Es el satélite más grande de Júpiter y del Sistema Solar. Su diámetro supera al de Mercurio (aunque tiene la mitad de su masa) y Plutón. Es tan grande, que si en lugar de orbitar en torno a Júpiter, lo hiciese en torno al Sol, lo clasificaríamos como planeta…

Al igual que nuestra luna, Ganímedes se encuentra en acoplamiento de marea con Júpiter, de modo que sólo una cara es visible desde el planeta (tarda alrededor de una semana en rotar sobre sí mismo y girar alrededor de Júpiter), al mismo tiempo, está en resonancia orbital con Ío y Europa, completando una órbita por cada 4 de Ío y 2 de Europa).

Tiene una delgada atmósfera…

La atmósfera es muy fina, pero contiene oxígeno, y también ozono, aunque en cantidades demasiado pequeñas como para poder albergar vida; y eso sin tener en cuenta que la temperatura media del satélite es de -156º C, lo que hace que su superficie no sea un lugar especialmente hospitalario.

y quizá un océano de agua salada

Imagen de la NASA mostrando la composición de Ganímedes

Imagen de la NASA mostrando la composición de Ganímedes

Un estudio del año pasado sugiere que es posible que existan varias capas de océanos de agua salada, separados por capas de hielo, a unos doscientos kilómetros de profundidad. Alguna de estas capas (se cree que la más profunda debe estar bastante cerca del manto rocoso) podría albergar, o haber albergado, vida.

Pasará mucho tiempo, seguramente, hasta que podamos tener evidencia de si esta hipótesis es cierta o no, pero la idea es, desde luego, tentadora. Es toda una invitación a dejar volar la imaginación sobre cómo podría ser la vida desarrollada en otros mundos con unas condiciones tan diferentes (pero familiares) a las nuestras.

Es el único satélite que tiene su propia magnetosfera

Los científicos creen que el campo magnético de Ganímedes procede de la convección del interior de su núcleo (compuesto de hierro, o hierro y azufre, en estado líquido), es decir, funcionaría de una manera muy similar al campo magnético de la Tierra. Sin embargo, la magnetosfera del satélite no es tan potente como el de los planetas, y apenas es perceptible dentro del gigantesco campo magnético de Júpiter.

Tiene más en común con la Tierra de lo que parece

Galileo bautizó a Ganímedes con el nombre Júpiter III cuando lo descubrió.

Galileo bautizó a Ganímedes con el nombre Júpiter III cuando lo descubrió.

La estructura interna del satélite está muy claramente diferenciada, formada por un pequeño núcleo fundido, rodeado por un manto de silicato y recubierto por una capa de hielo. La superficie está formada por una mezcla bastante uniforme de dos tipos de terreno: regiones oscuras repletas de cráteres, y zonas más claras y algo más jóvenes con extensas áreas de riscos y surcos. Estas elevaciones (que pueden llegar a 700 metros) se extienden a lo largo de miles de kilómetros. Su origen es, sin ninguna duda, de naturaleza tectónica (igual que en La Tierra), aunque no parece que Ganímedes haya tenido actividad geológica reciente.

A diferencia de la Luna, los cráteres de Ganímedes son más bien planos, y no se aprecian los anillos montañosos y las depresiones que podemos ver en otros astros del Sistema Solar (como la Luna y Mercurio). El motivo de esta diferencia es sencillo: se debe a que la capa de hielo es relativamente débil, por lo que su desplazamiento a lo largo del tiempo tiende a allanar el relieve de su superficie.

Volveremos a Ganímedes en el año 2022

La misión Jupiter Icy Moon Explorer, de la Agencia Espacial Europea, visitará Júpiter y sus satélites en el año 2022. En realidad, no llegaremos hasta el sistema Joviano hasta 2030. Se centrará, especialmente, en los satélites de Calisto, Europa y Ganímedes (al que orbitará en algún momento de 2033). Además, la Agencia Espacial Rusa también está valorando la posibilidad de desarrollar una misión para aterrizar un rover en la superficie de Ganímedes (para lo que podrían aprovechar esta misión, aunque por ahora no hay nada definido), aunque no se han concretado detalles. Si llega a suceder, será el tercer objeto celeste en que tengamos un rover (actualmente tenemos varios en Marte, y en la Luna).