Cada año, miles de millones de personas alrededor de todo el mundo se reúnen con sus familias para celebrar estas fechas tan especiales. La Estrella de Navidad (o la estrella de Belén) aparece en la Biblia y, supuestamente, dirigió a los tres Reyes Magos a Belén. Es uno de los símbolos más importantes de las navidades pero… ¿existió realmente?

El origen de la leyenda

Régulo (la estrella más brillante de la constelación de Leo) y la galaxia enana Leo I. Crédito: Rusell Croman

Régulo (la estrella más brillante de la constelación de Leo) y la galaxia enana Leo I.
Crédito: Rusell Croman

Probablemente todos conocemos, en mayor o menor medida, la historia de los Reyes Magos; tres hombres, a lomos de camellos, que recorren dunas hacia una construcción que pueden ver en la distancia. En la oscuridad de la noche, aparece una estrella increíblemente brillante, que parece flotar sobre la construcción, y cuya luz resalta la silueta de la misma. También se puede percibir otra luz que procede del interior.

A pesar de que todos tenemos una imagen de ese estilo sobre la estrella de Belén, su origen es más propio de la imaginación y de las tarjetas de felicitación que de la Biblia. De hecho, sólo se habla de la estrella en el Evangelio de Mateo, dentro del Nuevo Testamento, y la información que da sobre la misma es bastante escasa. Lo más detallado que podemos leer es «Cuando oyeron al rey, se marcharon; y, la estrella, que vieron en el este, se movió ante ellos hasta que se colocó sobre el lugar en el que se encontraba el niño». Si nos queremos creer el texto de forma literal, entonces no es necesario continuar este artículo, porque ya tenemos la respuesta. La estrella de Belén no pudo ser ningún fenómeno natural, porque no hay ninguno que pueda moverse de la forma descrita en ese verso.

Así que, supongamos que Mateo, que no fue un testigo de la Natividad, se tomó una pequeña licencia artística, y que la estrella no apareció de la manera descrita (al menos no literalmente). En este caso sí que tenemos algunas posibilidades naturales de origen astronómico. De hecho, es posible que ni siquiera hablemos de una estrella propiamente dicha, ya que el uso de la palabra en el texto griego podría implicar otro tipo de objetos.

Desentrañando el misterio

Una imagen artística de la estrella de Belén (o algo parecido, por el paisaje, más que nada...)

Una imagen artística de la estrella de Belén (o algo parecido, por el paisaje, más que nada…)

En algunas representaciones artísticas se muestra algo que parecería un meteorito, o una estrella fugaz. Aunque es cierto que los meteoritos pueden ser muy llamativos, impresionantes, y a veces hasta pueden dejarse sentir sobre la superficie de nuestro planeta, sólo duran unos segundos en el mejor de los casos, y pueden ocurrir en cualquier momento del año. Cualquier persona de la época, que estuviese familiarizada con el firmamento nocturno, sabría que es un fenómeno que sucede con cierta frecuencia, así que no hubiera tenido un significado especial, y estamos de acuerdo en que un meteorito no podría haber guíado a los reyes magos.

Hay otras posibilidades que podrían ser bastante más significativas y que sí nos podrían servir, pero hay varios problemas. No sabemos, en realidad, cuándo se supone que nació Jesús. Debido a un error de un clérigo de la iglesia, cientos de años después, se creyó que el nacimiento de Jesús fue cuatro años después de lo que realmente había sido. Hoy sabemos que el nacimiento tuvo que ser, como máximo, en el año 4 antes de nuestra era, y pudo haber sucedido un poco antes. También estamos seguros de que no fue un 25 de diciembre.

La Biblia no dice la fecha, y no deja muchas pistas, pero sí menciona que los pastores estaban en el campo «vigilando a su rebaño por la noche», algo que los historiadores nos dicen que sólo sucedía en primavera, cuando nacían los corderos. Así que, sobre el papel, estaríamos hablando de que el nacimiento de Jesus debió suceder en primavera, entre los años 7 y  4 antes de nuestra era.

Una época de pocos registros astronómicos

Esta conjunción planetaria sucedió el 1 de mayo de 2011. En la imagen aparecen Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y la Luna. Crédito: G.Hüdepohl (atacamaphoto.com)/ESO

Esta conjunción planetaria sucedió el 1 de mayo de 2011. En la imagen aparecen Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y la Luna.
Crédito: G.Hüdepohl (atacamaphoto.com)/ESO

Hasta nuestros días no han llegado muchos registros astronómicos. Los que tenemos son, principalmente, de los antiguos chinos y coreanos. Por ellos sabemos que, al parecer, hubo cometas en los años 5 y 4. El principal problema es que para los chinos eran un mal augurio y una señal de mala suerte y, seguramente, tenían el mismo significado para los reyes magos (que eran astrólogos). Es decir, de haber sido un cometa, no lo hubiesen seguido, se hubieran ido en dirección contraria.

La otra posibilidad es que la estrella de Belén fuese una supernova. Encaja de manera bastante elegante porque, como dice el texto bíblico, es una estrella que se ilumina de manera repentina y que, sabemos, puede brillar durante meses. Es más, los astrónomos chinos dejaron constancia de un fenómeno así en el año 5 antes de nuestra era. Una supernova que fue visible durante más de dos meses. Sin embargo, se encontraba en la constelación de Capricornio, y por tanto no hubiera parecido dirigir a los reyes magos en la forma en que se explica en la Biblia.

Muy complicado de determinar

Una ilustración muy navideña. Crédito: hdwallpaperspretty.com

Una ilustración muy navideña.
Crédito: hdwallpaperspretty.com

Pero aunque la opción de una supernova puede parecer la más apropiada, algunos sostienen que no tuvo por qué ser una estrella. Pudo ser Júpiter, en conjunción con Saturno y Marte. En aquella época, los planetas eran «estrellas errantes« y, para muchos, tenían un importante significado astrológico o místico. En los años 6 y 5 antes de nuestra era hubo varias conjunciones en la constelación de Piscis.

En definitiva, en la ciencia, y en la historia, no hay ningún fenómeno que nos permita explicar lo que se relata en la Biblia. O, por lo menos, si hubo alguna explicación en algún momento, no ha llegado hasta nuestros días. La religión sólo nos ofrece una aparición milagrosa que no puede ser demostrada, así que no parece que por ahí vayamos a obtener ninguna respuesta. No vamos a ponernos de acuerdo en qué fenómeno natural pudo darse en aquella época (si es que lo hubo)… Pero sí hay algo en lo que podemos ponernos de acuerdo: lo especial de estas fechas.

¡Desde Astrobitácora quiero aprovechar la oportunidad para desearos a todos unas felices fiestas!

Referencia: EarthSky