Hace solo unos meses, hablábamos de Oumuamua. El primer objeto interestelar detectado en el sistema solar. Ahora, un grupo de astrónomos ha anunciado que 2015 BZ509 es un asteroide interestelar. Lo mejor de todo, es que estudiarlo es una posibilidad…

2015 BZ509, un asteroide interestelar ya conocido…

2015 BZ509: un asteroide interestelar

El posible asteroide interestelar 2015 BZ509 visto en movimiento a través del Sistema Solar.
Crédito: C. Veillet / Large Binocular Telescope Observatory

Hay que decir que este asteroide interestelar es un viejo conocido. Fue descubierto en 2015, como indica su nombre. Lo más interesante es que está lo suficientemente cerca como para que se pueda mandar una misión a estudiarlo. En 2017, un grupo de astrónomos publicó un estudio analizando su extraña órbita alrededor de Júpiter. No solo está en órbita retrógrada (es decir, en dirección contraria), también muestra un comportamiento muy intrigante.

Ahora, investigadores del observatorio de la Costa Azul, en Francia, y de la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, intentan explicar esas características. Es lo que les ha llevado a concluir que estamos ante un asteroide interestelar. Probablemente, plantean, fue atrapado por el Sol cuando el Sistema Solar todavía estaba en formación, hace 4.500 millones de años. Así que su historia es diferente a la de Oumuamua.

Porque este último no se quedó aquí. Es un visitante interestelar que ya está escapando de nuestro sistema solar, rumbo a otro lugar de la galaxia. Su velocidad de movimiento, y el momento en que fue descubierto, hacía muy difícil que se pudiese pensar en estudiarlo. Aunque hubo alguna propuesta sobre cómo podríamos conseguirlo. 2015 BZ509, en ese sentido, resulta mucho más atractivo. No se va a ir a ninguna parte.

¿Cómo fue atrapado este asteroide interestelar?

Concepto artístico de WF9 2016, un asteroide cercano a la Tierra.
Crédito: JPL/NASA

La pregunta del millón, seguramente, es cómo fue atrapado. Para descubrirlo, los investigadores realizaron 1 millón de simulaciones de asteroides en los inicios del Sistema Solar. De todos ellos, solo 50 sobrevivían. Y a su vez, de ellos, la mayoría terminaban en la órbita de Júpiter. Los científicos habían desarrollado un método para intentar determinar la ubicación de este asteroide interestelar hace 4.500 millones de años.

Lo interesante es que su simulación muestra que el 2015 BZ509 debió estar, ya en los inicios del Sistema Solar, en un estado muy parecido al actual. Así que ha permanecido todo este tiempo sin sufrir grandes alteraciones. La única forma de que eso sea posible es que, efectivamente, tuvo que llegar a su órbita actual muy poco después de la formación del sistema solar. No está completamente confirmado, pero todo apunta a esa dirección.

Nuestro Sol, probablemente, nació en una nebulosa. Lo hizo junto a otras estrellas, en el interior de un cúmulo abierto que pudo ser relativamente denso. Los investigadores plantean que fue ahí, en ese cúmulo, donde nuestra estrella capturó al asteroide, quizá arrancándolo de alguna otra que se acercase lo suficiente. Lo que nos deja otra suposición que resulta aún más interesante. Podría haber otros asteroides capturados, en el Sistema Solar, de otras estrellas.

Un asteroide interestelar… ¿o varios?

Júpiter visto por la sonda Cassini.
Crédito: NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Southwest Research Institute – National Aeronautics and Space Administration

De hecho, los científicos aseguran que hay varios asteroides más que son buenos candidatos. Así que quizá no tengamos un solo asteroide interestelar a la vista. Aunque para saberlo habrá que descubrirlos, claro está. 2015 BZ509 tiene 3 kilómetros de diámetro y tarda 11,6 años en completar una órbita alrededor del Sol. Su perihelio, el punto más cercano a nuestra estrella, está a 3 UAs (una UA es una unidad astronómica, la distancia que separa la Tierra del Sol).

Su afelio, el punto más distante, lo lleva a 7 UAs. Esta órbita la comparte con Júpiter, con quien está en una resonancia orbital. De tal manera que, en cada órbita alrededor del Sol, 2015 BZ509 pasa por dentro de la órbita de Júpiter y después por fuera. Además, se mueve en dirección opuesta a las órbitas de los planetas y la rotación del Sol. Se conocen 80 asteroides que muestran esta misma característica.

Pero este asteroide interestelar es el único que muestra, también, una resonancia orbital con un planeta. Lo más interesante es que no se va a escapar del Sistema Solar, así que podemos explorarlo. Es un objetivo ideal para analizar un objeto procedente de otra estrella y ver qué diferencias hay. El principal problema, sin embargo, es precisamente que su órbita sea retrógrada. Aunque hay posibles soluciones.

Cómo explorar 2015 BZ509

Imagen del cometa Tempel 1 momentos después de la colisión de la sonda Deep Impact.
Crédito: NASA

Una de las posibles soluciones es enviar una misión que impacte con el asteroide. Algo que ya se hizo en 2005 con la misión Deep Impact, de la NASA, que se estrelló contra la superficie del cometa Tempel 1 para estudiarlo. Ese mismo tipo de misión se había propuesto, también, para Oumuamua. De esta forma, sería posible analizar, con los instrumentos apropiados, las consecuencias posteriores al impacto.

Se podría ver cuál es la composición del asteroide y ver en qué se diferencia del sistema solar. Además, puede servir también, según cuentan los investigadores, para comprobar si estos asteroides podrían haber entregado agua a los planetas como la Tierra. Si es así, sería una señal más hacia la hipótesis de que quizá los asteroides, en los inicios del Sistema Solar, desempeñaron un papel fundamental para traer agua a los futuros océanos de la Tierra.

Habrá que permanecer atentos. Si se confirma que 2015 BZ509 es un asteroide interestelar, seguramente no tardemos mucho en ver misiones que lo tengan como objetivo. Es una posibilidad muy interesante. Podríamos estudiar un objeto extrasolar sin necesidad de alejarnos de aquí. Además, con un detalle que, si estuviese en torno a otra estrella, no sería posible. Veremos cómo termina todo, pero parece prometedor…

El estudio es F. Namouni, M. H. M. Morais; «An interstellar origin for Jupiter’s retrograde co-orbital asteroid». Publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society el 21 de mayo de 2018. Puedes consultarlo en este enlace.

Referencias: IFLScience