Seguimos intentando descubrir si el exoplaneta más cercano al Sistema Solar podría ser habitable. Para ello, necesitamos comprender cosas como cuál es el clima de Próxima b. Un nuevo estudio intenta responder a la gran pregunta. ¿Podría haber agua líquida en la superficie de este mundo?

El planeta más cercano al Sistema Solar

Concepto artístico del planeta, Próxima b, orbitando alrededor de su estrella, con Alfa Centauri A y B al fondo.
Crédito:
ESO/M. Kornmesser

Próxima b es el planeta más cercano al Sistema Solar. Se encuentra a sólo 4,2 años-luz de distancia, orbitando alrededor de Próxima Centauri, una enana roja. Desde su descubrimiento, hemos elucubrado con la posibilidad de que pueda albergar vida. Sabemos que tiene un tamaño similar al de la Tierra, por lo que cabe la posibilidad de que pueda tener, del mismo modo, una atmósfera muy similar a la de nuestro hogar.

Así que para intentar dar con la respuesta, un grupo de investigadores de la Universidad de Exeter se han embarcado en la misión de determinar cuál podría ser el clima de Próxima b. Eso sí, de momento solo se trata de unos primeros pasos. Los estudios llevados a cabo hasta la fecha son prometedores. El planeta debería estar en la zona habitable de Próxima Centauri. Debería recibir la cantidad de luz adecuada para tener agua líquida en su superficie.

Ahora hace falta saber si la atmósfera acompaña. Así que para determinarlo, los científicos han recurrido a la ayuda del Servicio de Meteorología de Reino Unido. Estos últimos han desarrollado el Modelo Unificado, que se ha utilizado durante las últimas décadas para estudiar el clima de la Tierra. Ahora, los investigadores lo han utilizado para simular el clima de Próxima b, teniendo en cuenta distintas composiciones.

Diferentes atmósferas

Concepto artístico de una Tierra en forma de ojo. Es posible que lugares como Próxima b sean parecidos a esto…
Crédito: Beau. The Consortium

Por supuesto, primero hicieron simulaciones con una atmósfera que tuviese una proporción de elementos similar a la de nuestro planea. También probaron con otra mucho más sencilla, compuesta de nitrógeno y pequeñas cantidad de dióxido de carbono. Así como diferentes variaciones de la órbita del planeta. De esta manera, podían comparar sus resultados con los de estudios previos, y también ir un paso más allá.

Lo más destacable es que los resultados de estas simulaciones son prometedores. Indican que Próxima b podría tener las condiciones necesarias para ser potencialmente habitable. No sólo eso, podría tener un clima muy estable. Sin embargo, como comentaba anteriormente, no son más que unos primeros pasos. Queda mucho trabajo por delante para descubrir si realmente estamos ante un mundo que podría albergar algún tipo de vida.

El estudio fue publicado en la revista Astronomy & Astrophysics el 16 de mayo de 2017. Los investigadores explican que han analizado diferentes escenarios utilizando la configuración orbital (es decir, la distancia a su estrella, lo circular que es su órbita, etc), así como otras posibilidades. Han analizado el clima suponiendo que el planeta esté en acoplamiento de marea (tarda tanto en dar una vuelta sobre sí mismo como en completar su órbita), y también con una órbita similar a la de Mercurio. Es decir, completando tres vueltas sobre sí mismo por cada dos órbitas.

El clima de Próxima b y la luz de su estrella

Concepto artístico de la superficie de Próxima b. En el horizonte se puede ver a Próxima Centauri y, en la lejanía, al sistema binario que forman Alfa Centauri A y B.
Crédito:
ESO/M. Kornmesser

Una de las características que diferencia a Próxima b de la Tierra es la luz que recibe de Próxima Centauri. A diferencia de nuestro Sol, la mayor parte de la luz de su estrella le llega en el espectro cercano a infrarrojo. Esta frecuencia de luz interacciona mucho más con el vapor de agua y el dióxido de carbono en la atmósfera. Es un factor que afecta al clima que podría haber en este mundo distante.

En cualquier caso, gracias al Modelo Unificado, los investigadores han podido comprobar cómo sería el clima de Próxima b si estuviese en acoplamiento de marea, o en resonancia 3:2 (la órbita de Mercurio que describía anteriormente). En ambos casos, algunas regiones del planeta podrían albergar agua líquida. Aunque la resonancia 3:2 saldría ganando al tener regiones más grandes del planeta en condiciones más agradables.

A todo esto hay que sumarle la excentricidad de la órbita. Los investigadores han observado que una órbita circular ayudaría a que el planeta fuese más habitable. De todos modos, hacen falta muchas más observaciones y estudios para ver cómo es Próxima b. Los resultados de este estudio son prometedores, pero sin datos más concretos es imposible saber si el clima de Próxima b es lo suficientemente benigno para ser habitable.

Con la vista puesta en el futuro

Aunque Próxima Centauri es mucho más pequeña que el Sol, en el cielo de Próxima B tiene un tamaño aparente el triple de grande que el Sol visto desde nuestro planeta.
Crédito:
ESO/G. Coleman

Otra nota positiva de este estudio es que el equipo de investigación asegura que podremos utilizarlo para otros exoplanetas terrestres. Ya se ha utilizado en gigantes gaseosos, como los llamados Júpiteres calientes. Es decir, planetas gigantes (como Júpiter o incluso mayores) que se encuentran muy cerca de sus estrellas. Ahora, también se está aplicando en mundos rocosos. Nos permitirá hacernos una idea de la habitabilidad de exoplanetas terrestres con la ayuda de los datos básicos.

Es posible que este estudio nos permita comprender cómo es la atmósfera de Próxima b. Sin embargo, habrá que esperar a la llegada de nueva tecnología para poder saber con exactitud qué elementos hay presentes. La ayuda de proyectos como el Telescopio Europeo Extremadamente Grande será determinante. En un futuro algo más lejano, quizá proyectos como Breakthrough Starshot sean vitales para tener los datos exactos.

El estudio es Ian A. Boutle, Nathan J. Mayne et al.; «Exploring the climate of Proxima b with the Met Office Unified Model». Publicado en la revista Astronomy & Astrophysics el 16 de mayo de 2017. Puede ser consultado en arXiv.

Referencias: Phys.org