Más allá de la órbita de Neptuno, hay una región del Sistema Solar que está repleta de objetos helados. Es el Cinturón de Kuiper, el hogar de billones de objetos, restos de los orígenes del Sistema Solar, y también de algún que otro planeta enano, como Plutón…

Los confines del Sistema Solar

Gerard Kuiper, en 1964.
Crédito: Hugo van Gelderen

Allá por 1950, Jan Oort propuso que algunos cometas podían venir de las regiones más alejadas del Sistema Solar. A esa región, a la que él hacía referencia, la conocemos en la actualidad como la Nube de Oort. Unos años antes, en 1943, Kenneth Edgeworth (un astrónomo irlandés) sugirió que más allá de Neptuno podían existir cometas y otros objetos grandes. En 1951, Gerard Kuiper predijo la existencia de un cinturón de objetos congelados.

Es, como ya habrás deducido, la región que hoy en día conocemos como el Cinturón de Kuiper. Aunque es uno de los lugares más lejanos del Sistema Solar, ha sido fuente de muchos estudios en los últimos años. De hecho, se ha planteado la posibilidad de que exista un planeta gigante en algún lugar de esta inmensa región, describiendo una órbita que duraría unos 20.000 años. Quizá te suene, es el hipotético Planeta Nueve.

El Cinturón de Kuiper es una región elíptica, que va desde 30 a 55 veces la distancia media que separa la Tierra del Sol (149,5 millones de kilómetros, algo que llamamos «unidad astronómica«). Tiene mucho parecido con el cinturón de asteroides que separa Marte y Júpiter. La principal diferencia es que la mayoría de objetos, del Cinturón de Kuiper, son helados en lugar de rocosos. Se calcula que hay miles de objetos con un diámetro de más de 100 kilómetros, y billones con diámetros mucho más pequeños. Muchos de ellos, cometas.

El Cinturón de Kuiper, hogar de planetas enanos

Plutón, un planeta enano del Cinturón de Kuiper

Imagen, en color casi real, de Plutón.
Crédito: NASA / Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory / Southwest Research Institute

Es aquí donde encontramos multitud de planetas enanos. Mundos demasiado grandes como para considerarlos cometas o asteroides, pero que no llegan a considerarse planetas porque no cumplen con algún requisito. Pero, a pesar de su tamaño, la existencia del Cinturón de Kuiper no se confirmó hasta 1992. Su formación tiene mucho que ver con los orígenes del Sistema Solar. La mayor parte del material de la formación del Sistema Solar terminó en el Sol y en los planetas.

Después, la mayor parte de los restos terminaron o precipitándose contra nuestra estrella, o fueron expulsados del sistema. Sin embargo, aquellos objetos que estaban lo suficientemente lejos permanecieron a salvo de la influencia gravitacional de los planetas gigantes y siguieron orbitando alrededor del Sol lentamente. Por eso, tanto el Cinturón de Kuiper como la Nube de Oort son dos regiones muy interesantes.

Contienen, literalmente, los restos del período de formación del Sistema Solar. Pueden darnos información muy interesante y útil sobre los orígenes de este pequeño rincón de la Vía Láctea. En cierto modo, son como los fósiles de un tiempo que no podemos estudiar de otra manera. Es posible, en algunos modelos de formación, que el Cinturón de Kuiper, originalmente, estuviese más cerca del Sol. En ese caso, la interacción entre Neptuno y Urano es lo que terminaría desplazándolo hasta el lugar en el que está ahora.

El caso de Sedna

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

La parte más poblada del Cinturón de Kuiper está en la región a entre 42 y 48 unidades astronómicas. La mayor parte de objetos de esa zona tienen una órbita estable. Sin embargo, algunos pueden verse ligeramente alterados si se acercan mucho a Neptuno. El primer objeto observado fue Plutón. Aunque claro, su descubrimiento fue en 1930, mucho antes de que se plantease, siquiera, la existencia del cinturón. Con el paso de los años, se han ido descubriendo muchos más mundos enanos.

Pero sin duda alguna, hay que destacar a Sedna por encima de la gran mayoría. Tiene un diámetro aproximado de 1.700 kilómetros y tarda unos 11.000 años en completar una vuelta alrededor del Sol. Es el planeta enano más distante que se ha podido observar hasta la fecha. Su órbita es muy excéntrica (es decir, muy elíptica). Tanto, que su punto más cercano al Sol le lleva a 12.900 millones de kilómetros de distancia, mientras que el más lejano lo aleja a 135.000 millones de kilómetros.

Para que te hagas una idea, está tan lejos que, si pudieses estar en su superficie, solo necesitarías un alfiler para poder tapar el Sol en el firmamento. Este ejemplo quizá te sirva para poder visualizar mejor la distancia a la que está. En cualquier caso, el Cinturón de Kuiper es el hogar de muchos otros planetas enanos, y algunos de ellos son también muy interesantes por diferentes motivos…

Otros mundos del Cinturón de Kuiper

Recreación de Haumea (un planeta enano) y sus dos satélites.
Crédito: A. Feild (Space Telescope Science Institute)

Evidentemente, no podía olvidarme de Eris. Su descubrimiento, en 2005, fue el que obligó a la comunidad científica a reevaluar la definición de planeta. En 2008, se descubrieron dos planetas enanos más. Makemake y Haumea. Este segundo es el que merece más atención. No solo porque tenga dos satélites a su alrededor, sino porque no está completamente claro si realmente debería ser considerado planeta enano, por su aspecto tan elongado.

Uno de los requisitos para ser un planeta enano es que sea esférico. En cualquier caso, de momento mantiene esa clasificación y tampoco parece que lo vayan a sacar de ahí en los próximos meses o años. Asimismo, tenemos la posibilidad, que ya he mencionado anteriormente, de que pueda haber un Planeta Nueve. Su descubrimiento, si llega a realizarse, sería muy interesante porque tendríamos una «supertierra (o un minineptuno)» en el Sistema Solar. Un tipo de exoplaneta muy común.

El Cinturón de Kuiper está muy lejos, y los objetos son, en términos generales, muy pequeños. Así que es bastante complicado explorar esta región desde la Tierra. El telescopio Spitzer, de la NASA, ha ayudado a determinar algunos tamaños. Pero, sin duda, lo más interesante es la sonda New Horizons que se encuentra en estos momentos, como quizá sepas, explorando el Cinturón de Kuiper. Gracias a esta misión conocemos muchos más datos sobre Plutón y sus satélites y todavía queda otro objeto muy interesante en el futuro.

El tentador 2014 MU69

Concepto artístico de 2014 MU69.
Crédito: NASA/JHUAPL/SWRI/Alex Parker

Se trata de 2014 MU69, al que llegará a principios de 2019. Es un objeto muy antiguo, que seguramente se formó en el lugar en el que se encuentra. Gracias a observaciones recientes, se sabe que podría ser elongado. O, quizá aun más tentador, podría tratarse de dos objetos. Es una idea intrigante. Porque, si realmente fuese este segundo caso, entonces la sonda estaría en camino a investigar un objeto binario.

En cualquier caso, será una observación que nos dará muchos datos. Información que no podemos obtener de ninguna otra manera, porque desde la Tierra es muy difícil observar objetos como 2014 MU69 con esa misma precisión. ¿Qué nos enseñará New Horizons? Hasta 2019 (y seguramente 2020 para esperar a que se procesen los datos) no lo sabremos. Pero son misiones como estas las que nos ayudan a descubrir mejor el Sistema Solar en el que vivimos.

La sonda nos ayudó a comprender Plutón de una manera que no habíamos imaginado hasta hace muy poco, y sin duda alguna va a seguir dando muchas noticias en un futuro cercano. Al margen de todo esto, también quiero mencionar algo que me parece interesante. En el futuro lejano del Sistema Solar, cuando el Sol ya esté en sus últimas fases, es posible que, durante unos pocos millones de años, lugares como Plutón sean brevemente habitables

Un lugar que no es inmutable

Concepto artístico de la superficie de Makemake, un planeta enano del Cinturón de Kuiper.
Crédito: ESO/L. Calçada/Nick Risinger (skysurvey.org)

Aunque sea algo distante en el futuro, creo que sirve para recordarnos que el cosmos no es un lugar estático. Mundos que hoy son completamente inhabitables, en miles de millones de años, ofrecerán una pequeña oportunidad a la vida.  Quién sabe, quizá durante unas pocas decenas de millones de años, lugares como Plutón, que son tan sumamente distantes en la actualidad, estén en la zona habitable durante un tiempo y puedan llegar a tener formas de vida durante ese breve período de habitabilidad.

Serán los últimos coletazos de nuestra pequeña estrella. Después, será necesario partir en busca de un nuevo hogar. Eso, claro, si es que nuestra especie logra sobrevivir durante tanto tiempo. Si fuese así, nuestros descendientes lejanos podrán ver los últimos días de nuestra estrella desde la comodidad de otros mundos. Quizá uno de esos hogares sea Próxima b, el exoplaneta más cercano al Sistema Solar.

En cualquier caso, el Cinturón de Kuiper es una de las regiones más distantes y desconocidas del Sistema Solar. Su estudio continuará durante los próximos años y décadas, pero hay que aprovechar, especialmente, toda la información que nos dé la sonda New Horizons durante los próximos meses. No sabemos cuánto tiempo tardaremos en volver a mandar una sonda allí, y no es un viaje precisamente corto…