Europa, el satélite de Júpiter, es un lugar extremadamente intrigante. Un mapa térmico revela la extraña anomalía de Europa, en una de sus regiones polares. ¿Por qué sucede? ¿Qué quiere decir esto para la posibilidad de que el satélite pueda albergar algún tipo de vida?

La anomalía de Europa observada desde la Tierra

La extraña anomalía de Europa en su mapa térmico

Europa, con los datos de ALMA, superpuesto en una imagen con Júpiter de fondo.
Crédito: ALMA (ESO/NAOJ/NRAO), S. Trumbo et al.; NRAO/AUI NSF, S. Dagnello; NASA/Hubble

A lo largo del tiempo, Europa ha sido observado en diferentes ocasiones. En 2013, un grupo de investigadores observo posibles señales de géiseres gracias a los datos recogidos por el telescopio Hubble. Una indicación de que podría haber procesos hidrotermales en el océano oculto bajo su superficie. Sin embargo, en los datos de la sonda Cassini, que visitó Júpiter en 2001 de camino a Saturno, no detectó actividad alguna de géiseres con su herramienta ultravioleta.

¿Qué detectó exactamente el telescopio Hubble? Todavía hay dudas de si el satélite de Júpiter tiene géiseres. Pero, si los tiene, no dejaron huella térmica en los datos que recogió otra sonda, Galileo, cuando orbitó el sistema joviano a finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Sin embargo, los datos del magnetómetro de Galileo (otro instrumento) sí había recogido datos que apoyan la posibilidad de que haya géiseres. Puede que haga falta una misión futura, como Europa Clipper, para entender qué sucede.

En cualquier caso, recientemente se ha utilizado el radiotelescopio ALMA para estudiar todo el satélite. No solo las regiones de posible actividad de géiseres sino toda la superficie. El objetivo es crear un modelo térmico de Europa. Así, un grupo de investigadores ha obtenido una imagen general del satélite. La anomalía de Europa salta a la vista gracias a estos datos. En su estudio, los investigadores indican que el satélite tiene una estructura térmica importante.

Un mapa global de un mundo a millones de kilómetros

Esta serie de imágenes de la superficie de Europa fue tomada por ALMA. Ha permitido crear el primer mapa térmico de su superficie.
Crédito: S. Trumbo et al.

Lo más interesante, de todo esto, quizá, es que se ha creado un mapa global, mostrando las variaciones térmicas, de un objeto a millones de kilómetros. En el proceso, se ha detectado que en el hemisferio norte hay un lugar inusualmente frío. Las imágenes de ALMA son muy útiles no solo por constituir el primer mapa térmico de Europa. También porque permiten acotar mejor en qué lugares podría tener lugar su actividad geológica.

ALMA ha demostrado ser una herramienta extremadamente útil. Ha sido capaz de crear un mapa térmico a pesar de que la temperatura de Europa nunca supera los -160ºC. Es capaz, en realidad, de observar satélites, asteroides y cometas. Las imágenes de Europa obtenidas por ALMA tienen una resolución de 200 kilómetros. Es decir, no podemos observar con detalle nada que tenga un tamaño inferior a 200 kilómetros.

Pero lo primero que llama la atención es que la superficie de Europa es muy joven. Es una señal de que tiene algún tipo de actividad, geológica o térmica. Ese proceso es el que se encarga de renovar su superficie. Algo que, por otro lado, también provoca que con el tiempo los cráteres de los impactos más viejos vayan desapareciendo. Con los datos de ALMA, los investigadores han logrado desarrollar un mapa térmico de Europa.

Un lugar inusualmente frío

Europa, satélite de Júpiter.
Crédito: NASA / Jet Propulsion Lab-Caltech / SETI Institute

La anomalía de Europa es una región inusualmente fría en su hemisferio norte. En los datos de ALMA, aparece en dos imágenes diferentes en momentos diferentes del día. Una señal de que sus propiedades térmicas son diferentes. La pena es que, en este caso, los datos de la sonda Galileo no podrán ayudar a entender qué provoca esa anomalía de Europa. Según los investigadores, la región parece coincidir con el punto con más abundancia de hielo.

Así como el lugar que podría tener la mayor cantidad de hielo cristalino. Sin embargo, no se sabe de ninguna característica geológica en su superficie, en esa región, que ayude a explicarlo. El problema es que esta región no fue cubierta por la sonda Galileo. Todo lo que se tiene de ella son imágenes de baja resolución. En ella no parece haber nada que pueda explicar esa anomalía de Europa. Pero podría ser, simplemente, que este ahí y las imágenes no tengan resolución suficiente.

Los investigadores han desarrollado su propio modelo de la estructura térmica de Europa y lo han comparado con los datos obtenidos por ALMA. El trabajo encaja con lo observado por el radiotelescopio. La variación térmica en Europa parece relacionada con su albedo. Es decir, con la capacidad de su superficie de absorber y volver a emitir la luz del Sol. La nieve, por ejemplo, tiene un albedo muy alto, porque refleja casi toda la luz que recibe.

El papel del cráter Pwyll

El cráter Pwyll, de Europa, observado por la sonda Galileo.
Crédito: NASA/Jet Propulsion Lab

Según los investigadores, no hay correlación entre los datos térmicos y la geología de la superficie de Europa. Con la excepción de la región alrededor de un cráter llamado Pwyll. Un cráter de impacto en el satélite. Su nombre quizá no aparezca por casualidad. Se ha asociado al cráter Pwyll con posible actividad de géiseres. Los datos de ALMA muestran que está en una región en la que la temperatura local tarda mucho más en equilibrarse (cuando varía) que las regiones a su alrededor.

Algo que podría estar motivado por diferentes factores. Quizá la densidad del material en el cráter Pwyll sea diferente. O, simplemente, no conduzca el calor tan bien como el resto de regiones. Lo intrigante es que la anomalía de Europa se encuentra en el lado opuesto al cráter Pwyll. Nuestra Luna, en ese sentido, nos ofrece una analogía muy simple. Las características geológicas de nuestro satélite están al otro lado del crater Tycho.

Sin embargo, por ahora, no hay mucho más que se pueda aportar al asunto. La anomalía de Europa va a ser un misterio durante un tiempo. Como cuentan los investigadores, sin nuevas imágenes que poder utilizar, no hay forma alguna de saber si se debe a alguna característica particular de esa región. Es algo que solo podremos saber, con toda probabilidad, con alguna misión futura que vaya al satélite de Júpiter…

El estudio es Trumbo et al.; «ALMA Thermal Observations of Europa». Publicado en la revista Astronomical Journal el 18 de septiembre de 2018. Puede ser consultado en arXiv.

Referencias: Centauri Dreams