Hace algún tiempo hablamos de una estrella muy llamativa, TRAPPIST-1, en la que hemos encontrado tres planetas que podrían tener un tamaño similar al de la Tierra y uno de ellos, además, podría estar en la zona habitable. Ahora, tenemos algo más de información…

Estrellas simples o binarias

Concepto artístico de los planetas alrededor de TRAPPIST-1. Crédito: NASA

Concepto artístico de los planetas alrededor de TRAPPIST-1.
Crédito: NASA

Cuando encontramos un exoplaneta, los astrónomos sólo saben sus características igual de bien que las características de las estrellas en torno a las que orbiten. Para poder determinar el tamaño de un planeta, comprender cuál es la naturaleza de su estrella puede marcar la diferencia que nos permita comprender si ese mundo distante es un pequeño y rocoso como la Tierra, o un gigantesco y gaseoso como Júpiter.

Para definir el tamaño de un exoplaneta hacen falta varios factores, como conocer el radio de la estrella, y también saber si se trata de una estrella solitaria (como el Sol) o, por el contrario, tiene una compañera cercana (como es el caso de Alfa Centauri, que está formada por dos estrellas que se orbitan mutuamente a corta distancia y una tercera, Próxima Centauri, a 0,1 años-luz de distancia, en la que hemos encontrado un exoplaneta, Próxima b, hace muy poco). Hay que recordar que alrededor de la mitad de las estrellas del firmamento son, en realidad, sistemas binarios.

El caso de TRAPPIST-1

Este concepto artístico muestra un paisaje imaginario desde la superficie de uno de los tres planetas alrededor de la estrella TRAPPIST-1. En esta imagen se puede ver uno de los planetas interiores en tránsito a través del disco de la estrella. Crédito: ESO/M. Kornmesser

Este concepto artístico muestra un paisaje imaginario desde la superficie de uno de los tres planetas alrededor de la estrella TRAPPIST-1. En esta imagen se puede ver uno de los planetas interiores en tránsito a través del disco de la estrella.
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ESO/M. Kornmesser

Aunque podría parecer que TRAPPIST-1 había caído en el olvido, nada más lejos de la realidad. En este caso, ha estado en el foco de atención de un equipo de investigadores que quería determinar si es una estrella solitaria o, por el contrario, tiene una compañera. Si la tuviese, los planetas que se descubrieron hace unos meses tendrían un tamaño mucho más grande, quizá lo suficiente como para tener que considerarlos gigantes helados, mucho más similares a Neptuno.

Si un exoplaneta orbita una estrella en un sistema binario, pero los astrónomos creen que la luz captada por el telescopio procede de una estrella solitaria, entonces el radio real será mayor de lo medido. Esa diferencia en la medición del tamaño puede ser pequeña, de un 10%, o gigantesca, llegando a ser el doble de grande de lo estimado inicialmente, en función del brillo de la otra estrella que formaría el sistema.

Para confirmar o desmentir si TRAPPIST-1 es una estrella solitaria, el equipo de astrónomos ha recurrido a una cámara especial, llamada DSSI (por su nombre en inglés, Differential Speckle Survey Instrument) que es capaz de detectar las rápidas perturbaciones provocadas por la atmósfera de nuestro planeta, en la luz que recibimos de la estrella, y corregirla teniendo esa perturbación en cuenta. El resultado que han obtenido es una imagen de alta resolución que revela que la luz que viene de la estrella pertenece a un único astro.

Los planetas del sistema

Concepto artístico del paso de los planetas TRAPPIST-1b y TRAPPIST-1c por delante de su estrella. Crédito: NASA/ESA/STScI/J. de Wit (MIT)

Concepto artístico del paso de los planetas TRAPPIST-1b y TRAPPIST-1c por delante de su estrella.
Crédito: NASA/ESA/STScI/J. de Wit (MIT)

Con esa confirmación de que no hay ninguna estrella compañera en el vecindario de TRAPPIST-1, el resultado no sólo sirve para validar que el movimiento de sus planetas es el responsable de las reducciones periódicas de brillo que vemos, si no que además deberían tener, efectivamente, un tamaño similar al de la Tierra y por tanto ser planetas rocosos.

Encontrar un planeta de tamaño similar al nuestro, potencialmente rocoso, y en la zona habitable de una estrella que está a solo 40 años-luz de distancia de la Tierra es muy interesante, incluso después del descubrimiento de Próxima b. El sistema de TRAPPIST-1 va a seguir siendo estudiado en profundidad, analizando los tránsitos de los exoplanetas para aprovechar una de las mejores oportunidades que tenemos para intentar examinar la atmósfera de un mundo alienígena.

Las observaciones que están por venir

Comparación entre el tamaño del Sol y la estrella TRAPPIST-1. Crédito: ESO

Comparación entre el tamaño del Sol y la estrella TRAPPIST-1.
Crédito: ESO

No debería ser ninguna sorpresa saber que el interés en este sistema es enorme. Además, está a muy poca distancia del Sistema Solar (en términos astronómicos) y la estrella es de tipo M muy tenue. De hecho, en relación a otras estrellas es mucho más pequeña y fría (tanto es así que la clasificamos como una enana roja ultrafría), por lo que es más fácil detectar los planetas que pasan por delante.

Este mismo año habrá nuevas observaciones de TRAPPIST-1. Será con la ayuda del telescopio Kepler, en su misión K2, que observará la luz emitida por la estrella durante 75 días, en busca de los cambios diminutos producidos por los pasos de los planetas por delante de ella. De esta manera, podremos obtener mediciones extremadamente precisas del aspecto del tránsito planetario y ayudará a refinar mejor el radio y período orbital de cada planeta, algo especialmente importante en el caso del más distante, que todavía tiene una órbita muy poco definida (entre los 4 y los 40 días en completar una órbita, aproximadamente).  También se buscará el paso de otros objetos que pudiese haber en torno a la estrella y que no hayan sido detectados hasta el momento.

El estudio en el que está basado este resultado fue publicado el pasado 13 de septiembre en la revista The Astrophysical Journal Letters.

Referencias: NASA