Ayer saltaba una noticia que puede resultar un tanto difícil de ubicar. La sonda Philae (de la nave Rosetta, que está orbitando alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko) ha descubierto que hay moléculas orgánicas en el cometa Churyumov. ¿Qué hay de importante en todo esto?

Reliquias del Sistema Solar

El cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Crédito: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team MPS/UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA

El cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
Crédito: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team MPS/UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA

Los cometas (y la gran mayoría de cuerpos que se encuentran en el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort) contienen material que ha permanecido prácticamente inalterado desde el origen del Sistema Solar. Nos permiten, de una manera muy directa, observar cómo pudieron ser las etapas iniciales de la formación del sistema y comprender mejor la importancia de estos compuestos para dar lugar a la vida.

Por ese motivo, es importante poder analizar la composición de los mismos. Aquí entra en papel algo que, aunque en principio tenía pinta de error catastrófico, puede ofrecernos una ventana inesperada a entender la composición de los cometas. El primer aterrizaje de Philae falló. No logró anclarse a la superficie del cometa, y entró en una trayectoria balística, desplazándose a lo largo de la superficie del mismo durante casi dos horas. A los 24 minutos del primer impacto, se activaron sus herramientas.

Los resultados son llamativos. La primera zona de aterrizaje era blanda, llena de arenilla (por decirlo así) y pequeñas rocas/piedras. En cierto modo, se podría decir que es muy parecido a lo que esperaríamos ver en la superficie de Marte. Sin embargo, el segundo lugar en el que, finalmente, se ha posado la sonda, es muchísimo más duro. Tanto que la herramienta que incorpora la sonda para taladrar su superficie apenas ha podido perforar unos pocos milímetros.

Para rematarlo, el interior del cometa parece ser altamente poroso (hasta un 85% de su volumen podría ser espacio vacío), algo similar, por decirlo de alguna manera, a las piedras pómez que podemos encontrar en nuestro planeta.

Molécula orgánica no equivale a vida

Recreación artística de la sonda Philae sobre la superficie del cometa. Crédito: DLR (Wikipedia)

Recreación artística de la sonda Philae sobre la superficie del cometa.
Crédito: DLR (Wikipedia)

Las moléculas orgánicas son aquellas que tienen, como mínimo, un átomo de carbono (el carbono tiene la peculiaridad de poder asociarse con prácticamente cualquier átomo existente), pero nada más. Por ejemplo, el metano es una molécula orgánica, pero no es un pilar de los bloques que dan lugar a la vida. En ese sentido, la noticia en sí no nos dice nada nuevo. Por medio de la espectroscopia podemos ver que hay multitud de moléculas orgánicas en el universo. Así que, hasta aquí, no hay nada reseñable.

La novedad viene en un pequeño detalle: lo que se ha encontrado es que hay 4 moléculas orgánicas que, hasta ahora, nunca habíamos visto en cometas: isocianato de metilo, acetona, propanal y acetamida. Junto a estas cuatro, la sonda también ha medido la existencia de una docena de moléculas orgánicas. Entre estas 16 moléculas, están las que los científicos consideran precursoras de la vida, y refuerza una teoría que es lo que realmente da valor e interés a la noticia: si todo este material cayese en un planeta con las condiciones apropiadas, es posible que se propiciase el desarrollo de la vida (o que ayudase a organismos simples a evolucionar).

Refuerza la teoría de la panspermia molecular

Superficie del cometa desde 10 kilómetros de distancia. Crédito: ESA/Rosetta/NAVCAM, European Space Agency

Superficie del cometa desde 10 kilómetros de distancia.
Crédito: ESA/Rosetta/NAVCAM, European Space Agency

Fragmento del meteorito Murchison. Crédito: Usuario "Basiliscofresco" de Wikipedia.

Fragmento del meteorito Murchison.
Crédito: Usuario «Basiliscofresco» de Wikipedia.

No sabemos cómo se originó la vida, pero tenemos muchas teorías al respecto. Una de ellas, que no es necesariamente la más exótica, es la de la pseudo-panspermia, o panspermia molecular, que sugiere que las moléculas orgánicas fundamentales para la vida se originaron en el espacio y se incorporaron en la nebulosa solar de la que surgieron los planetas. Desde los 70 se sabe que el polvo interestelar se compone en gran parte de moléculas orgánicas (recuerdo, sólo se trata de moléculas que contienen carbono, no de que sean organismos vivos o nada similar).

En los últimos años, los científicos han encontrado pruebas que apuntarían en esta dirección. La medición de compuestos orgánicos del meteorito Murchison, en 2008, indicaba que su origen era extraterrestre y no fruto de la contaminación por el contacto con la superficie de nuestro planeta. En él, encontraron uracilo (que es una de las bases del ARN, ácido ribonucleico) y xantina. Es decir, estos componentes de la vida ya existían en los inicios del Sistema Solar, y quizá desempeñaron un papel fundamental en el origen de la vida.

En 2009, también se identificó la existencia de glicina en un cometa, en 2011, los estudios de diversos meteoritos indicaron que los bloques que componen el ADN (adenina, guanina y moléculas orgánicas similares) pueden haberse formado en el espacio exterior, y también descubrimos que el polvo estelar contiene materia orgánica completa que podrá ser creada de forma natural (y muy rápida) por las estrellas.

En 2012, los astrónomos de la Universidad de Copenhague informaron que habían detectado la existencia de glicolaldehído, la molécula de azucar más pequeña posible. Es un componente necesario para poder formar ARN, y podríamos seguir… en 2013, por ejemplo, se confirmó el descubrimiento de moléculas prebióticas en las partículas del espacio interestelar (y esas moléculas podrían ser un componente necesario para desarrollar ADN y aminoácidos)…

En definitiva, todo esto apuntaría en la dirección de que los bloques esenciales para la vida pueden ser muy comunes en el espacio. Y que, por tanto, los fenómenos que desencadenaron la aparición de la vida en la Tierra podrían ser muy comunes en el Universo. Eso nos llevaría a concluir que quizá la aparición de la vida en nuestro planeta no fue tan complicada como podríamos pensar en un principio.

Por ahora, sólo podemos contentarnos con saber que la sonda Rosetta no sólo nos está permitiendo entender mejor los cometas, si no que puede ser una puerta a, algún día, llegar a poder elucubrar cómo surge la vida con una base muy sólida.

Referencias: Space, Wikipedia