En plena celebración del 50º aniversario de la llegada del hombre a la Luna, es fácil pensar únicamente en los éxitos de la misión. Pero, la realidad, es que pudo fracasar. Era tan real que conocemos el discurso del presidente Nixon, que habría tenido que leer si Apolo 11 no lograba su objetivo de llegar a la Luna y regresar a la Tierra…
La llegada a la Luna cuatro días después del despegue
Apolo 11 partió desde Cabo Cañaveral el 16 de julio de 1969. Cuatro días después, Neil Armstrong y Buzz Aldrin ponían sus pies en la superficie de la Luna. Eran los primeros seres humanos que lo lograban. En la órbita permaneció Michael Collins. Todos conocemos aquella historia de éxito. Armstrong y Aldrin caminaron sobre la superficie durante más de dos horas y, finalmente, regresaron a la órbita. Allí, el módulo lunar se reenganchó con el módulo de mando. Unos días después, el 24 de julio de 1969, los astronautas regresaban a la Tierra.
Entre los muchos motivos por los que no se ha regresado a la Luna, desde 1972 (Apolo 12, 14, 15, 16 y 17 también llevaron seres humanos a la superficie del satélite), uno de ellos es el peligro de esa misión. La principal motivación fue política y no científica, EE. UU. estaba en plena Guerra Fría con la extinta Unión Soviética. El coste de la misión fue extremadamente elevado, llevando a la NASA a recibir el 4 % del presupuesto total del gobierno estadounidense. En la actualidad, por ponerlo en perspectiva, es apenas un 0,5 %.
A todo ello, hay que sumarle el peligro de las misiones. Era una posibilidad muy real que, especialmente durante Apolo 11, los astronautas no pudiesen regresar a la Tierra. De una manera u otra, podían verse condenados a fallecer en el espacio. El gobierno de los Estados Unidos estaba completamente mentalizado y preparado para hacer frente a una situación así. Hasta el punto de que, años después, supimos del discurso de Nixon, que habría tenido que leer en caso de fracaso. El escenario que nos pinta es demoledor en muchos sentidos.
Los posibles fracasos de la misión de Apolo 11
La misión pudo haber fracasado durante el despegue. Es algo que, tristemente, vivimos con el desastre del transbordador espacial Challenger que, en 1986, explotó poco después de iniciar su viaje. Toda su tripulación falleció y supuso un gran varapalo para la NASA. En la investigación de lo sucedido se encontraron errores muy graves que hicieron tambalearse la reputación de una agencia que, menos de dos décadas antes, había logrado poner seres humanos en la Luna.
Pero había amenazas mucho menos evidentes. Una de ellas, muy real, era que Neil Armstrong y Buzz Aldrin aterrizasen en la Luna pero no pudiesen regresar. Cabía la posibilidad de que el módulo lunar, por ejemplo, no tuviese el combustible necesario para completar las maniobras para reencontrarse con el módulo de mando. En ese caso, los astronautas tendrían que resignarse a terminar falleciendo por inanición, en el peor de los casos o, simplemente, suicidándose. De ser así, Michael Collins habría sido el único en volver a la Tierra.
El mensaje de Nixon habría sido también muy diferente al que dio. Pero sirve para poner de relieve que, aunque pueda parecer muy fácil en la actualidad, el viaje espacial es extremadamente complicado. Especialmente cuando hay vidas en juego. Es necesario tomar todas las precauciones necesarias para asegurar que la misión llega a buen puerto. En aquella época, sin embargo, el fracaso parece que era un precio admisible si, en caso de victoria, era posible demostrar, por parte de Estados Unidos, que eran mejores que los soviéticos.
Así era el discurso de Nixon si Apolo 11 fracasaba
La parte más peligrosa de la misión era, por tanto, que el módulo lunar regresase a la órbita y se reenganchase con el módulo de mando. En caso de no lograrlo, Aldrin y Armstrong morirían en la Luna. Si hubiese sido así, Richard Nixon habría tenido que informar, en primer lugar, a las futuras viudas. Después, habría sido necesario contárselo al mundo.
El discurso de Nixon si Apolo 11 fracasaba era el siguiente: «El destino ha querido que los hombres que fueron a la Luna, para explorar en paz, permanezcan en la Luna para descansar en paz. Estos bravos hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza de rescatarlos. Pero también saben que hay esperanza para la Humanidad por su sacrificio. Estos dos hombres están dando sus vidas por el objetivo más noble del ser humano: la búsqueda de la verdad y el conocimiento. Sus familias y sus amigos llorarán por ellos.
Su nación llorará por ellos; la gente del mundo llorará por ellos; la madre Tierra, que se atrevió a enviar a dos de sus hijos a lo desconocido, llorará por ellos. Con su exploración han impulsado a la gente del mundo a sentirse como uno; en su sacrificio, unen al ser humano con más fuerza. En la antigüedad, el hombre miraba a las estrellas y veía a sus héroes en las constelaciones. Ahora, en la actualidad, haremos lo mismo, pero nuestros héroes serán hombres legendarios de carne y sangre. Otros seguirán sus pasos y encontrarán su camino de vuelta a casa. La búsqueda del hombre no cesará.
Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siéndolo en nuestros corazones. Porque cada ser humano que levante la vista al cielo, en las noches que están por llegar, sabrá que hay un rincón de otro mundo que siempre será de la humanidad».
Referencias: Live Science
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