El asteroide Oumuamua es solo un trozo de hielo (y otros materiales). No se trata de una afirmación genérica. Al contrario. Es el resultado de las observaciones realizadas por Breakthrough Listen. No se trata de una nave espacial interestelar, como muchos sospechábamos…

El asteroide Oumuamua no es una nave extraterrestre

Concepto artístico del asteroide Oumuamua.

Concepto artístico del asteroide Oumuamua.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

El principal trabajo de los astrofísicos y astronautas es explorar el universo y descubrir qué hay ahí fuera. A finales de 2017, el asteroide Oumuamua captó toda la atención porque su origen no está en el Sistema Solar. Fue descubierto el 19 de octubre con la ayuda del telescopio Pan-STARRS 1, ubicado en Hawái. Detectó una tenue luz durante una búsqueda rutinaria de asteroides y cometas. No pasó mucho tiempo hasta que los astrónomos se dieron cuenta de que su trayectoria era muy especial.

Fue la primera vez que detectamos un objeto procedente de otra estrella. Evidentemente, la primera pregunta es la más obvia: ¿Qué es el asteroide Oumuamua? Por cierto, el nombre viene del hawaiano y significa: «el primer mensajero, llegado de muy lejos, que nos contacta». La pregunta no es tan simple como parece. Sí, sabemos que es un asteroide, pero su aspecto es completamente diferente al de los objetos que podemos encontrar en el Sistema Solar.

Su extraño aspecto alargado incluso llevó a algunos a plantear que podía tratarse de un objeto artificial. Algo creado por una civilización alienígena. Pero, por tentadora que parezca esta idea, no hay que olvidar que era una posibilidad extremadamente baja. Además, podría decirse que gran parte de la culpa, de este planteamiento, lo tiene la novela Cita con Rama de Arthur C. Clarke, que fue mencionada muchísimas veces…

Un asteroide con una capa protectora

El Observatorio Pan-STARRS1, en el volcán Halealakala, en Hawái.
Crédito: Rob Ratkowski

Ahora, los científicos han anunciado que la apariencia del asteroide Oumuamua podría engañar. Aunque parece una roca inusualmente larga, podría ser, en realidad, un objeto helado recubierto por una corteza de materiales orgánicos protectores. Los radiotelescopios de Breakthrough Listen no han detectado ninguna señal procedente del asteroide Oumuamua. No debería ser una sorpresa para nadie…

Su movimiento por el espacio, además, ya sugería que solo se mueve gracias a la gravedad. Todo apuntaba a que es un objeto de origen natural. Así que no quedan dudas al respecto. No tenemos una versión real de Cita con Rama y, sinceramente, la posibilidad era extremadamente remota. Pero eso no quiere decir que tengamos ante nosotros un objeto ordinario que no necesite ya seguir siendo estudiado. Es más bien todo lo contrario.

Sigue siendo todo un rompecabezas. Probablemente, Oumuamua es un gigantesco fragmento de hielo. A medida que se acercó al Sol, por tanto, un objeto de este tipo debería comenzar a derretirse y emitir una cola de gas por detrás de sí. Sin embargo, a pesar de acercarse a tan solo 37 millones de kilómetros de nuestra estrella, ese fenómeno no se observó. Así que la pregunta es lógica. ¿Por qué parecía un asteroide y no un cometa?

Analizando el asteroide Oumuamua

El Telescopio Muy Grande, en el observatorio de Paranal.
Crédito: ESO/G.Hüdepohl (atacamaphoto.com)

Poco después de su descubrimiento, los científicos apuntaron el Telescopio Muy Grande, en Chile, y el Telescopio William Herschel en La Palma (Islas Canarias) en tan solo 48 horas. Con ambos instrumentos, analizaron cómo refleja la luz, observando la longitud de onda de la luz devuelta. Esta técnica permite a los científicos descubrir cuál es la composición de un objeto. Así se puede determinar si su superficie está formada por materiales rocosos o helados.

Los datos revelaron que su superficie era roja en luz visible, pero parecía más gris en luz infrarroja. Algo que, según cuentan, es lo que cabe esperar de una superficie, formada por hielo y polvo de un cometa, que ha estado expuesta al espacio interestelar durante millones o miles de millones de años. Los rayos cósmicos secan la superficie, eliminando esos hielos. Estas partículas también controlan las reacciones químicas del material restante, formando una corteza de compuestos orgánicos (basados en carbono).

Así que, aunque Oumuamua parecía un punto de luz, como un asteroide, en el telescopio, podría tener un interior congelado. Su superficie roja podría ser la consecuencia de su solitario y largo viaje entre las estrella. De hecho, otro estudio utilizando el telescopio Gemini North (en Hawái) mostró que su color es muy parecido al de algunos objetos transneptunianos. Esos objetos que se encuentran en las afueras del Sistema Solar, y cuyas superficies han sido transformadas de una manera similar.

¿De dónde vino el asteroide Oumuamua?

Esta animación muestra el recorrido de Oumuamua a su paso por el interior del Sistema Solar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech

La otra gran pregunta es cuál es el lugar de procedencia de Oumuamua. Una posibilidad es que sea un resto del proceso de formación de planetas. Nacen a partir de pequeños asteroides rocosos y cometas helados muchos más pequeños, aunque es un asunto con bastante miga… Billones de estos fragmentos podrían haber sido expulsados al espacio interestelar cuando se formaron los planetas del Sistema Solar y acabaron en sus órbitas actuales.

Además, hay cometas de la Nube de Oort, que rodea al Sistema Solar, que podrían haber sido capturados por otras estrellas e incluso expulsados por la propia Vía Láctea. Si otras estrellas son igual de ineficaces a la hora de formar sus sistemas planetarios, podría haber enormes cantidades de objetos interestelares vagando por la galaxia. Pero sólo podríamos verlos si se acercan lo suficiente al Sol y la Tierra como para detectarlos con nuestra tecnología actual.

A principios de 2017, un estudio estimaba que podría haber hasta billones de objetos así en un año-luz cúbico. En cualquier caso, los astrónomos han determinado que no es posible rastrear el origen de Oumuamua hasta ninguna estrella conocida. Lo que sí sabemos es que vino de la dirección hacia la que se mueve el Sol. Es la dirección de procedencia más probable de cualquier objeto interestelar. Como los insectos que golpean el cristal de un choque al viajar por la carretera…

Oumuamua ya está abandonando este rincón de la galaxia

Oumuamua, tal y como fue visto por el telescopio William Herschel el 29 de octubre de 2017.
Crédito: Queen’s University Belfast/William Herschel Telescope

El asteroide Oumuamua ya está más allá de la órbita de Marte y se aleja por encima de cinturón de asteroides. Si, una de estas noches, ves la constelación de Pegaso, estarás viendo en la dirección en la que se aleja. Eso sí, es demasiado tenue como para poder verlo a simple vista. En cualquier caso, lo importante es que hemos descubierto el primer objeto interestelar que visita el Sistema Solar y todo indica que no es el único.

Probablemente, mucho más temprano que tarde, detectaremos otros, especialmente si tenemos en cuenta las cifras que he mencionado anteriormente. Sólo es necesario que se acerquen lo suficiente al Sol como para que brillen lo suficiente para ser captados por nuestras herramientas. Además, los próximos telescopios serán todavía más sensibles, y eso facilitará la tarea de descubrir objetos llegados de otras estrellas.

Oumuamua es, simplemente, un objeto de origen interestelar. Un montón de roca y hielo procedente de otra estrella. Aunque sea muy tentador pensarlo, no se trata de una nave interestelar. Encontrar vida en otros lugares de la Vía Láctea será mucho más complicado que eso. Pero no es una decepción, al contrario. Poco a poco, con descubrimientos como este, conocemos cada vez mejor el universo en el que vivimos…

Referencias: The Conversation