Buscar vida en otros planetas es uno de los grandes objetivos de la astronomía. En un futuro relativamente próximo, podremos comenzar a buscar vida directamente en la superficie de lugares como Marte o Europa. El inconveniente, hasta ahora, es que no tenemos una forma demasiado buena de detectar vida…

Un método sencillo

El Lago Mono, en California.
Crédito: Mono County Tourism

Un simple método químico podría ser la clave para ayudar a los científicos a buscar vida en otros planetas. En él, se utiliza una técnica conocida como electroforesis capilar, capaz de separar una mezcla de moléculas orgánicas en sus componentes. Fue diseñada específicamente para analizar aminoácidos, los bloques fundamentales de la vida en la Tierra. Según un estudio publicado en Analytical Chemistry, este método es 10.000 veces más sensible que los del rover Curiosity.

En realidad, la técnica de electroforesis capilar no es nueva, pero la forma de utilizarla sí. La principal ventaja es que es relativamente fácil de automatizar para las muestras líquidas que podemos esperar encontrar en misiones a mundos oceánicos. Todo lo que hace falta es combinar una muestra líquida con un ingrediente líquido. Después, se realizarían análisis químicos en condiciones determinadas por el equipo de investigación.

Podemos iluminar esa mezcla con un láser, en un proceso que conocemos como detección de fluorescencia inducida por láser, que nos permite observar moléculas específicas moviéndose a diferentes velocidades. Esas moléculas se separan en función de lo rápido que responden a los campos eléctricos.

Su primer uso para buscar vida en otros planetas

Concepto artístico de una columna de agua en Europa, con Júpiter y el Sol en el cielo.
Crédito: NASA/ESA/K. Retherford/SWRI

La electroforesis capilar lleva usándose desde los años 80. Es la primera vez, sin embargo, que se ajusta para buscar vida en otros planetas. Específicamente, en mundos oceánicos, como puede ser el caso de los satélites Europa y Encélado. Para lograrlo, los investigadores han mejorado la técnica aumentando la cantidad de aminoácidos que pueden detectar. Además, han logrado detectarlos incluso en concentraciones muy bajas, en mezclas muy salinas.

Para saber que podría funcionar, ya la han puesto a prueba. Han utilizado este método para analizar los aminoácidos presentes en las aguas, ricas en sal, del Lago Mono en California. La enorme concentración alcalina del lago hace que sea un hábitat duro para la vida. Es una buena representación del agua salada que creemos que podría haber en Marte, o bajo las superficies congeladas de Encélado y Europa.

Detectar la quiralidad

Encélado
Crédito: Cassini Imaging Team, SSI, JPL, ESA, NASA

Los investigadores han sido capaces de analizar 17 aminoácidos diferentes. Los han llamado «the Signature 17 standard». Son aminoácidos que han seleccionado para su estudio porque son los que encontramos más comúnmente en la Tierra y otros lugares. Utilizando el método propuesto, han sido capaces de diferencia si su origen es una fuente inerte, como un meteorito, u organismos vivos.

La clave para distinguir los aminoácidos relacionados con la vida está en algo llamado quiralidad. Las moléculas quirales, como los aminoácidos, presentan dos formas que son un reflejo perfecto de la otra. Los aminoácidos de origen no orgánico contienen, aproximadamente, la misma cantidad de formas orientadas a izquierda y derecha. Los de origen orgánico, en la Tierra, son exclusivamente orientados a la izquierda.

Esto nos hace pensar que en otros lugares, los aminoácidos de organismos vivos también deben escoger una orientación para crear estructuras para la vida. Por ese motivo, la quiralidad está considerada una de las firmas biológicas más importantes. Si los investigadores están en lo cierto, puede que esta nueva técnica sea una de las mejores bazas para encontrar vida en otros lugares del Sistema Solar.

El estudio es Jessica S. Creamer, Maria F. Mora «Enhanced Resolution of Chiral Amino Acids with Capillary Electrophoresis for Biosignature Detection in Extraterrestrial Samples». Publicado en Analytical Chemistry el 5 de diciembre de 2016.

Referencias: NASA JPL, Analytical Chemistry