Los anillos de Saturno son una de las imágenes más espectaculares del Sistema Solar. Júpiter, Urano y Neptuno también tienen su propio sistema de anillos. Pero si algo llama la atención es, sin duda, los anillos de Cariclo y Haumea. Dos objetos demasiado pequeños, en teoría, para poder tenerlos…

Los anillos de Cariclo y Haumea son sorprendentes

El extraño caso de los anillos de Cariclo y Haumea

Saturno (en color natural) fotografíado en su equinoccio, que tuvo lugar en 2009.
Crédito: NASA/JPL/Space Science Institute Image

Sabemos que los planetas gigantes tienen sus propios anillos. Saturno alberga los más espectaculares. Pero Júpiter, Urano y Neptuno también tienen sus propios sistemas, mucho menos llamativos, quizá, pero no menos interesantes. En todos ellos, se cumple una misma regla para explicar que se mantengan estables. Las lunas pastoras, como las de Saturno. Su función es, esencialmente, ayudar a que los anillos mantengan su forma, que no se dispersen y desaparezcan.

Parece lógico suponer, por tanto, que sería necesario disponer de satélites que puedan cumplir esta función para tener un sistema de anillos propios. Pero esta suposición saltó por los aires con el descubrimiento de que hay dos objetos distantes con sus propios anillos. Por un lado, Cariclo, un asteroide entre la órbita de Saturno y Urano. Por otro lado, Haumea, un planeta enano localizado en el Cinturón de Kuiper.

En el caso de los anillos de Cariclo y Haumea, no podemos recurrir a las lunas pastoras. Un nuevo estudio plantea que podrían ser dos detalles muy diferentes los que permitan que sus sistemas de anillos se mantengan a lo largo del tiempo. No solo eso, también ayudan a sospechar que los anillos podrían ser mucho más comunes, en el Sistema Solar, de lo que se pensaba. Aunque por ahora no se sabe si es así.

Todo se debe a las particularidades de Cariclo y Haumea

Impresión artística del aspecto que podrían tener los anillos de Cariclo vistos desde la pequeña superficie del centauro.
Crédito: ESO/L. Calçada/Nick Risinger

Según los investigadores, la respuesta podría estar en las propias características de Cariclo y Haumea. Por lo que, una anomalía en la topografía del objeto podría provocarlo. Es decir, la presencia de una montaña, en un objeto pequeño, podría servir perfectamente como mecanismo para mantener los anillos juntos. Como si fuese una especie de luna pastora, pero dentro de la propia superficie del objeto que estudiemos.

A esto, habría que sumarle el propio papel de la gravedad y el movimiento de los objetos. Si rotan lo suficientemente rápido, podrían crear una resonancia específica que mantenga a los anillos. Impidiendo que puedan expandirse y, en el proceso, disiparse. Cariclo es un asteroide de unos 300 kilómetros de diámetro. Tarda 63 años en completar una vuelta alrededor del Sol. Es el objeto más grande de los Centauros. Un tipo de objeto que presenta características propias tanto de asteroides como de cometas.

Por otro lado, Haumea es un planeta enano. De un tamaño similar a Plutón. Tiene la particularidad de parecer una esfera achatada, con un diámetro de 1 632 kilómetros. Fue descubierto en diciembre de 2004. Tarda, aproximadamente, 285 años en completar una vuelta alrededor del Sol. Es, precisamente, ese achatamiento el que podría explicar que sea capaz de mantener su propio sistema de anillos.

Queda mucho por descubrir

Concepto artístico del planeta enano Haumea con sus anillos.
Crédito: IAA-CSIC/UHU

Los anillos de Cariclo y Haumea son, por tanto, un objeto de estudio muy interesante. Su funcionamiento tiene poco que ver con el papel de las lunas pastoras de Saturno. En el caso de Cariclo, dentro de su aspecto irregular podemos encontrar una gran montaña. Según el estudio, todo apunta a que estaría en el lugar correcto para que los anillos se puedan mantener estables justo más allá del límite de Roche. Una región que he mencionado alguna vez.

El límite de Roche indica el punto en el que la gravedad de un objeto es insuficiente para resistir la de otro objeto más grande. Es decir, indica, en el caso de la Tierra y la Luna, la distancia mínima a la que podría estar sin que la gravedad de la Tierra la destrozase. También indica la distancia a la que pueden estar ciertas características (como los anillos) sin que se dispersen por el espacio, así que su uso no es solo teórico.

En el caso de Haumea, todo parece deberse, según cuentan los investigadores, al propio aspecto del planeta enano. Su extrema elongación es la responsable de que sea capaz de mantener sus anillos. Los anillos de Cariclo y Haumea permiten ver que hay más sistemas que permiten mantener anillos. Si se descubren más objetos con anillos, en el Sistema Solar, en el futuro, podremos descubrir si hay algún otro mecanismo que permita que se mantengan en su lugar…

El estudio es B. Sicardy, R. Leiva et al; «Ring dynamics around non-axisymmetric bodies with application to Chariklo and Haumea». Publicado en la revista Nature Astronomy, el 19 de noviembre de 2018. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: Phys