Tenemos una nueva evidencia para el Planeta Nueve. El descubrimiento de un nuevo objeto que, por su comportamiento, apunta a que podría haber un planeta masivo en las afueras del Sistema Solar. Pero, ¿qué es lo que sabemos?

Buscando el noveno planeta

Representación artística del Planeta Nueve.
Crédito: ESO/Tom Ruen

En 2016, Mike Brown y Konstantin Batygin anunciaron la posible existencia de un nuevo planeta. Sería más grande que la Tierra. Tendría una masa diez veces superior a la de nuestro planeta. Quizá incluso más. Sin embargo, habría pasado desapercibido hasta ahora por su distancia extrema al Sol. Tardaría entre 10.000 y 20.000 años en completar una órbita. Además, por esa distancia, sería mucho más tenue que Plutón.

Desde que se anunciase, la búsqueda del Planeta Nueve ha sido incesante. Todo se resume, principalmente, en el comportamiento de ciertos objetos del Cinturón de Kuiper. Sus órbitas están distorsionadas por una masa gravitatoria. A pesar de que todavía no se ha encontrado, las elucubraciones no han parado. Se ha sugerido que, si realmente existe, podría ser un planeta atrapado de otra estrella.

También se cree que pudo ser un actor importante a la hora de inclinar las órbitas del resto de planetas del Sistema Solar. Así como, quizá, ser el causante de que algunos objetos del Cinturón de Kuiper se muevan en dirección opuesta a todo lo demás. Es decir, hay motivos de sobra para pensar que podría existir. Pero, mientras no se logre detectarlo, cuantos más datos mejor. Otra evidencia para el Planeta Nueve es una buena noticia.

Caju, una evidencia para el Planeta Nueve

Caju, otra evidencia para el Planeta Nueve

Esta imagen muestra la órbita de Caju (denominado aquí 2015 BP519) en comparación a otros objetos más allá de la órbita de Neptuno. Las órbitas en gris oscuro indican que el recorrido está por debajo del plano orbital del Sistema Solar.
Crédito: arXiv:1805.05355

Esa nueva evidencia para el Planeta Nueve es 2015 BP519. Popularmente conocido como Caju. Se trata de un objeto descubierto en 2015, como indica su nombre. Pero no ha sido hasta ahora cuando se ha podido definir la forma de su órbita. Resulta que es muy poco común. Está inclinado 54º respecto a la eclíptica. Es decir, al plano imaginario en el que se mueven todos los planetas que componen el Sistema Solar.

Lo más interesante de todo esto, es su implicación con el Planeta Nueve. Los investigadores que participaron en el anuncio de la posible existencia del Planeta Nueve desarrollaron una simulación. Ese modelo predecía el ángulo de la órbita de un objeto de este tipo. Y Caju encaja en ese perfil. De hecho, los investigadores cuentan que intentaron calcular la órbita de este objeto después de su descubrimiento.

Sin embargo, no lograban refinarla. Solo cambiaron las cosas cuando añadieron un planeta gigante a la simulación. De esa manera, el modelo funcionaba y la órbita de Caju encajaba. Así que parece una evidencia para el Planeta Nueve particularmente robusta. Aun con todo, no podemos decir que haya un noveno planeta. Hasta que no se descubra, solo parecerá una posibilidad muy tentadora. Pero por ahora toca esperar.

¿Cómo es el Planeta Nueve?

Concepto artístico del Planeta Nueve.
Crédito: Caltech/R. Hurt (IPAC)

Si existe, el Planeta Nueve resultaría ser un objeto muy interesante. En otros sistemas estelares, uno de los planetas más comunes es la llamada supertierra. Se trata de un planeta rocoso mucho más masivo que la Tierra. También se habla de los minineptunos. ¿Por qué? El punto de paso, por decirlo así, de una supertierra a un minineptuno está en torno a unas 10-15 veces la masa de la Tierra. La cifra exacta varía de estudio a estudio.

Es decir, diferentes científicos ponen ese punto de transición en una masa u otra. El caso es que no hay ninguna supertierra ni minineptuno en el Sistema Solar. Y, sin embargo, es un planeta relativamente frecuente en torno a otras estrellas. El Planeta Nueve encajaría perfectamente en ese rango. Por lo que sería un objeto de estudio perfecto. Tendríamos aquí mismo la posibilidad de observar mejor un mundo que parece habitual en torno a otras estrellas.

No todos los sistemas descubiertos tienen supertierras o minineptunos. De hecho, TRAPPIST-1, tiene solo planetas rocosos. Es un ejemplo notorio de otro sistema que se sale de lo que viene a ser habitual. Así que, como siempre, poco a poco, lo que vayamos descubriendo permitirá conocer mejor cómo es el Sistema Solar en comparación a otros lugares de la Vía Láctea. Todavía queda mucho por descubrir. La búsqueda continúa…

El estudio es J. C. Becker, T. Khain, J. Hamilton et al; «Discovery and Dynamical Analysis of an Extreme Trans-Neptunian Object with a High Orbital Inclination». De momento no ha sido publicado en ninguna revista, pero sí está en el servidor arXiv.

Referencias: Phys