En Astrobitácora 1×18 miramos hacia el futuro. El ser humano, tarde o temprano, tendrá que poner su vista más allá de la Tierra. Cuando llegue ese momento, una forma de expandirnos a otros lugares será por medio de colonias orbitales. Hogares en el espacio…

Astrobitácora 1×18: Las colonias orbitales de O’Neill

Una de las ideas más fascinantes sobre cómo podríamos expandirnos, y dar el salto al espacio, es la planteada por Gerard O’Neill, entre otros, a finales del siglo XX. En lugar de intentar colonizar la superficie de otro planeta, o terraformar Marte (por poner un ejemplo), lo que se plantea es construir hábitats en el espacio. Enormes estaciones en las que puedan vivir sus vidas miles o, incluso, millones de personas. Esas estaciones podrían colocarse en órbitas cercanas a la Tierra. Pero a día de hoy nuestra tecnología no nos permite pensar en construirlas.

Astrobitácora 1x18: Un hogar más allá de la Tierra
Concepto artístico de una colonia espacial toroidal, con capacidad para 10 000 personas. Crédito: NASA Ames Research Center

Esto, sin embargo, no impide que se haya pensado en cómo podrían ser esas construcciones. ¿Qué requisitos deberían tener? ¿A qué retos hay que hacer frente para poder construirlas? ¿Cuál es el tamaño apropiado? ¿A qué velocidad deberían rotar para que podamos sentir una gravedad similar a la de la Tierra? Son solo algunas de las preguntas que hay que resolver para poder pensar en una tarea de estas dimensiones. Fue algo a lo que se enfrentó Gerard O’Neill en 1976, junto a los estudiantes a los que impartía clases en la universidad de Princeton.

Las colonias orbitales son una de las soluciones más elegantes para la expansión al espacio. Por un lado, permitirían tener a la población cerca de su hogar natal. Por otro, el entorno estaría adaptado a medida del ser humano. Sin embargo, su construcción requiere de un esfuerzo enorme, incluso si dispusiésemos de la tecnología necesaria para poder llevarla a cabo. Esta, y muchas otras cuestiones sobre la colonización del espacio, te esperan en el podcast de esta semana. Puedes escucharlo en iVoox, Spotify, iTunes y aquí mismo:

Astrobitácora – 1×18 – Un hogar más allá de la Tierra

YouTube: ¿Cómo se formó la Luna?

La Luna es el único satélite natural de la Tierra. A lo largo del tiempo, ha sido un objeto de intenso estudio. La hemos visitado en seis ocasiones, y hay más en el horizonte. Pero, a pesar de ser un objeto muy familiar en nuestro firmamento, lo cierto es que no se sabe con certeza cuál fue su origen. No solo eso, hay que tener en cuenta que, en comparación al tamaño del planeta en torno al que orbita, es el satélite más grande del Sistema Solar. Si bien el más grande, por tamaño, es Ganímedes, el satélite más grande de Júpiter.

La luna llena sobre un campo de flores. Crédito: Irina Iriser/Pexels

Eso ha hecho que hayan surgido diferentes teorías sobre cuál pudo ser su origen. A día de hoy, la teoría del gran impacto es, sin ninguna duda, la más popular. En ella, se plantea que un objeto de un tamaño similar a Marte, batutizado como Tea (o Teia), chocó con nuestro planeta durante las primeras etapas de la formación del Sistema Solar. De esa colisión, surgió el satélite. Sin embargo, a pesar de que es la que mejor responde a una gran variedad de preguntas, la teoría también nos deja algunas incógnitas que no tienen una respuesta obvia.

Por ejemplo, no se han encontrado rastros de Tea. Algo que debería ser muy visible porque su composición debería ser una parte importante de la Luna. A esta hipótesis hay que sumarle otras menos conocidas, como la teoría de fisión, planteada por George Darwin (uno de los hijos de Charles Darwin), o la teoría de que nuestro satélite fue capturado y que su origen, en realidad, está en algún otro lugar. Algo que compartiría con Tritón (de ser correcto). Sea como fuere, puedes ver el vídeo en mi canal de YouTube o, también, al principio de este artículo.