Astrobitácora 1×19 centra la atención en el programa Artemisa, con el que la NASA ha anunciado que quiere regresar a la Luna en 2024, así como otros planes para la próxima década, que cambiarán la relación con nuestro satélite de forma profunda…

Astrobitácora 1×19: la futura exploración de la Luna

La década de 2020 va a traer un papel mucho más importante y presente de la Luna en nuestro día a día en el mundo de la ciencia. La NASA, así como otras agencias espaciales repartidas por lo ancho y largo de la Tierra, tienen su vista fijada en nuestro satélite, con intención de regresar (en el caso de EE. UU.) y establecer una presencia humana permanente a largo plazo. Sin embargo, no podría ser más ambicioso. La agencia estadounidense quiere regresar en 2024 con una misión tripulada. Es muy poco tiempo para llevar a cabo una misión muy compleja.

Astrobitácora 1x19: El programa Artemisa
Concepto artístico del Portal de Espacio Profundo. Crédito: NASA

Además, el presupuesto del que dispone es considerablemente menor que en la época del programa Apolo. En aquel momento, llegó a disponer del 4% del presupuesto total del gobierno de Estados Unidos. A día de hoy, sin embargo, apenas recibe el 0,5%. Es una cantidad insuficiente para poder acometer todo lo necesario en los próximos años. Algo que obligará, necesariamente, a recurrir a la ayuda de empresas privadas para poder convertir ese objetivo en realidad. Hay que recordar, por otro lado, que existe una motivación política.

Porque Donald Trump, presidente de los EE. UU., indicó a la NASA que debía centrar su atención en el satélite tras el anuncio de China de ese mismo objetivo. Sea como fuere, en 2028, además, se espera tener una estación espacial en la órbita de la Luna. Son solo algunos ejemplos del protagonismo que cobrará nuestro satélite en los próximos años, que servirán para llevar a cabo misiones muy diferentes, y que repasamos en Astrobitácora 1×19. Puedes escucharlo en iVoox, Spotify, iTunes y, también, aquí mismo:

YouTube: ¿Cómo damos nombre a los objetos celestes?

Muchas estrellas, asteroides, planetas enanos y otros objetos tienen nombres extremadamente crípticos. Salvo casos muy populares, donde nos encontramos con nombres fáciles de recordar, en la mayoría de ocasiones no parece haber un razonamiento que permita entender de dónde surge, por ejemplo, el nombre 50 Cancri. Desde hace mucho tiempo, el ser humano ha dado nombre a los objetos que identificaba en el firmamento. Desde la llegada del telescopio, nuestra capacidad para observar nuevos objetos ha aumentado notablemente.

Imagen del telescopio Hubble poco después de separarse del transbordador Discovery, en 1990. Crédito: NASA

Eso ha permitido que, a día de hoy, podamos observar miles de millones de objetos diferentes que, lógicamente, deben recibir alguna designación. En algunos casos, los catálogos obedecen a criterios muy sencillos. Es el caso del creado por Henry Draper (abreviado HD), que se limita a numerar los objetos que incorpora por su orden de descubrimiento. En otros, el criterio puede ser mucho más complejo, clasificándolos en función de la región del firmamento en que se encuentren, u otros parámetros. Tal es el caso del Guide Star Catalog, del telescopio Hubble.

Son solo algunos ejemplos, si bien hay que tener presente que, a día de hoy, existen multitud de catálogos diferentes. Esto provoca que, para una misma estrella, podamos encontrar más de una docena de denominaciones diferentes, en función de en cuántos catálogos haya sido incluida. Incluso para los asteroides y planetas enanos de nuestro Sistema Solar, existe una nomenclatura muy bien definida que permite obtener mucha información. Es posible determinar, incluso, la fecha del descubrimiento. Puedes ver el vídeo al principio del artículo o en YouTube.