La exploración espacial vive unos años prometedores. La Luna vuelve a estar en el foco de atención en tiempos recientes. Ahora, hemos sabido que la misión Chang’e 4 llevará insectos y plantas a la Luna en un futuro cercano. Algo que promete ser interesante…

Chang’e 4 y la exploración de la Luna

Chang'e 4 llevará insectos y plantas a la Luna

El rover Yutu, de la misión Chang’e 3.
Crédito: CASC/China Ministry of Defense

Hay que admitir que, después de muchos años de poca exploración espacial, vivimos en una segunda época dorada. Poco a poco, cada vez hay más atención puesta en la exploración espacial. A finales de 2017, el presidente Trump publicó una directiva, para la NASA, poniendo el punto de mira en la Luna. Está por ver si realmente es un intento honesto. No hay que olvidar que Trump es un negacionista del cambio climático…

Hay quien ha querido ver este movimiento como una buena oportunidad para retirar financiación al departamento de cambio climático de la NASA. Pero, sea como fuere, lo que es innegable es que nuestro satélite cada vez está recibiendo más atención. Son muchas las agencias espaciales, y compañías aeroespaciales privadas, las que están planificando sus propias misiones a la superficie de la Luna en los próximos años.

De hecho, voy a centrarme en un plan muy específico. El Programa de Exploración Lunar de China (CLEP, por sus siglas en inglés), conocido más popularmente como Programa Chang’e. El nombre, por cierto, en honor a una antigua diosa lunar china. Este programa ya ha mandado dos orbitadores y un aterrizador a la Luna. Es decir, dos naves que se han mantenido en órbita y otra que ha aterrizado en la superficie.

Un nuevo episodio

La cuenca Aitken, fotografiada por la nave Apolo 8.
Crédito: Apollo Flight Journal, Apollo 8

En 2018, la misión Chang’e 4, el siguiente episodio en el programa, partirá al lado lejano de la Luna. Allí, se intentará estudiar la geología local y descubrir cuáles son los efectos de la gravedad lunar en los insectos y plantas. La misión estará compuesta por dos partes diferentes. Por un lado, un orbitador, que será puesto en órbita gracias a un cohete Long March CZ-4B en junio de este año. Estará en órbita alrededor del punto de Lagrange L2 de la Luna y la Tierra.

Por otro, tendremos el lanzamiento del aterrizador y rover unos seis meses después. Además de un conjunto de instrumentos avanzados, diseñado para estudiar la superficie del satélite, el aterrizador también llevará un contenedor de aluminio con semillas e insectos. Según la propia agencia china, el contenedor enviará patatas, semillas de arabidopsis y huevos de gusano de seda a la superficie de la Luna.

Los huevos darán nacimiento a gusanos de seda, que pueden producir dióxido de carbono. Las patatas y las semillas, por su parte, emiten oxígeno a través de la fotosíntesis. Así que en conjunto, los tres componentes servirían para establecer un ecosistema en la Luna. Uno muy simple, eso sí, pero no por ello deja de ser un planteamiento muy interesante. Es, también, una evolución bastante lógica en lo que se había hecho hasta ahora…

Explorando el lado lejano de la Luna con Chang’e 4

El Mar de la Tranquilidad visto desde el módulo lunar de la misión Apolo 10.
Crédito: NASA

Chang’e 4, además, será la primera misión que visita una región no explorada en el lado lejano de la Luna. La región es conocida como la Cuenca Aitken, una gigantesca región de impacto en el hemisferio sur de la Luna. Tiene un diámetro aproximado de 2.500 kilómetros, y 13 kilómetros de profundidad. De hecho, es la cuenca de impacto más grande de la Luna, y una de las más grandes que hemos observado en el Sistema Solar.

Esta cuenca es muy interesante para los científicos en general, no solo por su tamaño. En los últimos años, se ha descubierto que tiene cantidades considerables de hielo. Se ha planteado que podrían ser el el resultado de impactos de meteoritos y asteroides. El hielo depositado habría sobrevivido porque esta región está en sombra de manera permanente. Sin luz directa del Sol, el hielo en estos cráteres no ha estado sujeto a la sublimación.

Desde años 60, varias misiones han explorado esta región desde la órbita. Entre ellas se incluyen las misiones 15, 16 y 17 del programa Apolo, el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA, y el orbitador indio Chandrayaan-1. Esta última misión, que tuvo lugar en 2008, también envió una Sonda de Impacto Lunar a la superficie, para provocar que se expulsase material desde la misma. De esta manera, el orbitador podría analizar su composición.

La utilidad del agua

Concepto artístico de una base lunar

Concepto artístico de una base lunar, formada por diferentes cúpulas, construida por medio de impresión 3D.
Crédito: ESA/Foster+Partners

La misión sirvió para confirmar la presencia de hielo en el Crater Aitken. Un descubrimiento que fue confirmado un año después por el LRO de la NASA. Esto ha permitido que algunas voces, en la comunidad de exploración espacial, hayan visto en la Cuenca de Aitken un lugar ideal para poder ubicar una base lunar en un futuro cercano. En este sentido, la misión Chang’e 4 va a investigar la posibilidad de que los seres humanos vivan y trabajen en la Luna.

Además ed darnos más información sobre el terreno local, Chang’e 4 también evaluará si los organismos terrestres pueden crecer y mantener en la gravedad lunar. Es solo un 16% tan intensa como la de la Tierra. Gracias a estudios previos, llevados a cabo en la Estación Espacial Internacional, se ha visto que la exposición a largo plazo puede tener efectos palpables en la salud, por la exposición a un entorno de microgravedad.

Sin embargo, no sabemos cuáles son los efectos, a largo plazo, de una gravedad menor. La Agencia Espacial europea, además, ha mencionado en varias ocasiones la posibilidad de construir una Aldea Lunar Internacional en el polo sur, allá por la década de 2030. Con ese objetivo en mente, se ha propuesto una misión de retorno de una muestra del terreno lunar polar. Una misión conjunta de la ESA y Roscosmos que supondría enviar una sonda robótica a la cuenca de Aitken para recoger muestras de hielo. Algo que tendría lugar en la década de 2020.

Más misiones en el futuro

Concepto artístico de una base lunar.
Crédito: Science Photo Library

La NASA también ha considerado la idea de tener una base lunar en esa misma región. Ya en 2014, algunos científicos de la NASA se reunieron con diferentes personalidades para discutir posibles opciones de bajo coste. De esas reuniones surgieron diferentes estudios. En ellos, se proponía que la base estaría ubicada en uno de los polos, y que sería diseñada siguiendo de cerca el modelo de la Estación Antártica de Estados Unidos, en el Polo Sur de la Tierra.

Si todo sale bien en la misión Chang’e 4, China ya ha anunciado que seguirá adelante. Le seguirán más misiones robóticas. Además, y quizá aun más interesante, se intentará mandar una misión tripulada en unos 15 años. También se ha planteado la posibilidad de incorporar un radiotelescopio en la misión. El instrumento se instalaría en el lado lejano de la Luna. Allí, no se vería perturbado por las señales de radio procedentes de la Tierra (un problema común en la radioastronomía).

Además, dependiendo de lo que nos diga la misión sobre la Cuenca Aitken, habrá que ver qué sucede. Si resulta que el hielo es abundante, y la radiación es tolerable (para seres humanos) podríamos ver un interés aún mayor. Es posible que las agencias espaciales, tras Chang’e 4, estén interesadas en enviar más misiones en los próximos años. Algunas de ellas, sin duda, con las herramientas necesarias para traer material de vuelta. ¡Parecen tiempos muy interesantes!

Actualización

A pesar de lo indicado originalmente en el artículo, tal y como me han comentado en Twitter, el lanzamiento no se hará con un cohete Long March 5, sino Long March CZ-4B, tal y como recoge Daniel Marín en su blog (si no le conocéis, es un gran divulgador y una referencia en todo lo relacionado con lanzamientos espaciales).

Referencias: Universe Today