Alguna vez he hablado de cómo sería el mundo después de que descubramos que, efectivamente (como muchos sospechamos), éste no es el único planeta habitado en el universo. Pero… ¿cómo anunciar al mundo que hemos encontrado seres inteligentes? ¿Cómo decir a la Tierra que no estamos solos?

Actualizando un antiguo estudio

Antenas del Atacama Large Millimeter Array. Crédito: ESO

Antenas del Atacama Large Millimeter Array.
Crédito: ESO

A pesar de que hay incontables trabajos en la literatura, cine, etcétera, en los que se habla de humanos que entran en contacto con civilizaciones extraterrestres, es obvio (o debería serlo) decir que no estamos preparados para un descubrimiento de tal envergadura. Encontrar vida más allá de la Tierra será, con mucha probabilidad, uno de los momentos más impactantes que definirá a nuestra especie y nuestra visión del universo.

¿Cómo deberíamos anunciar el descubrimiento de una civilización alienígena? ¿Cómo le decimos al mundo que sabemos que no estamos solos? Un grupo de astrónomos ha intentado dar respuesta a esta pregunta, desarrollando algunas recomendaciones y pasos a seguir por los científicos que participen en la búsqueda de vida extraterrestre. El estudio va a ser publicado en la revista Acta Astronautica.

En busca de nuestros hermanos cósmicos

Una nave espacial en un campo de asteroides. Crédito: Getty Images

Una nave espacial en un campo de asteroides.
Crédito: Getty Images

En la actualidad se están dedicando millones de euros a iniciativas como el famoso (y veterano) proyecto SETI (por su nombre en inglés, que se traduce literalmente como Búsqueda de vida inteligente extraterrestre) y más de una persona (entre las que me incluyo) cree que el descubrimiento de vida inteligente en otros lugares del universo es una simple cuestión de tiempo. Por ahora no hemos encontrado señales de vida inteligente en otros lugares, pero es posible que ni siquiera nos hayamos dado cuenta de que están intentando contactar con nosotros.

Si algún día tropezamos con señales de vida inteligente, es muy probable que no se trate de un mensaje de una civilización alienígena dirigido específicamente a nosotros. Valga el ejemplo del mensaje de Arecibo que, aunque podría ser interceptado por alguna civilización inteligente, nunca fue enviado con la intención de contactar con una civilización a la que hubiésemos descubierto. La señal seguramente será algo más banal. Tal vez la contaminación atmosférica de un exoplaneta. O quizá una estructura gigantesca construida en el espacio con el objetivo de recoger energía o proporcionar alojamiento fuera de su planeta.

KIC 8462852 fotografiada desde Puerto Rico. Crédito: Efraín Morales Rivera

La estrella de tabby fotografiada desde Puerto Rico.
Crédito: Efraín Morales Rivera

Un estudio de Duncan Forgan (que también participa en el que nos ocupa en esta noticia) ya propuso hace algún tiempo que podríamos detectar este tipo de megaestructuras en los datos de tránsito de exoplanetas recopilados por el telescopio Kepler. De hecho, se llegó a proponer que quizá estuviésemos viendo eso en la misteriosa estrella de Tabby (también conocida como KIC 8462852) aunque la principal hipótesis sigue siendo que las pronunciadas caídas del brillo emitido por la estrella es producto de un enjambre de cometas.

Pero lo realmente interesante de todo esto es que iniciativas como la del Proyecto SETI pueden ser llevadas a cabo con un coste relativamente bajo, aprovechando los datos astronómicos disponibles para el público. La actividad alrededor de la estrella de Tabby, especialmente en Internet, en blogs (como aquí mismo), tuits, investigaciones y desmentidos (como éste, que es bastante técnico pero vale la pena leer si te interesa el asunto) e incluso una campaña en Kickstarter para recaudar fondos para poder realizar más observaciones. Todo esto nos sirve para entender cómo ha cambiado el mundo en las últimas décadas.

Las dificultades de un mundo hiperconectado

Concepto artístico de una columna de agua en Europa, con Júpiter y el Sol en el cielo. Crédito: NASA/ESA/K. Retherford/SWRI

Concepto artístico de una columna de agua en Europa, con Júpiter y el Sol en el cielo.
Crédito: NASA/ESA/K. Retherford/SWRI

Si algún día encontramos evidencias de vida extraterrestre, ¿qué deberían hacer sus descubridores? Aunque podría parecer una pregunta propia de la fantasía, lo cierto es que los astrobiólogos llevan décadas planteandósela. Ya en 1989, un comité de científicos de SET crearon un conjunto de protocolos a seguir tras la detección de vida extraterrestre. Entre ellos se incluye reunir a otros compañeros para verificar el descubrimiento, informar a las autoridades nacionales relevantes, después al resto de la comunidad científica, y por último al gran público por medio de una nota de prensa.

Sin embargo, este conjunto de protocolos se creó en un mundo en el que no existía Internet. En aquella época, los periódicos y la televisión eran nuestras principales fuentes de información. Incluso los canales de informativos de 24 horas eran escasos. Hoy en día, el mundo de las noticias está muy fragmentado en una esfera de artículos que nos llegan a través de nuestros dispositivos, compartidos por nuestros amigos o familiares, o a través de alguna de las redes sociales en las que participamos. Hoy en día la información fluye muy rápidamente, y se amplifica y distorsiona con extrema facilidad.

El protocolo SETI en la era de Internet

Concepto artístico de una colonia espacial toroidal, con capacidad para 10.000 personas. Crédito: NASA Ames Research Center

Concepto artístico de una colonia espacial toroidal, con capacidad para 10.000 personas.
Crédito: NASA Ames Research Center

Con ese planteamiento en mente, Duncan Forgan (investigador de la universidad de St Andrews) y su colega, Alexander Scholz, han decidido analizar los protocolos de SETI tras una detección y analizar cómo deberían cambiar para encajar en la realidad que vivimos hoy día. En su estudio, sugieren que los científicos necesitarán consejo incluso antes de comenzar su experimentación, no sólo después de una detección exitosa.

Hoy en día es una práctica habitual que los nuevos proyectos científicos creen un blog para hablar sobre su trabajo, y en el caso de SETI será algo esencial. El blog tendrá que explicar de manera clara y concisa en qué consistirá ese proyecto, y que criterios aplicarán para una detección exitosa, un falso positivo y la no detección de vida inteligente. Todo esto lo deberían hacer con el objetivo de ayudar a los periodistas, y al público, a evitar una interpretación incorrecta de los resultados.

Una colonia espacial cilíndrica. Crédito: NASA Ames Research Center

Una colonia espacial cilíndrica.
Crédito: NASA Ames Research Center

Si un equipo llega a tener una posible detección, aunque no esté confirmada, deben asegurarse de que no hay nada que esconder. Las filtraciones son inevitables hoy en día, y en un caso así sucedería a una velocidad nunca vista antes. Nadie quiere que se publique una historia falsa sobre el hallazgo de alienígenas, así que lo mejor es publicar los datos de manera inmediata. Si está muy claro que la detección no está confirmada, o que no se pueden descartar las causas humanas o naturales, entonces los conspiranoicos no tendrán oportunidad de atacar a los científicos. También permitirá, a otros compañero de profesión, revisar su trabajo y verificar la detección de manera independiente.

Una cosa es evidente, quien quiera que descubra vida inteligente (pase cuando pase), tendrá que prepararse para que eso ocupe el resto de su vida. No habrá mucho tiempo para otras tareas. Su nuevo trabajo será ayudar a la humanidad a aceptar su nueva identidad, como parte de un universo poblado por múltiples civilizaciones inteligentes. Eso claro, suponiendo que los optimistas estemos en lo cierto y que realmente no estemos solos. Si la ecuación de Drake está en lo correcto, tarde o temprano nos encontraremos con otros compañeros cósmicos. Si por el contrario, la paradoja de Fermi resulta ser correcta, y de verdad estamos solos en el Universo, quizá también tengamos que enfrentarnos a una transformación igual de profunda en nuestra sociedad. A entender que, de verdad, no hay nadie más en este vasto y amplísimo lugar al que llamamos cosmos.

Referencias: The Conversation