Como comentaba en este artículo sobre la contaminación lumínica, la mayor parte de la población de Occidente vive en lugares con una contaminación lumínica tan elevada que no puede ver la Vía Láctea por la noche. Por suerte, eso no quiere decir que tengamos que olvidarnos de observar objetos a través de un telescopio…

Si vives en una gran ciudad, es esencial que tengas claro que la observación del cielo no es tan práctica como la realizada bajo un cielo absolutamente oscuro. Si tienes la ocasión, es muy recomendable que en algún momento hagas una escapada para observar el cielo nocturno lejos de las luces de la ciudad. En cualquier caso, desde la ciudad podemos observar algunos objetos brillantes, así como estrellas, planetas y, por supuesto, nuestro satélite incluso si vivimos en una zona con una alta contaminación lumínica.

El telescopio, el lugar y el momento

Réplica de un telescopio similar al que utilizó William Herschel para descubrir Urano. Crédito: Mike Young

Réplica de un telescopio similar al que utilizó William Herschel para descubrir Urano.
Crédito: Mike Young

El primer paso es escoger un telescopio. ¿Cuál? Es mucho más sencillo de lo que parece, el mismo telescopio que escogerías para observar el cielo en un lugar oscuro. Es decir, algo que te puedas permitir con el presupuesto que quieras dedicar, que sea fácil de instalar y mover cuando lo vayas a usar, y que tengas espacio suficiente para guardarlo. Es importante prestar atención a la apertura. A más apertura, más luz es recogida por nuestro telescopio, y eso funciona así sin importar cuanta contaminación lumínica haya. Si optas por un telescopio de con una apertura de 8″, podrás observar objetos más tenues que con uno de 4″, así que cuanto más grande sea la apertura del telescopio que puedas comprar, mejor.

Una vez tengamos nuestro telescopio, el siguiente paso es escoger el mejor lugar en el que podamos realizar nuestras observaciones. Tanto el pavimento de la carretera como los edificios absorben calor durante el día y lo expulsan durante la noche. Eso provoca la presencia de aire turbulento que puede distorsionar la imagen que vemos a través del telescopio, ir a un lugar en el que haya tierra o hierba (como un parque), que absorben mucho menos calor, y evitar observar objetos que estén cerca de los edificios, será útil.

Además, es preferible que vayas a algún lugar en el que tu línea de visión no tropiece con alguna fuente de luz, como una farola, porque puede disminuir el contraste de las imágenes. Si no tienes alternativa, puedes utilizar alguna prenda, que sea completamente negra, para taparte la cabeza y el ocular del telescopio para bloquear la luz.

El mejor momento para observar cualquier objeto desde una ciudad es cuando esté en el momento más alto. Al hacerlo, estamos observando a través de menos aire contaminado que si estuviésemos viendo algún objeto cercano del horizonte, y eso va a producir una imagen más clara. Además, cerca del cenit es donde la contaminación lumínica es menor. Por otro lado, la cantidad de luz emitida desde la ciudad suele reducirse a lo largo de la noche (por ejemplo, en Madrid, la iluminación de edificios públicos se apaga a las 2:00), así que es muy probable que, en tu caso, los mejores momentos de observación sean a primeras horas de la madrugada, o en las horas previas al amanecer.

Objetos del Sistema Solar

Júpiter y cuatro de sus lunas vistas en el telescopio (una de las evidencias que llevó a Galileo a la teoría heliocéntrica).

Júpiter y cuatro de sus lunas vistas en el telescopio.

Como verás, hay muchos objetos que podemos observar con el telescopio desde la ciudad. El más obvio seguramente sea el Sol, que se puede observar en cualquier momento del día, siempre que hayamos instalado un filtro solar apropiado en nuestro telescopio, y esto es imperativo, porque te puedes fastidiar la vista, por mucho que creas que un sólo segundo de observación del Sol sin filtros no te va a hacer nada.

Ya en la noche, nuestro satélite es un objetivo muy popular. Con un telescopio, podrás ver muchos detalles de la Luna, cráteres, valles… De hecho, puede que en ocasiones sea tan brillante que quieras recurrir a un filtro lunar de densidad neutral para poder reducir la cantidad de luz que llega al ocular. Nuestro siguiente objetivo deberían ser los planetas. De ellos, hay cuatro que son lo suficientemente brillantes para verlos desde las ciudades.

Venus, el tercer objeto más brillante del cielo, está entre el Sol y la Tierra, de tal manera que pasa por fases de iluminación muy similares a las de la Luna. En su fase creciente es cuando está más cerca de nuestro planeta, mientras que en la fase menguante se encuentra más lejos. Su superficie está siempre cubierta por las nubes de su densa atmósfera, pero no por ello deja de ser un buen objeto para observar.

Marte, por su parte, es un poco más complejo de observar, pero con un poco de paciencia podemos observar algunos detalles de su superficie. Si el aire a nuestro alrededor no es demasiado estable, veremos el planeta un tanto borroso, y seguramente te resultará difícil apreciar sus detalles. Pero en una noche en la que no haya mucha turbulencia atmosférica, y con la ayuda de un buen telescopio que tenga una capacidad de magnificación alta, podrás ver incluso las dos capas polares, así como algunas de las franjas más oscuras del planeta. El mejor momento para observarlo ocurre cuando está en oposición. Ese es el momento en el que el planeta rojo se encuentra más cerca de la Tierra, y sucede aproximadamente cada 26 meses.

Saturno visto a través de un telescopio amateur. Crédito: Rochus Hess

Saturno visto a través de un telescopio amateur.
Crédito: Rochus Hess

Júpiter es, seguramente, uno de los planetas que mejor recompensa a los observadores del firmamento, incluso desde nuestras ciudades. Es muy fácil observar las bandas paralelas de nubes que recorren el planeta, así como la famosa Gran Mancha Roja (un anticiclón que tiene un diámetro equivalente a tres veces el de nuestro planeta). Además, los cuatro satélites galileanos son también una buena excusa para buscar Júpiter en el firmamento.

Ío, Europa, Ganímedes y Calisto pueden ser vistos con facilidad incluso con telescopios pequeños (y hasta prismáticos astronómicos). Cada satélite orbita Júpiter a una velocidad diferente, así que sus posiciones cambian cada noche, y dependiendo de cuando lo observes puede que veas los cuatro satélites  en un lado, o a ambos, del planeta, que sólo veas uno (o dos, o tres) porque el resto estén detrás, o bien porque estén pasando por delante y el brillo de Júpiter los oculte. A veces puede que veas un punto negro en el disco de Júpiter, que es la sombra proyectada por un satélite que está pasando por delante desde nuestra perspectiva.

Saturno es otro planeta que no decepciona. La contaminación lumínica no es suficiente para ocultar el planeta más espectacular del Sistema Solar. Con cualquier telescopio podrás observar sus anillos. Si tienes un telescopio de tamaño medio o grande, podrás incluso detectar las ligeras variaciones de color que hay entre el centro y los polos del planeta, y quizá puedas ver incluso la sombra que proyectan los anillos. En una buena noche, deberías poder observar dos anillos, el anillo A, exterior y grisáceo, y el anillo B, interior y blanquecino, separados por un pequeño hueco al que llamamos la División de Cassini. Con un poco de paciencia, puede que incluso llegues a ver un tercer anillo grisáceo, el anillo C, dentro del anillo B. Por si no fuera suficiente, también podrás ver algunos de sus satélites. A veces es difícil distinguirlos de las estrellas, pero no deberías tener mucha dificultad para identificar el satélite más grande: Titán.

Mercurio, Urano y Neptuno también pueden ser observados, pero por su tamaño te parecerán muy similares a las estrellas. Ah, y por supuesto te puedes olvidar de observar Plutón…

Estrellas y otros objetos

La estrella doble Albireo. Crédito: Wikimedia Commons/Jefffisher10

La estrella doble Albireo.
Crédito: Wikimedia Commons/Jefffisher10

Las estrellas dobles y variables brillan lo suficiente para a la contaminación lumínica, así que son un objetivo sencillo e interesante. Albireo es una de las estrellas dobles más llamativas. Está en la constelación del Cisne, y es muy llamativa porque su estrella principal es amarilla y brillante, mientras que su compañera es una estrella azul más tenue. La estrella Doble Doble (se llama así, aunque también la conocemos como Epsilon Lyrae) es llamativa porque incluso con poca magnificación se puede ver dos estrellas bastante separadas que tienen la misma magnitud. Con una magnificación mayor (100x), podrás ver que en realidad es aun más espectacular: Doble Doble está compuesta, en realidad, por cuatro estrellas (organizadas en dos sistemas binarios). Las estrellas variables piden algo más de paciencia para ver los cambios, pero Algol, en la constelación de Perseo, es una de las más interesantes. Su magnitud va de 2,1 a 3,4 cada 2,87 días.

En cuanto a objetos del espacio profundo (nebulosas, galaxias, cúmulos globulares…), la mayoría son muy tenues y no son fáciles de ver a través de la contaminación lumínica. Las galaxias y nebulosas (que son más tenues) son las más complicadas, mientras que los cúmulos globulares y cúmulos abiertos son más sencillos de ver. Pero lo importante es que podemos observar todos los tipos de objetos del espacio profundo desde nuestra ciudad.

La Nebulosa Omega. Crédito: ESO

La Nebulosa Omega.
Crédito: ESO

Eso sí, para estas observaciones es especialmente importante que intentemos buscar estos objetos cuando estén en lo más alto del cielo, y cuanto más tarde mejor. Los cúmulos globulares y los cúmulos abiertos densos concentran mucha luz en un radio pequeño, así que son razonablemente fáciles de ver. El Cúmulo Doble de Perseo, el Cúmulo de Hércules, el Cúmulo del Pato Salvaje, las Pléyades, Messier 4, Messier 6, M22 (cuando los representamos solo con una M y un número nos referimos al catálogo Messier), M44 y M52 son algunos ejemplos de cúmulos brillantes que podemos observar.

Las nebulosas planetarias también tienen una superficie razonablemente brillante, así que puede interesarte observar la Nebulosa del Anillo (Messier 57) y la Nebulosa Dumbbell (Messier 27). En cuanto a galaxias y nebulosas, aunque las cosas son más complicadas, y puede que necesites buscar zonas que sean algo más oscuras dentro de la ciudad, puedes observar las galaxias de Andrómeda (Messier 31), la galaxia del Remolino (M52) y la galaxia espiral M81, así como la Nebulosa de Orión (M42) y la Nebulosa de la Laguna (M8), así como la Nebulosa Omega (M17).

Referencias: Telescope