En unos 4.000 millones de años, se producirá el choque entre Andrómeda y la Vía Láctea. Es algo que, dicho así, suena catastrófico. Pero lo cierto es que no es tan malo como podría parecer. Las colisiones entre galaxias son muy habituales…

El choque entre Andrómeda y la Vía Láctea no será raro

El choque entre Andrómeda y la Vía Láctea

En unos 3.750 millones de años, la Vía Láctea y Andrómeda comenzarán a distorsionarse mutuamente por la acción de la gravedad.
Crédito: NASA

Vayamos por partes. Lo primero que hay que decir es que las colisiones entre galaxias son parte de su evolución. Tanto es así, que se cree que todas las galaxias elípticas son el producto de colisiones entre galaxias. Además, también tenemos que recordar que no solo se producen colisiones entre galaxias grandes. Las galaxias satélite también forman parte de esta ecuación. Y es un fenómeno que sucede con mucha frecuencia.

Sin ir más lejos, en estos momentos, la Vía Láctea está chocando con una galaxia enana. La conocemos como galaxia enana elíptica de Sagitario. Como puedes ver, no hay ninguna señal catastrófica en el cielo. Ni nada que esté poniendo en peligro la vida en nuestro planeta. De hecho, esa colisión lleva mucho tiempo sucediendo. Todavía tardará, probablemente, millones de años en completarse.

Andrómeda también tiene multitud de galaxias satélite. En el universo, además, podemos ver esos choques entre galaxias de forma constante. En algunos casos nos dejan imágenes francamente impresionantes. Como es el caso de las Galaxias Antena. El choque entre Andrómeda y la Vía Láctea, en ese  sentido, no tiene nada de especial. Las distancias en el espacio son tan grandes que no hay de qué preocuparse.

Los choques entre galaxias

Las espectaculares Galaxias Antena, en proceso de fusión desde hace millones de años.
Crédito: ESA/Hubble

Las colisiones entre estrellas son extremadamente raras. A fin de cuentas, Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sol, está a 4,24 años-luz. Allí, por cierto, se encuentra Próxima b, el exoplaneta más cercano a la Tierra. Todo el movimiento, a decir verdad, tiene lugar en el centro de las galaxias. Sera allí, en el corazón de la Vía Láctea, donde los cambios serán mucho más notables. Los agujeros negros supermasivos sí tendrán mucho jaleo.

Porque, durante ese proceso, se fusionarán. Formarán un agujero negro supermasivo mucho más grande que residirá en el centro de la nueva galaxia. A la que, por cierto, se está denominando como Lactómeda. El resultado del choque entre Andrómeda y la Vía Láctea será una galaxia elíptica. No tendrá el vistoso aspecto de una galaxia espiral. Pero las cosas en el Sistema Solar no serán muy diferentes.

Eso sí, hay que tener en cuenta que en el momento del choque entre Andrómeda y la Vía Láctea, nuestra estrella estará llegando ya al final de su secuencia principal. Estará agotando el hidrógeno que acumuló durante su formación. Así que hará miles de millones de años que la Tierra dejó de ser habitable para nuestros descendientes muy remotos. Estarán en otros lugares del Sistema Solar o, probablemente, rumbo a alguna estrella cercana en la que establecer un nuevo hogar.

Un futuro muy remoto

Todo esto, por supuesto, viene entre comillas. La idea general sí la tenemos clara. Pero los detalles exactos de qué es lo que pasará son algo más complicados. Por ejemplo, ¿cuál será la órbita final del Sol alrededor del centro de la nueva galaxia? Probablemente, será un 50% más grande que en la actualidad. Pero no se puede afirmar con certeza. Es un proceso que los astrónomos todavía están empezando a comprender…

Sin más dilación, os dejo con el vídeo. ¡Espero que os guste!