Alrededor de la mitad de tu cuerpo está formado por átomos de otras galaxias. Esa es la lectura que podemos extraer de un nuevo estudio sobre el origen de la materia que compone nuestra galaxia. Es, sinceramente, de lo más interesante…

Turistas a lomos del viento intergaláctico

La Vía Láctea vista desde un parque nacional.
Crédito: Dan Duriscoe

Las galaxias grandes, como la Vía Láctea, obtuvieron la mitad de su masa de cúmulos de estrellas a distancias de hasta un millón de años-luz a la redonda. Ese es el resultado de las simulaciones publicadas en un nuevo estudio. Es sorprendente, porque hasta ahora la hipótesis dominante es que la mayor parte de la materia la adquirieron las galaxias durante su propia formación. Sin embargo, parece que el viento intergaláctico es mucho más potente de lo que se pensaba.

Esencialmente, el proceso es el siguiente. Una estrella masiva llega al final de su vida y explota en forma de supernova. Al hacerlo, expulsan su material a la galaxia, a velocidades muy altas. Por supuesto, parte de ese material se esparcirá por la galaxia, incapaz de alcanzar una velocidad lo suficientemente alta como para escapar de su atracción gravitacional. Pero parte de ese material, por el contrario, sí alcanzará velocidades mucho más elevadas.

Ese material, eventualmente, escapa de su galaxia madre, y termina siendo arrastrada por los vientos galácticos. Esos vientos son, simplemente, flujos de partículas cargadas, alimentados por las explosiones de supernovas cercanas. Hasta ahora, se pensaba que ese viento no podía ser un método de transporte de materia intergaláctico. No se consideraba que fuese lo suficientemente potente para atravesar esas distancias. Pero parece que nos equivocábamos.

Un método de transferencia potente… y lento

El centro de la Vía Láctea, visto en espectro infrarrojo.
Crédito: Hubble: NASA, ESA, and Q.D. Wang (University of Massachusetts, Amherst); Spitzer: NASA, Jet Propulsion Laboratory, and S. Stolovy (Spitzer Science Center/Caltech)

Así que la imagen que tenemos ahora es ligeramente diferente a la original. Hasta ahora, se suponía que los vientos galácticos están confinados a las galaxias en los que se originaron sus supernovas. De tal modo que actuarían como un proceso de reciclaje, ya que, eventualmente, ese material volvería a caer en la galaxia de la que fueron expulsados. De ahí ese razonamiento erróneo de que no pudiera ser un sistema de transporte eficiente.

Sin embargo, parece que la realidad es diferente. A lo largo de la vida de una galaxia se produce un intercambio, de átomos de otras galaxias, que es constante en el vecindario galáctico. El viaje desde una a otra podría tardar desde unos pocos cientos de millones de años, a más de 2.000 millones de años. Al menos según los resultados publicados en el estudio. Es un mecanismo muy interesante, que le da un enfoque nuevo a los vientos galácticos.

Además, nos permite comprender mejor cuál es la relación entre las galaxias cercanas. Si lo que se plantea en el estudio es correcto, en estos momentos, la Vía Láctea está intercambiando material con las galaxias a su alrededor, incluyendo, por supuesto, a Andrómeda, la galaxia grande más cercana, a unos 2,5 millones de años-luz de distancia. Es un proceso lento, pero que permite a la materia desplazarse a otros lugares del universo.

Una cuestión de tamaño

La Gran Nube de Magallanes (que no la podemos ver desde el Hemisferio Norte)
Crédito: NASA

Según el estudio, parece que el tamaño de la galaxia también es importante para determinar cuántos átomos de otras galaxias terminan llegando a ella. De esta manera, galaxias como la nuestra, con unos cien mil millones de estrellas, podría haber adquirido hasta el 50% de su materia de esta manera. Así, para las galaxias más grandes, estos vientos galácticos son el principal motor de aporte de materia, evitando que vaya a galaxias más pequeñas.

Este intercambio de materia intergaláctico es poco importante en las galaxias más pequeñas. En esos casos, los vientos galácticos son locales, y permiten mantener en su interior la materia expulsada de supernovas que estén dentro de su sistema. La materia de la Vía Láctea, por ejemplo, podría proceder de las dos Nubes de Magallanes. Dos pequeñas galaxias satélite que están a 160.000 y 200.000 años-luz de distancia (respectivamente).

Entender el punto de origen de la materia no es mera curiosidad. Nos permite saber cuál es el recorrido que han podido hacer desde el origen del universo, hasta terminar llegando a nuestra galaxia, a las estrellas que la forman, o a nuestro planeta…

Tu cuerpo contiene átomos de otras galaxias

El Mar Jónico, fotografiado desde Lefkada, en Grecia.
Crédito: Wikimedia Commons/Alf van Beem

En alguna ocasión he comentado que estamos hechos del material de las estrellas. La verdad es que, viendo este estudio, parece que podemos ser un poco más ambiciosos. Podríamos decir que estamos hechos del material de las galaxias. Así que podemos extender esa frase todavía más lejos. La mitad de los átomos de tu cuerpo, aproximadamente, vinieron de lugares lejos de la Vía Láctea. Tras cientos y miles de millones de años de viaje.

Los átomos de tu mano derecha seguramente, proceden no de una estrella diferente, sino de una galaxia diferente a los que componen tu mano izquierda. Y la misma analogía se puede extender al resto del cuerpo. También a nuestro entorno. El aire que respiramos, el agua que bebemos, está compuesto de átomos que no sólo se formaron aquí. También lo hicieron en otros lugares, en estrellas que murieron, hace miles de millones de años, en otras galaxias lejanas…

El estudio es Daniel Anglés-Alcázar, Claude-André Faucher-Guigère et al.; «The cosmic baryon cycle and galaxy mass assembly in the FIRE simulations» . Publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society el 20 de junio de 2017. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: New Scientist