¿Cómo será la primera evidencia de que hay vida alienígena inteligente? Es tentador pensar que detectar vida alienígena inteligente es cuestión de encontrar una señal inequívoca de su existencia. Pero no es tan sencillo…

Detectar vida alienígena inteligente es muy complejo

Imagen en infrarrojo, del telescopio espacial Spitzer, que muestra el centro de la Vía Láctea.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/S. Stolovy (SSC/Caltech)

¿Cómo podemos determinar que hemos recibido un mensaje alienígena? Parece una pregunta sencilla, pero lo cierto es que es muy complejo responderla. Las señales de radio «misteriosas» que hemos detectado, hasta el momento, han seguido siempre el mismo proceso. Hemos buscado las explicaciones naturales para haberlas observado. De momento, siempre han funcionado. Así que parece lógico pensar que una de estas señales de radio no será la que nos haga concluir inequívocamente que hay vida alienígena inteligente.

De hecho, no tenemos ni idea de cómo podría ser un mensaje alienígena. Solo podemos hacer ciertas elucubraciones, pero no tienen mayor base que meras suposiciones. Somos la única civilización inteligente que conocemos. Así que solo podemos imaginar cómo lo harían en base a nuestro razonamiento y nuestra propia experiencia. O lo que es lo mismo, nuestra capacidad de detectar vida alienígena inteligente está limitada por nosotros mismos.

No tenemos más ejemplo que nuestra propia civilización. Así que siempre que recibimos una señal de radio misteriosa, lo primero que hacemos es asegurarnos de que todas las posibilidades naturales no encajan. Ese simple hecho ya nos indica que es poco probable que, ante una señal aparentemente inexplicable, alguien pueda asociarlo inmediatamente con vida extraterrestre. Sería un razonamiento demasiado atrevido.

Una cuestión casi tan filosófica como científica

La señal Wow!, registrada el 15 de agosto de 1977.
Crédito: Big Ear Radio Observatory and North American AstroPhysical Observatory (NAAPO)

Valga un ejemplo. La señal Wow! fue recibida hace 40 años. Todavía no tiene una explicación aceptada por toda la comunidad científica. Probablemente se trate de algún fenómeno natural que no hemos logrado comprender. Pero, en estas cuatro décadas, en ningún momento ha llegado a tener especial solidez la posibilidad de que sea un mensaje alienígena. ¿Por qué? Pues porque no se ha repetido. Así que no hemos podido estudiarla de nuevo.

Todo lo que podamos elucubrar tiene que fundamentarse, únicamente, en las sospechas que podamos construir sobre ese mensaje inicial. Incluso si nos encontramos con un fenómeno recurrente, optamos primero por las explicaciones naturales. Es el caso de la archifamosa estrella de Tabby (también conocida por su nombre de catálogo, KIC 8462852). Hemos observado repetidas reducciones de brillo. Pero las explicaciones naturales prevalecen como posible causa.

No es que no queramos pensar en la posibilidad de que hay extraterrestres en esa estrella. Es que hace falta algo mucho más estructurado. Un mensaje, o una señal, que, inequívocamente, solo podamos atribuir a la creación de una criatura inteligente. Por ejemplo, una señal que contenga los números primos (2, 3, 5, 7, 11…) sería una evidencia muy sólida. Los números primos no son un proceso natural.

A la espera de un mensaje… que quizá nunca llegue

Concepto artístico de una esfera de Dyson.
Crédito: Adam Burn

Así que para detectar vida alienígena tenemos una opción que es, digamos, muy cómoda. Podemos sentarnos a esperar que llegue un mensaje estructurado y con características indudablemente asociables a la existencia de una civilización inteligente. Pero nuestra existencia es tan reciente que, a menos que hubiese civilizaciones inteligentes a pocas decenas de años-luz, nuestros compañeros galácticos (si es que los hay) podrían saber que aquí hay una civilización inteligente.

Es decir, no parece que, al menos en un futuro cercano, el primer contacto entre dos civilizaciones inteligentes se vaya a producir porque sepan que estamos aquí. Tampoco es plausible (por lo menos a mí no me lo parece) que nos llegue un mensaje de auxilio. Ya sea emitido por una civilización agonizante, o por una nave que se ha quedado varada en el espacio interestelar. Es una cuestión de distancias…

Tiene sentido suponer que el mensaje se transmitirá con fuerza suficiente para cubrir una esfera de decenas o cientos de años-luz a su alrededor. ¿Qué ayuda podría darles una civilización que se encuentre a, pongamos, 9.000 años-luz de distancia de su punto? No tiene sentido transmitir una señal con tanta energía, sería un desperdicio. Pero es sólo un ejemplo de por qué creo que esperar a ese saludo interestelar resulta poco atractivo.

En busca de una señal más evidente

Una civilización de nivel III en la escala de Kardashov podría utilizar la energía de toda una galaxia.
Crédito: Medium.com

Pero hay otras posibilidades. Si existen civilizaciones más avanzadas que la nuestra en la Vía Láceta, cabe pensar que es posible que hayan establecido contacto entre ellas. También cabe pensar que pueden estar a miles de años-luz de nosotros. O, quizá, como planteaba Carl Sagan, existe algún tipo de tratado interestelar por el que estas civilizaciones se comprometen a no interferir en el desarrollo de las civilizaciones más primitivas, como la nuestra, que todavía no han desarrollado los viajes interestelares.

Sea como fuere, es lógico pensar que una civilización más avanzada que la nuestra, que no sepa de nuestra existencia, sí puede ser detectable. Aquí es donde entramos en el terreno de algo que, en años recientes, se ha venido a llamar SETI dysoniano. El planteamiento es razonablemente sencillo, y parece bastante sólido. Supongamos que hay civilizaciones más avanzadas en la Vía Láctea. El universo es lo suficientemente viejo para que hayan podido aparecer…

Supondremos, además, que tienen la capacidad de crear estructuras lejos de nuestro alcance. Cosas como una esfera de Dyson o la capacidad de manipular la energía procedente de su estrella para aprovecharla. Son sólo supuestos hipotéticos atribuibles a civilizaciones más avanzadas que la nuestra… utilizándonos a nosotros mismos como ejemplo. Nuestra civilización requiere cada vez más energía. Parece razonable sospechar que puede haber civilizaciones con una demanda tan elevada como para necesitar capturar toda la energía de su estrella…

SETI dysoniano como un campo de investigación prioritario

El Allen Array Telescope, en California (Estados Unidos).
Crédito: SETI Institute

Así que estas civilizaciones, con capacidad de crear megaestructuras que rivalicen con el tamaño de planetas y estrellas, serían fáciles de detectar. Esos objetos entrarían en este llamado SETI dysoniano. Milan Cirkovic, un investigador del observatorio astronómico de Belgrado, muy activo en el campo de la búsqueda de vida extraterrestre, con más de 20 trabajos publicados desde el año 2004, cree que la búsqueda de este tipo de estructuras debería ser prioritaria si queremos detectar vida alienígena.

Razón no le falta. Es poco probable que nos llegue un mensaje dirigido específicamente a nosotros, que nos permita detectar vida alienígena sin duda alguna. Sin embargo, si analizamos detenidamente el firmamento, cabe la posibilidad de que encontremos objetos extraños. Quizá una estrella que en el espectro infrarrojo brilla mucho más de lo que lo hace en espectro visible (una señal de que podría tener una esfera de Dyson a su alrededor). O quizá un comportamiento anómalo.

Cualquiera de estas señales, que apunten a la presencia de fenómenos astrofísicos extraños, podrían ser la señal de un trabajo de ingeniería gigantesco por parte de una civilización extraterrestre. Evidentemente, primero se considerarán las posibilidades naturales (como sucede con la estrella de Tabby, a pesar de que se haya llegado a plantear que podría tener una megaestructura alienígena a su alrededor). Pero podría ser una vía de investigación más provechosa…

Un descubrimiento a largo plazo, y no inmediato

El radiotelescopio de Arecibo.
Crédito: H. Schweiker/WIYN y NOAO/AURA/NSF

La búsqueda de este tipo de fenómenos anómalos no va a llevarnos a una detección inmediata. Probablemente, y tal y como plantea Cirkovic en su último estudio, pasen décadas desde la detección de uno de ellos hasta la confirmación de que podría tratarse de vida extraterrestre inteligente. Por eso mismo, el investigador sugiere a la comunidad científica dedicada a buscar vida extraterrestre, que recalibren su equipo, sus modelos y sus hipótesis, para centrarse en la búsqueda de SETI dysonianos.

El tiempo dirá, si es que no estamos solos en la galaxia (algo que parece poco probable, pero de momento no hemos encontrado evidencias que lo desmientan) cuál es la forma en la que se descubrió la existencia de otras civilizaciones. Pero si yo tuviese que apostar mi dinero a una carta, lo cierto es que me inclino mucho más al planteamiento de Cirkovic. A fin de cuentas, ¿cómo sabemos que otras civilizaciones no se están planteando lo mismo?

Ya lo dijo Stephen Hawking, ¿y si topamos con una civilización alienígena agresiva? Con una que, por lo que sea, decida que nuestra existencia es innecesaria. No es descabellado que otras civilizaciones, si existen, puedan mostrar esas mismas reservas a la hora de mandar mensajes interestelares alegremente… Detectar vida alienígena no será algo que suceda de forma rápida.

El estudio es Milan M. Cirkovic; «Is contact a process?». Publicado en la revista Space Policy, y disponible en este enlace (solo previo pago).

Referencias: Space