiere que los extraterrestres podrían estar compuestos por energía o materia oscura, o existir en un espacio o dimensión temporal que todavía no hayamos descubierto. Puede que esa vida exista en otros universos o en una escala a la que no tenemos acceso con nuestra tecnología. En realidad, todo lo que plantea son especulaciones. Aunque algunas no son muy diferentes a las que se plantean como posibles soluciones de la paradoja de Fermi.
En cualquier caso, al final, lo que plantea Rakić es que la paradoja de Fermi puede ser demasiado simple. Quizá la pregunta correcta sea ¿qué puede existir que los humanos no podamos percibir en el universo? La paradoja de Fermi, a su parecer, solo sería una forma antropocéntrica de plantear esa pregunta. No parece que este estudio vaya a llevarnos a ninguna línea de investigación interesante. No deja de ser curioso, en cualquier caso, ver cómo se intenta encontrar soluciones a la paradoja de Fermi incluso desde enfoques muy diferentes…
Estudio
El estudio es Vojin Rakić; «A non-anthropocentric solution to the Fermi paradox». Publicado en la revista International Journal of Astrobiology el 7 de marzo de 2024. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Phys
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