Europa y China han anunciado que están trabajando en la posibilidad de construir una base lunar conjunta. Es especialmente interesante si tenemos en cuenta que, en la actualidad, la mayor parte de la atención parece estar puesta en llegar a Marte. Pero… ¿llegaremos a verla?

De vuelta a la Luna

Concepto artístico de una base lunar

Concepto artístico de una base lunar, formada por diferentes cúpulas, construida por medio de impresión 3D.
Crédito: ESA/Foster+Partners

El anuncio de una base lunar conjunta no es completamente sorprendente. Por un lado, a finales de 2015 ya supimos que la ESA estaba considerando esa idea. China se ha lanzado a la carrera espacial con retraso, pero está cubriendo el terreno perdido a pasos agigantados. Además, tanto China, como Roscosmos (la agencia espacial rusa) y la Agencia Espacial India, han anunciado sus intenciones de enviar misiones tripuladas a nuestro satélite.

El resultado de esas actividades podría ser, sin duda, un asentamiento permanente. No es una idea descabellada en esta era de la exploración espacial. La colaboración está siendo un aspecto vital de muchas misiones. La ESA y la CNSA han anunciado que esperan cooperar para construir una aldea lunar… en la década de 2020. Es un objetivo ambicioso, pero tampoco sorprendente. De hecho, la ambición es la mejor forma de definir el programa espacial chino.

En cualquier caso, una base así sería muy útil. Serviría para ayudar al desarrollo de diversas actividades. Algunas específicas en la Luna, como la minería lunar o el turismo espacial. Otras con un objetivo aun más lejano. Una base en nuestro satélite facilitaría el envío de misiones al espacio profundo. En particular, a Marte. Desde una base lunar el lanzamiento es más sencillo al no tener que lidiar con la gravedad o la atmósfera de nuestro planeta (entre otros factores).

Una base lunar beneficiosa para la Tierra

Concepto artístico de la construcción de una base lunar con la impresión 3D.
Crédito: ESA/Foster+Partners

Esta base se apoyaría en los éxitos de las misiones de ambas agencias. Por ejemplo, la agencia China ya ha enviado diversas misiones a la Luna. Los rovers del programa Chang’e han explorado su superficie, en parte para investigar la posibilidad de extraer helio-3. Este isótopo del helio podría utilizarse en los reactores de fusión de la Tierra. Por su parte, la ESA, por medio de la misión SMART-1, ha creado mapas detallados de la región polar norte de la Luna. Al cartografiar la geografía e iluminación del polo norte, se pudieron identificar posibles lugares de construcción de una base, donde podría extraerse hielo.

De momento no se han publicado detalles sobre la construcción de la base. Parece lógico pensar que el plan se apoyará en la visión que ya compartió Jan Woerner en diciembre de 2015. Su deseo es crear una base lunar internacional que, además, actuaría como sucesora de la Estación Espacial Internacional. Es un paso muy natural si queremos convertirnos en una civilización espacial. Pasaríamos de tener una estación espacial como centro de operaciones fuera de la Tierra, a una base en otro objeto celeste…

Lo que sí sabemos es que es posible que la construcción de la base dependa de la impresión 3D. En particular, apoyada en técnicas desarrolladas especialmente para el entorno lunar. En 2013, la ESA anunció su colaboración con Foster and Partners para poner a prueba el suelo lunar. El objetivo es evaluar su utilidad a la hora de construir muros que sean capaces de proteger las cúpulas lunares de radiación y posibles impactos de micrometeoritos.

Abriendo las puertas a China

Concepto artístico de un astronauta en la base lunar, con la Tierra de fondo.
Crédito: ESA/Foster+Partners

Este anuncio también puede significar una nueva era para la agencia espacial china. Hasta el momento no ha tenido muchas oportunidades de cooperación con otras agencias en el pasado. El motivo es, principalmente, cuestiones políticas. La agencia china tiene una conexión militar muy fuerte, así que en 2011 el gobierno de Estados Unidos aprobó una legislación que impedía su participación en la Estación Espacial Internacional.

Un acuerdo entre la ESA y China posibilitaría una colaboración en la que la NASA también podría formar parte a través de la ESA. No hay que olvidar que la agencia americana también ha expresado su interés en la posibilidad de crear una base lunar conjunta. Así lo supimos en 2012, cuando la ESA, la NASA y Roscosmos anunciaron que habían comenzado a debatir esa posibilidad. Si las cuatro naciones se ponen de acuerdo, podríamos estar ante el nacimiento de una aldea lunar con astronautas de las cuatro agencias más grandes del mundo.

Sería el lugar ideal para muchas investigaciones. Por ejemplo, los efectos a largo plazo de vivir en un entorno de baja gravedad y extraterrestre. Sería un laboratorio de pruebas ideal antes de dar el salto hasta Marte… Pero mientras tanto queda mucho camino por recorrer. En el futuro más inmediato, sabemos que China planea mandar una misión a la Luna a finales de 2017. La sonda Chang’e 5 se encargará de recoger muestras y mandarlas de vuelta. En 2018, la nave Chang’e 4 viajará hasta la cara oculta del satélite.

Por su parte, la ESA espera analizar las muestras de Chang’e 5, y también espera enviar astronautas europeos a la estación espacial Tiangong-2. Habrá que prestar atención a las próximas noticias. Quizá estemos más cerca de tener una base lunar en un futuro próximo…

Referencias: Universe Today